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Ojo con la inflación

Tendido eléctrico perteneciente a red eléctrica, en Bilbao
Tendido eléctrico perteneciente a red eléctrica, en BilbaoLuis TejidoEFE

El hermano de nuestro ilustre ministro comunista de Consumo apostaba recientemente por darle sin más a la máquina de generar dinero como fórmula para acabar con la crisis. No debió caer el hombre en que justamente eso, imprimir billetes sin parar, es lo que hace Venezuela desde que subiera al poder Hugo Chávez y pusiera en práctica una política monetaria alocada, generadora de tal hiperinflación que ha llevado a los venezolanos a pagar ocho millones de bolívares por una simple cerveza.

No vamos a llegar aquí a una situación semejante, pero conviene advertir de los males que sufriremos de no controlarse a tiempo una inflación cuyo exponente más escandaloso es el precio de la luz. Al paso que vamos, muchas familias no van a poder pagar la electricidad de sus hogares. Pero no es sólo la luz. Este pasado mes de agosto recibí tres diferentes notificaciones de empresas informando de relevantes subidas de precios «debido a la carestía de materias primas».

España ha cerrado agosto con un 3,3 de inflación. La media en Europa ha sido del 3 y en Alemania el 3,9, habiendo sido peor en Estonia (5), Lituania (4,9) y Bélgica (4,7). Cifras todas desalentadoras, pues la UE se jactaba de saber controlar los precios, que difícilmente ultrapasaban el 2 por ciento.

La escasez de materias primas por la pandemia es una de las razones que explican la tendencia alcista. La otra, y principal, la emisión de dinero por el BCE por encima de la demanda real. Ni que decir tiene que, a más inflación, menos poder adquisitivo de los salarios, menor valor del ahorro e incertidumbre sobre nuestro dinero.