Rescate a Grecia
El BCE mantiene a Grecia con respiración asistida
a banca helena dispondrá únicamente de una línea de emergencia de 89.000 millones.
El Banco Central Europeo (BCE) continuará sin cambios el plan de préstamos de urgencia a Grecia, según declaró ayer en un comunicado tras una reunión extraordinaria. La línea de crédito se mantendrá en los niveles que se acordaron el pasado viernes, en torno a los 89.000 millones de euros, sin cambio en las condiciones. La institución monetaria, sin embargo, advirtió de que su decisión podría ser reconsiderada en cualquier momento y declaró haber tenido en cuenta en su resolución los últimos sucesos: el anuncio de la celebración del referéndum griego y la suspensión del programa de rescate a Grecia.
En el comunicado del organismo se anunció que el BCE «examinan con atención la situación y sus potenciales implicaciones de cara a su política monetaria» y, para ello, la entidad «está determinada a utilizar todos los instrumentos a su disposición en el marco de su mandato». La mención a su mandato hace intuir que la institución monetaria no cambiará sus reglas, las cuales no permiten financiar la economía griega cuando expire el plan de ayuda el curso, el 30 de junio. Es la fecha en la que Grecia debe abonar 1.600 millones de euros a uno de sus acreedores, el Fondo Monetario Internacional (FMI). A partir de ese día, se pondrá punto y final en la financiación para Atenas. A pesar de la petición del país heleno, los ministros de Finanzas de la zona euro rechazaron la semana pasada la prolongación de este plazo.
Por su parte, el presidente de la institución, el banquero Mario Draghi, declaró que «el BCE seguirá trabajando estrechamente con el Banco de Grecia para mantener la estabilidad financiera», hablando de un apoyo al sector bancario heleno y comprometiéndose, a su vez, a «respaldar enérgicamente el compromiso de los Estados miembros a la hora de abordar las fragilidades de las economías de la eurozona».
La salvación de la banca
También Yanis Stournaras, el gobernador del Banco de Grecia y, a su vez, miembro del consejo del FMI, aseguró que su institución «tomaría todas las medidas necesarias para asegurar la estabilidad financiera de los ciudadanos griegos en estas difíciles circunstancias». Esta decisión del organismo comunitario ha sorprendido a muchos banqueros y economistas que preveían un cambio de condiciones al conocerse la ruptura de las negociaciones entre Atenas y la zona euro.
El BCE ha tenido un papel protagonista en el plan de ayuda a los bancos griegos mediante las inyecciones de liquidez que han evitado la quiebra de muchos de ellos, así como la salida de Grecia de la Unión Europea. El mayor instrumento del que se ha servido es el programa de provisión urgente de liquidez, conocido como ELA, por sus siglas en inglés, mediante el que las entidades financieras helenas pueden acceder a préstamos extraordinarios a través del Banco central de Grecia de hasta un máximo de 90.000 millones de euros si demuestran solvencia. Fuentes europeas del sector aseguran que los cuatro bancos más grandes de Grecia ya se habrían declarado en bancarrota de no haber sido por la aportación de la institución comunitaria. Además, en las últimas semanas, el BCE fue aumentando gradualmente el techo de financiación de emergencia, y lo subió en 4.000 millones de euros a modo de respuesta por la masiva fuga de capitales que sufrieron los bancos griegos. La ruptura de las negociaciones de Atenas con sus acreedores incrementa el miedo de los ciudadanos helenos a que se produzca el temido corralito o a que tengan lugar los controles de capital en Grecia.
Es más, Atenas ya se vio ayer obligada a establecer límites en las retiradas de dinero en efectivo o en las transferencias bancarias, una medida que comienza hoy tras una retirada en masa del dinero de los bancos por parte de los ciudadanos.
A pesar de esta decisión, el tiempo se acaba para Grecia. El programa de rescate expira en dos días y Atenas y ya no tendrá acceso al tramo final de las ayudas que le quedaban por cobrar, 7.200 millones de euros. Además del pago que tiene que asumir el 30 de junio, en julio debe abonar otros 4.000 millones al FMI.
En Alemania se vive una situación de alerta frente a la crisis griega. Berlín recomienda a sus ciudadanos que viajen a Grecia, un destino de vacaciones muy habitual en estas fechas, que dispongan de su dinero en efectivo, por si llegase a producirse la clausura continuada de los bancos.
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