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Todo era mentira
Resulta que hoy la reforma laboral no se puede derogar
Después de haber dicho veinte veces o más que la reforma laboral de Fátima Báñez sería derogada “toda”, “entera”, “totalmente”, “de arriba abajo”, y que no iba a quedar de ella “ni los palos”, resulta hoy que, hombre, derogar-derogar, “no se puede derogar”. Que lo de derogar era sólo “un fetiche”, una artimaña, un guiño, algo que se agitaba para hechizar a la tropa comunista, a los camaradas sindicalistas, a las falanges podemitas ansiosas de devorar todo cuanto huela a Rajoy, a Aznar, al PP o Ayuso. O sea, una vendetta. Pero hete aquí que, al final, lo que va a haber es no más que un apaño. No se deroga el abaratamiento del despido, tampoco la temporalidad, y sólo les queda dar a los sindicatos más poder, más dinero en los presupuestos y la potestad de imponer los convenios marco a las empresas. Que ya veremos si es aceptado por la CEOE. Está en manos de Garamendi darle a Yolanda una salida. De lo contrario la nueva vedette del neo-comunismo patrio se estrellará contra su propio gobierno, antes de avanzar en el ansiado proyecto de frente-amplio, antes de entregarse a Redondo para que le organice la campaña, en competencia directa con Sánchez, en loor de las multitudes izquierdosas, huérfanas de líder tras la huida de Iglesias a las tertulias de Racú.
Yolanda escaló gracias a los Erte de la reforma laboral de Rajoy. Decía que los iba a derogar. Decía pero no quería. Quería pero no sabía. Ahora no sabe lo que quiere. Solo sabemos que todo era mentira. La reforma laboral, las pensiones, los presupuestos. Mentira.
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