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Tsitsipas vence al miedo y a Zverev para alcanzar la final de Roland Garros

El griego, el mejor tenista del año, disputa su primera final de Grand Slam tras reaccionar a la remontada del alemán y vencer por 6-3, 6-3, 4-6, 4-6 y 6-3

Tsitsipas celebra un punto que ganó en la semifinal de Roland Garros ante Zverev CAROLINE BLUMBERGEFE

El punto de inflexión fue cuando en el quinto set y después de que el alemán Alexander Zverev hubiera remontado dos parciales, Tsitsipas se viera con 0-40 en el primer juego. Era la oportunidad de dar la estocada definitiva al griego, de hundirlo moralmente. Pero sobrevivió a esa situación y fue como si reviviera. Ganó 6-3, 6-3, 4-6, 4-6 y 6-3 y va a disputar su primera final de Grand Slam contra Djokovic. A la cuarta semifinal, lo consiguió, después de haber perdido dos en el Open de Australia (una con Rafa y la de este año con Medvedev) y una en Roland Garros (en 2020 ante Djokovic, donde hizo lo que el alemán en esta edición: empezó perdiendo 2-0 con el número uno, remontó pero no remató).

Hasta el final del encuentro no se vio al mejor Tsitsipas, el tenista más destacado del año y favorito por su lado del cuadro, una vez que Nadal y Djokovic iban por el otro. Pero incluso sin jugar al ciento por ciento ganó los dos primeros parciales. Estaba todo ajustado, los detalles estaban de su parte, y también una gran reacción cuando en el segundo set empezó perdiendo 3-0. Ganó seis juegos seguidos para tomar mucha ventaja en el partido, pero a partir de ahí estuvo irreconocible, fallón, y vio cómo Zverev se venía arriba. El alemán mandaba y cuando puede hacerlo es un jugador de cuidado. Además, tiene un gran servicio.

Pero después de desaprovechar ese 0-40, ya nada fue igual. El padre de Tsitsipas le decía al heleno que pegara a la bola. Fue más valiente el jugador de la rubia melena, empezó a funcionar su revés, que le permite abrir ángulos y entonces tomar el control con la derecha, y el partido fue suyo. Desaprovechó cuatro bolas definitivas al resto, pero no tembló con su saque. Después del encuentro, lloró de la emoción. Fue una batalla de tres horas y 40 minutos y supo sufrir.

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