Industria del automóvil
El motor empieza las medidas «antisecesión»
El grupo Renault Nissan ha pospuesto sus inversiones en Barcelona hasta 2018 y Citroën embarcará sus C-3 desde el puerto de Valencia
El grupo Renault Nissan ha pospuesto sus inversiones en Barcelona hasta 2018 y Citroën embarcará sus C-3 desde el puerto de Valencia.
Aunque ninguna compañía del sector automovilístico en España ha trasladado de momento su sede social fuera de Cataluña ante el desafío independentista, lo cierto es que ya hay movimientos importantes, si bien las empresas se niegan a reconocer que sean consecuencia del movimiento nacionalista. Por ejemplo, la decisión de la marca Citroën, integrada dentro del grupo PSA, de realizar los embarques de su modelo C-3 producido en la planta de madrileña de Villaverde desde el puerto de Valencia en lugar de embarcarlos en el puerto de Barcelona, que es como sucedía hasta ahora. La razón oficial dada por la marca es de «conveniencia logística», pero no se oculta una preocupación sobre el futuro de los acontecimientos en Cataluña y la necesidad de asegurar la regularidad de los envíos.
Por otra parte, el Ministro de Economía, Industria y Competitividad, Luis de Guindos sugirió, con ocasión del 140 aniversario de Ibercaja, que el «procés» había dado al traste con nuevas inversiones en Cataluña en el motor. Lo expertos del sector entendieron que los planes iniciales del responsable de Tesla, Elon Musk, de establecer una planta en Europa para la producción de sus modelos de coches eléctricos, continuaban adelante, pero que había descartado la posibilidad de ir a Barcelona a la vista de la inseguridad jurídica a medio plazo que presentaba la situación independentista y estaría decidiéndose por otras alternativas que se han ofrecido en otros países de la Unión Europea.
Inversión congelada
Otro caso de planificación que está en duda es la continuidad de la factoría de Nissan en la Zona Franca. En principio se había anunciado una toma de decisión sobre nuevas inversiones para esta planta justo después de este verano. Es decir, en estas fechas. Pero el grupo Renault Nissan ha anunciado que pospondrá la decisión sobre nuevas inversiones en Barcelona hasta el año que viene. Se señala desde la empresa que no ha sido una decisión ligada al referéndum ilegal celebrado el pasado 1 de octubre, pero la realidad es que la autorización sobre nuevas inversiones está temporalmente congelada. No ayuda, además, el hecho de que las previsiones de producción en esta planta ha caído de 97.740 unidades a 92.053 en el año fiscal japonés 2017-2018, debido al retroceso en los mercados de Oriente Medio del modelo Pulsar. Aunque han mejorado ligeramente las expectativas del furgón NV200, este incremento no compensa las anteriores pérdidas.
En el resto de las marcas que no tienen plantas de producción en Cataluña, pero que operan en ese mercado, la posición no es muy diferente. Todos están a la espera de los acontecimientos políticos, pero tienen preparados ya los planes de acción. El primer movimiento será el de reestructurar su red comercial. Una importante marca japonesa ya ha anunciado verbalmente a su concesionarios que, el mismo día de la hipotética declaración de independencia quedarían anulados todos los contratos de distribución para pasar a renegociar unas nuevas condiciones. Algo que ha provocado una gran preocupación, no sólo en los empresarios directamente interesados, sino también en las asociaciones de concesionarios ya que, en todos los casos, las marcas variarán sus condiciones comerciales.
Menos competitividad
«Fuera de la Unión Europea es más que probable que se incremente el régimen fiscal –comentaba el presidente de una importante marca importadora–, lo que supondrá un incremento del precio del producto final y, consecuentemente, un descenso en las ventas. En estas condiciones, no podremos mantener los acuerdos comerciales y la política de descuentos con nuestros proveedores, que deberán endurecerse de manera inmediata».
Pero las consecuencias de la situación no sólo afectarán a fabricantes y distribuidores, sino a la potente industria auxiliar afincada en Barcelona y que abastece a las grandes plantas de producción, sobre todo a la de Seat de Martorell, en una política llamada «justo en el tiempo» que requiere tener el almacén de piezas junto a la cadena de montaje. Un descenso en las cifras de producción repercute directamente en su volumen de trabajo y, por lo tanto, en su rentabilidad. La industria auxiliar española, ahora muy potente, puede perder competitividad fuera.
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