Tecnología
La pandemia de la COVID-19 ha evidenciado la necesidad de contar con un sistema de salud robusto y apoyado en las tecnologías como palanca clave para compartir información. Si bien esta crisis sanitaria ha sido un catalizador para el despliegue rápido de algunas herramientas tecnológicas en el sector, en el futuro próximo puede ser un punto de inflexión para avanzar en la transformación digital del sistema.
La interoperabilidad, o la capacidad de diferentes sistemas de información, dispositivos o aplicaciones para conectarse e intercambiar datos, constituye un reto para reducir la brecha de salud en los países menos desarrollados, avanzar hacia sistemas más sostenibles y, por supuesto, afrontar escenarios de crisis sanitarias como la actual.
«Los sistemas clínicos interoperables con transmisión en tiempo real a un centro de conocimiento podrían anticipar brotes epidemiológicos de salud pública, compartir con agilidad la evaluación de la respuesta a los diferentes tratamientos para seleccionar los más efectivos o disminuir tareas administrativas de digitación en los sistemas y de consolidación de datos para reportes estadísticos», explica Antonio Martos, director de Sanidad de Minsait, una compañía de Indra.
La compañía acaba de presentar el «Libro Blanco sobre Interoperabilidad en Salud», donde muestra las claves de este modelo, que convierte al paciente en dueño de su información y facilita el intercambio de datos para garantizar la continuidad asistencial, personalizar la atención y realizar mejores diagnósticos y tratamientos.
El informe pone foco en Latinoamérica, donde la interoperabilidad se presenta como una oportunidad para afrontar los importantes retos de salud que existen en la región; desde el acceso universal a los servicios de salud, hasta la prevención, detección y tratamiento de enfermedades crónicas y degenerativas. Además, incide en el importante papel de los sistemas interoperables como aceleradores de la e-Salud al permitir la adopción del Big Data o la inteligencia artificial. «Se trata de tecnologías que sirven de apoyo para extraer valor de los datos y lograr sistemas de salud más sostenibles, en los que se brinde una atención más centrada en el paciente y la información clínica sea un aspecto relevante que guíe las decisiones de los distintos agentes», explica Antonio Martos.
La heterogeneidad del dato, el uso de múltiples estándares y la aversión al trabajo en entornos abiertos, se perfilan en el estudio como las principales barreras a la interoperabilidad. Frente a ello, el director de Sanidad de Minsait aboga por un modelo tecnológico «capaz que deberá resolver las dificultades que supone el uso de las historias clínicas fragmentadas y con limitaciones, permitiendo trabajar bajo un marco de datos normalizados, libres de propiedad privada, y capaz de desarrollar nuevas funcionalidades de forma independiente al proveedor».
De España a Bahrein
La elaboración del estudio se basa en el conocimiento que tiene Minsait de sistemas de salud de todo el mundo y en la experiencia extraída de los proyectos desarrollados en países como Colombia, Chile, Bahrein y España, «una geografía que mantiene una trayectoria dilatada de apuesta por la interoperabilidad, sobre todo a nivel autonómico, donde se han hecho esfuerzos importantes en consolidar la información de los distintos niveles asistenciales, haciendo interoperables datos de atención primaria y especializada», apunta Antonio Martos.
En esta línea, considera que la interoperabilidad entre la información de salud procedente de la atención en los centros públicos y privados, «es uno de los retos principales» a los que se enfrenta la sanidad española en este ámbito. La compañía también ha colaborado en nuestro país en la interoperabilidad de la receta, cuyo objetivo es permitir la dispensación desde cualquier farmacia, por medios electrónicos, de la medicación prescrita en otra comunidad autónoma.
Entre sus proyectos actuales en desarrollo, destaca la creación de una historia clínica única, integrada y accesible para profesionales y pacientes de todos los niveles sanitarios de las Islas Baleares, una iniciativa que contempla, entre otras cosas, la normalización de la información clínica recibida de múltiples «sistemas origen» que proporcionan información al repositorio global. Además, Minsait colabora con el Ministerio de Sanidad en iniciativas para permitir el acceso a la información de salud del paciente entre los diferentes sistemas sanitarios europeos.
Fuera de nuestras fronteras, es muy emblemático el proyecto de interoperabilidad en los 22 hospitales públicos de Bogotá, que tiene como fin centralizar la información clínica de los pacientes para mejorar y agilizar la atención a una población que supera los 8 millones de habitantes.
«Se trata de la primera solución en Latinoamérica basada en el nuevo estándar de interoperabilidad FHIR de HL7 y facilitará la interconexión y registro de los datos integrados en la historia clínica electrónica, independientemente de los sistemas originales», destaca Antonio Martos.
Otra referencia destacable es la colaboración con Claro, proveedor líder de telecomunicaciones en Latinoamérica, en el proyecto de Historia Clínica Compartida en Chile, «un ejemplo exitoso de sinergia entre ambas compañías que pretendemos extender a otros países de la región para abordar proyectos de interoperabilidad e historia clínica compartida, que entendemos son muy necesarios para los sistemas de salud en Latinoamérica», afirma.
Por último, a causa de la pandemia, Minsait está facilitando en Bahrein la interoperabilidad con hospitales que no están en el alcance de I-Seha, el sistema de salud de este país en cuyo desarrollo y operación también colabora Minsait.