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La economía rusa no da la talla
Frente al 2,3% que creció en 2018, su Producto Interior Bruto (PIB) se desacelerará este año hasta poco más del 1%
La economía rusa creció a lo largo de los tres primeros trimestres del año por debajo de las previsiones del Gobierno, según el Servicio Federal de Estadísticas. Y antes de que pactara con la OPEP un nuevo recorte de crudo para sostener los precios y de que reforzara su vínculo con China para hacer frente a Occidente con un gasoducto, el FMI rebajó sus estimaciones de crecimiento hasta el 1,1% para 2019.
Si desde Crédito y Caución se advierte de una sensible desaceleración de Rusia frente al 2,3% que registró en 2018, Alberto Priego, profesor de Relaciones internacionales de la Universidad Pontificia Comillas, asegura que, en principio, la economía rusa no goza de mala salud. «Tiene las deficiencias que ha tenido siempre. Es decir, la falta de diversificación (80% corresponde a energía) y un problema de descapitalización de capitales. De hecho, este año ha sido muy bueno para el sector privado, sobre todo para la bolsa, aunque algunos analistas están planteando que pueda producirse un retroceso o una desaceleración».
Principales frenos
Priego cree que esto no se producirá en la medida en que el precio del petróleo se mantenga en unos niveles razonables. Sin embargo, el profesor de la Universidad Pontificia Comillas sí reconoce el impacto de las sanciones, tanto de las individuales como de las colectivas derivadas de su conflicto o posición en Ucrania, un país con el que recientemente ha acordado un «alto el fuego» y un intercambio de prisioneros antes de 2020.
«De producirse esta desaceleración, los más afectados serían los NIS (Asia central y Cáucaso más Bielorrusia) que tienen una economía muy dependiente de la rusa, puesto que sus poblaciones obtienen muchos recursos a través de las remesas que los emigrantes que viven en Rusia les envían», añade Priego.
No obstante, desde Crédito y Caución explican que la inflación asociada al incremento del IVA, del 18% al 20%, las deficiencias estructurales y los efectos negativos de las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea sobre la productividad y la inversión afectarán a la expansión económica rusa; sin olvidarse de las tensiones geopolíticas. Y es que, tal y como apuntaban en un comunicado, desde el estallido de la crisis ucraniana a principios de 2014, la relación de Rusia con la Unión Europea y Estados Unidos se deterioró tras la imposición de sanciones como congelación de activos rusos, prohibiciones de viaje, acceso limitado a los mercados de capitales y restricciones a la exportación de determinados productos, incluidas las tecnologías de doble uso y los equipos de alta tecnología para la industria petrolera. Rusia, por su parte, impuso sanciones de represalia a la importación de alimentos y productos agrícolas procedentes de la Unión Europea, Estados Unidos, Australia, Canadá y Noruega.
En este contexto, las fuentes consultadas de Crédito y Caución consideran que la demanda interna se debilitará, aunque continúe contribuyendo positivamente al crecimiento, y ven probable que la inversión se contraiga en un 1,5% este año. «Los altos costes de financiación, en gran medida impulsados por el riesgo de sanciones, y la debilidad de los derechos de propiedad siguen frenando la inversión privada», agregan.
Prudencia fiscal
En cualquier caso, la aseguradora de crédito global confía en que el presupuesto del Estado arroje un superávit del 2,2%. «En los próximos años, prevemos que Rusia adopte una política fiscal ligeramente más flexible. La Administración ha formulado 12 proyectos nacionales que deberían recibir financiación pública con un gasto total de 380.000 millones de dólares. Pero la aplicación ha sido lenta y, hasta ahora, no ha tenido un impacto visible en el crecimiento. Se espera que la Administración aumente un poco el gasto, aunque la prudencia fiscal es una prioridad de la agenda rusa», señalan.
De igual modo, recuerdan que en un marco de desaceleración del crecimiento y con una inflación que se acerca al objetivo del 4%, el banco central ruso ha recortado el tipo de interés tres veces en lo que va de año hasta el 7%. «La situación en el sector bancario ha mejorado. El número de entidades de crédito activas se ha reducido desde las más de 900 en 2013 hasta las aproximadamente 469 en 2019. La morosidad sigue siendo algo elevada, por encima del 8%, pero muy inferior a la de 2016, cuando la tasa alcanzó casi el 18%. El sector bancario en su conjunto también está bien capitalizado».
Y en cuanto a la nueva ronda de sanciones que impuso el Departamento de Estado de Estados Unidos a Rusia en agosto de 2019, y que prohíben a los bancos estadounidenses participar en el mercado primario de bonos soberanos y prestar fondos no denominados en euros, desde Crédito y Caución apuntan que los inversores estadounidenses pueden seguir participando en los mercados secundarios y, por lo tanto, las medidas no darán lugar a una venta repentina de la deuda soberana existente. «Es probable que en 2020 Estados Unidos imponga nuevas sanciones, pero no prevemos que supongan un cambio significativo en la actual situación», detallan.
2% en 2020
Según se desprende de las perspectivas proyectadas por el FMI, el moderado crecimiento de las economías emergentes y en desarrollo de Europa refleja en gran medida la desaceleración sufrida por Rusia, un país que podría recuperar sus ritmos de avance a lo largo del año próximo, cuando el termómetro aumentaría unos cuantos grados centígrados hasta situarse en torno al 2%. Y Crédito y Caución revela que la posibilidad de un nuevo endurecimiento de las sanciones o una escalada de las tensiones geopolíticas plantean riesgos a la baja.
Sus expertos vaticinan que la demanda interna seguirá sosteniendo el crecimiento, pero la disminución de los salarios reales pesa sobre la expansión. A medio plazo, las perspectivas de tasas de crecimiento más elevadas y sostenibles continúan siendo escasas.
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