Opinión

El guiñol de Djokovic

«No-vac» «Yo-covid» o como un tuit fue más revelador que las tablas de Moisés

Apoyo a Djokovic en una manifestación en Ámsterdam
Apoyo a Djokovic en una manifestación en ÁmsterdamPeter DejongAgencia AP

Twitter es la bandeja de turrón de Navidad en la que puedes distinguir el duro, el blando, el de yema, el de chocolate, el de pistacho, los mazapanes... hay de todo donde elegir. ¿Quiere sandeces? Las tiene por millones. ¿Quiere genialidades? Alguna hay. ¿Quiere perder el tiempo? Lo hará seguro. Los tuits sobre el «caso Djokovic» se cuentan por millones, pero hay uno que ha llevado al extremo la parodia y las teorías pseudoconspiranoicas a las que es tan aficionado el personal en estos días. El nombre y el apellido del serbio han dado la pista definitiva para desentrañar su polémica en Australia. Es la clave de todo el caso. No sé como los tres jueces de la Corte Federal y el superministro de Inmigración «aussie» no cayeron en ello antes y nos tuvieron diez días que ni si ni no ni blanco ni negro. Está clarísimo: «No-vac» «Yo-covid». Un tuit más revelador que las tablas de Moisés. Pronuncielo en voz alta y clara. Repítalo varias veces. Es lo que le faltaba al serbio para convertirse en un guiñol y alejarse de las impolutas trayectorias de Roger Federer y Rafa Nadal. Los tres tienen 20 «Grandes», pero los espasmos vitales de Djokovic no tienen comparación.

El entorno ayuda lo suyo. Si tu esposa, en otra red social, Instagram, da un like a la teoría de la conspiración de las vacunas y el 5G pues... si te pones en manos de un gurú, el legendario Pepe Imaz, que predica la paz y el amor como la solución a todos los males y que mejor olvidarte de la ciencia y confiar en la medicina natural... resulta que terminas creyendo que el agua contaminada se purifica con pensamientos positivos. O que la demostración de que eres alérgico al gluten llega con un experimento de lo más científico. Coge un trozo de pan en un brazo, le aprietan el otro y siente molestias. El gluten me sienta fatal. Un alergólogo no lo explicaría mejor.

Djokovic no es una persona normal cuando juega al tenis. Lo hace mejor que nadie, quizá hasta termine siendo el más grande de la historia o quizá ningún otro gane más títulos que él. Pero el serbio tampoco es muy normal cuando no tiene la raqueta en la mano. Y lo de su padre mejor no mencionarlo. Mientras el señor Srdjan Djokovic deje en paz al Espartaco de Kubrick me quedo tranquilo.