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Análisis

El empobrecimiento de la economía española no frena

Las familias siguen perdiendo poder adquisitivo por la confiscación tributaria y las políticas económicas de Sánchez

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez ante el Pleno del Congreso Alberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS

Los fuegos de artificio del crecimiento sostenido a corto plazo por el gasto público, no solo deterioran la economía en el medio y largo plazo, por los graves desequilibrios que generan, sino que, pese a dicha anestesia no logra tapar el periodo de intenso empobrecimiento de las familias. Es cierto que la economía resiste en el corto plazo, pero apoyada en el subsidio y en la eventualidad. Nunca se han firmado más contratos indefinidos que han concluido a los pocos días; nunca ha habido más contratos a tiempo parcial; nunca el nivel del gasto ha sido más alto; nunca, desde la Guerra de Cuba, la deuda sobre el PIB ha sido tan elevada que en este periodo.

Hemos vivido muchos meses de elevada inflación medida por el índice de precios, con un incremento de los mismos todavía superior en muchos alimentos y productos básicos, que ha ido estrangulando a las familias en los últimos tiempos, pues la inflación es un cáncer que se enrosca en la economía productiva y la carcome. Así, desde que el presidente Sánchez llego al Gobierno, la inflación ha subido un 22,38% y la subyacente un 20,09%. Los bancos centrales reaccionaron tarde y los gobiernos no han dejado de presionar al alza los precios, alimentando los cuellos de botella de manera artificial, con su política fiscal tremendamente expansiva por el lado del gasto público, que dificulta y retrasa la aplicación de la política monetaria.

Es el empobrecimiento de la población, cuya economía pende de un hilo que, si se rompe, en forma de pérdida del puesto de trabajo, no va a poder afrontar sus compromisos de pago, pues los ahorros los ha gastado ya para combatir la inflación, sin generar nueva capacidad excedentaria de recursos. La economía española no deja de perder productividad y competitividad, y el cambio de modelo económico no está girando hacia una economía más productiva, especializada en productos y

servicios de alto valor añadido, sino que marcha en sentido contrario, hacia una economía de bajo valor añadido, con crecientes subsidios y pérdida de capacitación

profesional.

Eso provoca que el crecimiento español, además de ser cortoplacista, se impulsa, en gran parte por crecimiento de población, pero con pérdida de prosperidad, como muestra la evolución de PIB per cápita en paridad del poder de compra, donde España ha dejado de converger y ha retrocedido respecto de la media de la UE, quedando en el 90% de la media de la UE, y si no estamos por debajo se debe a la revisión extraordinaria del PIB, que lo ha elevado dos puntos para el mismo año, volviendo a ser potencial receptor de fondos de cohesión a los que optan los países más pobres de la UE.

Crecemos por el aumento de la inflación, que impulsa el PIB nominal, pero en términos reales el crecimiento está muy por debajo en este último sexenio. Eso provoca que la economía y, con ella, la población, vean cómo se empobrecen: el PIB per cápita nominal crece, pero menos que el PIB nominal, lo cual pone de manifiesto que hay empobrecimiento de la economía, porque está creciendo el PIB por la inflación y por acumulación de población, pero crece menos el PIB que la población, además de crecer menos en términos reales en comparación con el dato nominal (21 puntos menos entre 2018 y 2024), que hace que perdamos posiciones en la UE respecto al PIB per cápita medio.

Adicionalmente, ahora que hemos presentado la declaración del IRPF, conviene volver a recordar que los ciudadanos tienen que soportar una carga de impuestos todavía mayor, que hace que su renta disponible merme también por esta vía: más IRPF, más cotizaciones a la Seguridad Social, y más impuestos indirectos, hacen que el infierno fiscal contribuya de manera clara y potente al empobrecimiento familiar. Es una situación que puede comenzar a ser insostenible y que solo empeorará a medida que el Gobierno aumente gasto e impuestos.

Así, la renta disponible media por persona en los hogares pasa de 15.618 euros en 2018 a 16.480 euros en 2023, un crecimiento del 5,52%. En el mismo periodo, el IPC crece un 17,80%. Como la renta bruta per cápita de los hogares crece un 18,85% en dicho periodo, se infiere una pérdida fuerte de poder adquisitivo por miembro del hogar, debido a crecimiento de población, que no a actividad económica, y a subida de impuestos. Así, mientras el IPC crece un 17,80% entre 2018 y 2023 y la renta bruta per cápita de los hogares crece un 18,85%, la renta disponible per cápita de los hogares lo hace solo un 5,52% –no hay datos a 2024–. Todo ello, muestra la pérdida de poder adquisitivo de las familias en gran parte por la confiscación tributaria. Sánchez y su política económica empobrece la economía española.