Crisis bancaria
«El pacto de Washington» para salvar el popular
El mercado cree que el Gobierno y Banco Santander «acordaron», en la cumbre de primavera del FMI, una solución que evitara su liquidación al menor coste.
El mercado cree que el Gobierno y Banco Santander «acordaron», en la cumbre de primavera del FMI, una solución que evitara su liquidación al menor coste.
El primer rescate de una entidad financiera desde que se creó el Mecanismo Único de Resolución, la máxima autoridad de la Unión Europea para resolver las situaciones de crisis en el sistema bancario, sigue rodeado de un cierto halo de misterio. Por mucho que desde el sector y las autoridades regulatorias se haya calificado la operación de éxito por la solución elegida y por la celeridad con la que se resolvió la crisis, una sola noche.
Ni Mario Draghi ni Elke Köning ni el FROB ni el Ministerio de Economía ni el banco comprador han dejado claro cómo se desarrolló el proceso que desembocó en la mañana del miércoles con la venta de Banco Popular al Santander por un euro.
La normalidad con la que pasaron las últimas horas de Popular como entidad cotizada han hecho pensar a los analistas consultados por LA RAZÓN que la operación fue un tema que se fraguó en la reunión de primavera del Fondo Monetario Internacional, celebrada en Washington a finales del mes de abril.
Cuanto más barato, mejor
A mediados del mes de abril, las acciones de Banco Popular entraron en barrena al llegar su cotización a rozar los 60 céntimos. Su suerte parecía echada, pero el Ministerio de Economía, que ha tutelado con el menor ruido posible la mayor crisis del sistema financiero de España, no quería un nuevo problema en el sector. Según las fuentes consultadas por este diario, De Guindos aprovechó la reunión de primavera del FMI para «sugerir» a Ana Botín su apoyo en la solución de la crisis del Popular. Una solución que pasara por la integración del banco que presidía Emilio Saracho en el grupo y no por su liquidación.
Desde que el Gobierno tuvo que intervenir Caja Castilla-La Mancha, en la Semana Santa de 2009, Banco Santander ha mantenido su perímetro de consolidación en España inalterado. No ha participado en ningún proceso de compra. Ni siquiera al amparo de las ayudas públicas de las que otras entidades se han beneficiado gracias al acuerdo suscrito con las autoridades europeas, que posibilitaron créditos de hasta 100.000 millones de euros para sanear el sector. Quizás por eso, Santander estaba en deuda.
BBVA, el segundo bancario español más grande, se hizo en su momento con Unnim y después con Catalunya Caixa. Caixabank compró Caixa Girona y Banca Cívica, primero, y Banco de Valencia, después. Banco Sabadell tomó la CAM y Banco Gallego. Hasta Banco Popular acabó comprando, eso sí, sin ayudas, Banco Pastor en 2011.
En esa reunión en Washington, De Guindos salió con el compromiso de la presidenta del banco de que actuaría en la solución del problema si llegaba el caso, con la condición de un saneamiento previo de Popular costeado sus accionistas y los tenedores de deuda subordinada y no Santander. Eso, según los analistas consultados, podría explicar que tanto el regulador bancario como la CNMV no intervinieran durante el calvario bursátil que las acciones de la entidad sufrieron desde entonces.
Apenas unas horas después de que el proceso legal de compraventa se cerrara, Ana Botín reconocía que la entidad que preside no había presentado ninguna «muestra de interés» en el periodo de tanteo que JP Morgan inició por expreso deseo de Popular. Se trataba de ver qué entidades bancarias estaban dispuestas a iniciar un proceso de fusión.
Silencio oficial
Horas después, tanto Mario Draghi, presidente del BCE, como Vítor Constâncio, vicepresidente, se felicitaban por la solución de la crisis tras la reunión del consejo de gobierno en Tallin (Estonia), pero se desvinculaban de la solución. «Nuestra competencia era determinar que la entidad (Popular) estaba en graves dificultades o era probable que fuera a estarlo. Después de que el BCE estableciera esta determinación, fue la Junta Única de Resolución la que tuvo las competencias legales para establecer cuál era el procedimiento de resolución más adecuado para resolver la situación de iliquidez del banco.
El fuerte castigo al que sometieron los inversores en los últimos años al precio de las acciones provocó una pérdida de confianza de los clientes, que se tradujo en una fuga masiva de los depósitos. En los últimos cinco meses, según han comentado distintas fuentes a este diario, han salido alrededor de 29.000 millones de euros.
El FROB tampoco fue más explícito a la hora de enmarcar el proceso. Fuentes del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria reiteraron que se abrió un «proceso competitivo», solicitando a las entidades interesadas ofertas para evitar la liquidación de Popular, la peor de las soluciones para cualquier entidad bancaria. A pesar de la insistencia y alegando razones de confidencialidad, nadie ha desvelado cuántos bancos realizaron una oferta en firme por Popular. Únicamente que la de Banco Santander fue la mejor.
Con la incorporación de Popular a su órbita, son ya cinco de los «siete grandes bancos» de los años 80 los que están integrados en Santander, tras Central, Hispano Americano y Banesto.
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