Presupuestos del Estado
El caos o las 1.000 vidas de los Presupuestos de Cristóbal Montoro
El Gobierno está muy atado de pies y manos en el terreno presupuestario y se enfrenta a un callejón sin salida, aunque podría alegar la excepcionalidad para capear el temporal
Pedro Sánchez ha anunciado que quiere unos «Presupuestos de Reconstrucción Nacional» para afrontar las consecuencias de la recesión que ya ha provocado el Covid-19. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, tendrá que elaborar unos Presupuestos completamente nuevos, porque los que estaban previstos –se aprobaran o no– ya no sirven. Todo ha cambiado. Hasta que lleguen esas nuevas cuentas el Gobierno está limitado, al menos en parte, por los Presupuestos vigentes, que son los ya históricos de Cristóbal Montoro, aprobados en la primavera de 2018. Fueron prorrogados en 2019 y, de facto, vueltos a prorrogar, aunque por la puerta de atrás, a principios de 2020. Una Orden Ministerial rutinaria, del 20 de enero pasado, firmada por la titular de Hacienda y publicada en el BOE de 23 de enero, «adopta una serie de medidas de gestión del gasto público para garantizar que, en el escenario de prórroga de los Presupuestos del Estado vigentes en el año 2019 para 2020, se continúa con el proceso de reducción del gasto público». Nadie, tampoco María Jesús Montero, pensaba entonces en el Covid-19 ni imaginaba una situación como la actual. El Gobierno, sin embargo, sospechaba que podría tener problemas para aprobar los Presupuestos, y por eso puso en marcha los mecanismos casi automáticos de prórroga.
La gran pregunta ahora es: ¿qué puede hacer el Gobierno hasta que apruebe los próximos Presupuestos? No hay precedentes de una situación como la actual. En teoría, y según la ley, debería atenerse a los que todavía están en vigor, que son los de Montoro, que han batido todos los récords de longevidad. También en teoría, el Gobierno estaría obligado a reducciones adicionales del déficit, así como a ajustarse a los gastos aprobados, aunque tendría algún margen de maniobra. El problema es que, con el país en estado de hibernación económica y en pleno «Estado de Alarma», es tan imposible aplicar y regirse por los Presupuestos vigentes como adoptar políticas muy diferentes. Por ejemplo, la prórroga presupuestaria, por razones excepcionales, permitiría prolongar e incluso incrementar algunos programas de gasto. Sin embargo, no se pueden acometer proyectos nuevos, algo que parece inevitable en estas circunstancias. Sí sería posible, no obstante, adaptar alguna, por ejemplo, las prestaciones por desempleo y otro tipo de ayudas y subsidios ya en vigor. Supondrían más gasto, pero sería legal. También podría, según algunas interpretaciones, subir los impuestos actuales, pero no crear unos nuevos. En cualquier caso, el Gobierno está muy atado de pies y manos en el terreno presupuestario y se enfrenta a un callejón sin salida o a algo parecido al caos. No obstante, en momentos excepcionales como los actuales, ocurriría algo similar aunque hubiera aprobado sus propias cuentas. Los Presupuestos se elaboran a partir del llamado «cuadro macro», es decir, una serie de previsiones de ingresos, gastos, empleo y con el objetivo de reducir el déficit hasta alcanzar el equilibrio presupuestario. La crisis del Covid-19 ha hecho saltar todo eso por los aires. En primer lugar, el Estado ingresará mucho menos –incluso un 25%– y gastará bastante más, lo que disparará el déficit. Es un escenario que exige un replanteamiento general, casi un «Prespuesto base cero». Hasta que llegue, la Administración está obligar a apoyarse en los Presupuestos vigentes, los de Montoro, el de las mil vidas, y utilizar recovecos, al filo de la ley, para capear el temporal hasta que haya nuevos Presupuestos. Eso, o el caos.
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