Tenis
La autodestrucción de Kyrgios por sus problemas mentales: autolesiones, alcohol, drogas…
El tenista australiano reconoce que llegó a perder el control en 2019
Nick Kyrgios es uno de los tenistas más explosivos del circuito y sus reacciones dentro de una pista pueden llegar a resultar impredecibles. Ahora reconoce que está más tranquilo, dentro y fuera de la cancha, y quizá ha encontrado un equilibrio que perdió en 2019 a causa de sus problemas de salud mental.
“Fue muy grave, hasta el punto de autolesionarme. Supongo que aparté a todos los que se preocupaban por mí y no me comunicaba y simplemente me cerré a la vida real y traté de manejar y afrontar mis problemas de frente”, aseguró en una entrevista concedida a Wide World of Sports.
“Abusaba mucho del alcohol y de las drogas y eso se descontroló. Ahora apenas bebo, literalmente me tomo un vaso de vino en la cena. Eso fue lo primero que tuve que hacer para limpiar un poco la relación con mi familia y adquirir hábitos más saludables, como la dieta, dormir bien, intentar entrenar un poco más y eso fue todo. Creo que el covid me ayudó mucho con eso”, reconoció Kyrgios.
El australiano aseguró que siempre intentaba ser lo que los demás querían que fuera y eso le acabó causando un trastorno. Piensa que a la gente “no le importaba quién era como ser humano, sino sólo como tenista, el tenista loco”. “Solo intentaban utilizarme. Sentía que estaba defraudando a la gente todo el tiempo. Para ser sincero, me sentía inútil, no me sentía cómodo, en un momento dado odié mi vida”, reflexionó Kyrgios, quien llegó a pelearse con su familia. “Me cortaba, me quemaba, era una mierda bastante jodida. Era tan oscuro que también me gustaba, como pedirle a la gente que lo hiciera y esas cosas. Lo que no te mata te hace más extraño (y más fuerte)”, añadió.
Kyrgios, quien asegura que es “dos personas muy diferentes, dentro de la cancha y fuera de la cancha”, se esfuerza por mantener el equilibrio: “El equilibrio es algo con lo que me cuesta lidiar. Siempre he sido así desde que era un niño. Los partidos siempre fueron una montaña rusa. Me esfuerzo mucho. A veces me cuesta. Algunos días me despierto y vengo a las canchas o me despierto y no quiero salir de mi habitación. Me enfrento a los problemas humanos normales, pero también estoy orgulloso de mí mismo, porque salgo al campo y mantengo la cabeza baja y juego bien. No es fácil hacerlo semana tras semana”.
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