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Muere Miguel Boyer

Adiós al «superministro»

El ex ministro de Economía Miguel Boyer fallece a los 75 años víctima de una embolia pulmonar

Un hombre clave. Boyer dio un impulso decisivo a la economía española con su paquete de medidas liberalizadoras
Un hombre clave. Boyer dio un impulso decisivo a la economía española con su paquete de medidas liberalizadoraslarazon

Escribo esta crónica de urgencia en Río de Janeiro, donde asistió al congreso de Ingeniería FIDIC, que preside nuestro compatriota Pablo Bueno, presidente de Typsa. Y cuando dicto estas palabras noto un sentimiento de dolor por el que fue un gran amigo que ya ha entrado en la memoria histórica.

Se dice del profesor Nash, premio Nobel de Economía, que tuvo una inteligencia privilegiada, de lo que hicieron una gran película. Y yo creo que Miguel Boyer, que falleció ayer a los 75 años víctima de una embolia pulmonar, estaba dentro de ese círculo de capacidades muy notables de análisis y valoraciones. Físico de estudios básicos y economista avanzado después, fue uno de los que apoyóaron la teoría de Einstein sobre la velocidad de la luz, cuando hace pocos años se suscitó que los neutrinos podían ganar en rapidez a los fotones. Y las contrastes ulteriores dieron la razón a Don Alberto y a Don Miguel.

La vida de Miguel Boyer puede ser recapitulada con facilidad buscando alguna de las biografías que se le hicieron. Y entre sus gestas más singulares cabe señalar que fue él quien introdujo a Felipe González en toda la étlite de los banqueros y grandes empresarios de España, llevándolos a la convicción de que el joven «Isidoro» podría gobernar España. Y desde 1982, cuando efectivamente se produjo la primera alternancia democrática en España, Boyer supuso una notable dosis de sabiduría para que en estos pagos ibéricos no se reprodujeran los mismos errores inducidos por Mitterrand en 1981 con su socialismo izquierdista a ultranza, que luego hubo de rectificar con grandes costes políticos.

Entre las sombras de los aportes de Boyer al primer gobierno socialista de nuestra democracia actual, cabría citar , tal vez en combinación con Alfonso Guerra–, la confiscación, que no expropiación, de Rumasa, que luego derivó en una serie de situaciones en que las filias gubernativas se tradujeron en graves y muy diversas corruptelas.

En cualquier caso, Boyer dio al sistema económico español, que bien lo necesitaba, la mejor muestra de flexibilidad y liberalización en el mercado inmobiliario. Se propició la construcción de viviendas de alquiler para un país anquilosado en el quietismo de la vivienda de propiedad familiar. Y de hecho, el importante impulso que recibió la construcción de todas clases no provocó una burbuja financiera ni mobiliaria como la que conocimos a partir de 2008.

Hombre frío y reflexivo para la vida pública, en su recorrido privado fueron otras sus cualidades, Boyer introdujo una racionalidad indudable en la política económica. Fue por entonces cuando la privatización de empresas públicas empezó a despegar, para ir poniendo término a un sistema industrial anquilosado, y dar salida a todo un nuevo proyecto que con el tiempo llevaría a la emergencia de numerosas empresas españolas que acabaron haciéndose multinacionales. Todo ello en la senda del nacimiento del euro, cuyas posibilidades acarició con mayor sensibilidad que el ministro de Hacienda, Carlos Solchaga, que pensaba que el ulterior euro llegaría para el año 2020 o 2030.

Desgraciadamente, en 1985, sin que su ejecutoria llegara a los tres años, Boyer salió del Gobierno González. Dicen que quería acumular a su cargo de Economía el Ministerio de Hacienda, y que además aspiraba a vicepresidente del Gobierno, tal vez pensando que en no mucho tiempo llegaría a ser inquilino de La Moncloa. Aspiraciones que no encontraron, por razones obvias, encaje en los propósitos de Don Felipe, y entre eso y sus no menos fuertes vocaciones sentimentales ya antes aludidas, Miguel Boyer optó por la mano de Isabel Preysler.

A partir de ese momento, el físico-economista sería presidente de alguna empresa pública (CLHC) y asesor de no pocos intereses privados. Pero con una especie de tono de nostalgia personal que nunca ocultó, y un sentimiento generalizado de que la gobernación de España había perdido una persona clave en aquellos tiempos.

La última vez que vi a Boyer fue en una invitación que le hice en un coloquio de economía en 2009. Y se mostró muy duro con la política de ZP, preconizando una cierta austeridad como base única de la recuperación necesaria. Y ahora que un gran rotativo está publicando una serie de novelas de Julio Verne, recordaré que cuando Miguel Boyer pasó por una hepatitis, le llevé una colección de obras selectas del gran escritor francés. Le llamé pocos días después, para interesarme por su dolencia y me contestó: «Ramón, gracias, me encuentro mucho mejor, pues estoy dando la vuelta al mundo y creo que tardaré menos de 80 días».

Enfrentado a su partido

Miguel Boyer pasará a la historia por las medidas liberalizadoras que introdujo en la economía española. Sin embargo, esos mismos cambios que impulsó le granjearon enemistades dentro de su partido, el PSOE. Muchos no entendían que actuase en contra de algunos puntos del programa socialista.

*Catedrático de Economía Aplicada/Cátedra Jean Monnet