Infraestructuras

En busca de una movilidad conectada y responsable

Ángel Guerra, Pablo Sáez, Manuel Prieto, Jaime Moreno y Jacobo Díaz. Abajo: Ezequiel Domínguez y Miguel Aguilar
Ángel Guerra, Pablo Sáez, Manuel Prieto, Jaime Moreno y Jacobo Díaz. Abajo: Ezequiel Domínguez y Miguel Aguilarlarazon

En 2020, el 90% de los vehículos estarán conectados. Los expertos instan a recuperar las inversiones en infraestructuras para optimizar su gestión y reducir la siniestralidad.

Atascos de pesadilla, niveles de contaminación alarmantes, siniestros que podrían evitarse... Vehículos e infraestructuras podrán conectarse para lograr una movilidad inteligente y un desarrollo urbano responsable. Las carreteras avisarán de cualquier incidencia y los ciudadanos tendrán a su alcance un mar de datos en el que navegar para informarse... todos conectados, en busca de un tráfico sostenible. En la era del internet de las cosas, cuando la tecnología avanza a velocidad de vértigo, la realidad puede superar a la ficción. Y la movilidad no resulta ajena a esta revolución imparable.

Las posibilidades resultan numerosas y los retos, nada desdeñables. Por ello, y como antesala a la celebración del Salón Internacional de la Movilidad Segura y Sostenible, Trafic, LA RAZÓN reunió a distinguidos expertos que debatieron largo y tendido para desgranar los entresijos de un sector que se afana con ahínco en conseguir resultados palpables.

Si bien años atrás la inversión en infraestructuras permitió un desarrollo puntero, la dañada coyuntura económica supuso un parón. Y las consecuencias pueden resultar nefastas. Una vez superados los peores episodios de la crisis, Miguel Aguilar, director de Trafic, considera que las administraciones públicas deberían preparar un programa para mantener e, incluso, incrementar las inversiones. Respecto al desarrollo urbano, animó a implementar medidas compatibles con el bienestar en las ciudades. «Trafic quiere crear ese núcleo de pensamiento que ayude a poner en marcha políticas que permitan a los empresarios desarrollar sus soluciones técnicas». Pese a comprender la necesidad de una cierta austeridad, lamentó que actualmente en España no se invierta lo suficiente. «Los presupuestos para infraestructuras han adelgazado muy por encima de lo debido». De igual modo, abogó por una renovación del parque automovilístico, que supera los 10 años de antigüedad, y aseguró que «hasta que no haya cero víctimas, la seguridad vial será una asignatura pendiente».

Administraciones públicas y empresas privadas deben sumar esfuerzos, remar en la misma dirección. En 2020, el 90% de los vehículos estarán conectados. Así, la movilidad conectada constituye una apuesta importante para el futuro. Jaime Moreno, subdirector general de Gestión de Tráfico y Movilidad (Ministerio del Interior), recalcó que España es el quinto mejor país del mundo en cuanto a seguridad vial, lo que implica un esfuerzo añadido y una responsabilidad. «La conectividad nos da el impulso para alcanzar el objetivo de cero lesionados, cero retenciones y cero emisiones». De forma paralela, reconoció que la conectividad está más cerca de lo que pensamos y que la renovación del parque será el empuje definitivo. «Entre 2020 y 2030 veremos grandes mejoras».

Sistemas de frenado de emergencia, de avisos de abandono de carril, de detección de ángulos muertos en los espejos retrovisores... Los avances en los procesos de fabricación no cesan, pero el próximo hito será la conexión entre vehículos y carreteras. Manuel Prieto, subdirector general de Calidad y Seguridad Industrial (Ministerio de Industria, Energía y Turismo), destacó que «esta conectividad generará oportunidades industriales que ahora no imaginamos». Más allá de la implantación de los planes PIVE y PIMA, Prieto reveló que se están preparando otros nuevos para impulsar los vehículos que funcionan con energías alternativas. «Existe una apuesta decidida del Gobierno por el vehículo eléctrico», agregó.

Llamada de emergencia

Desde el 31 de marzo de 2018, los fabricantes no recibirán la homologación de la Comisión Europea si no incorporan en sus productos el eCall, un dispositivo que acelera la llegada de los servicios de emergencia al lugar donde se produzca un accidente. Prieto expuso que, de esta manera y según datos de la CE, se podrían salvar 2.500 vidas cada año en Europa, así como reducir entre un 10 y un 15% la gravedad de las secuelas de los heridos en un accidente de tráfico.

Además de mejorar la gestión de las infraestructuras, existe un reto de importante calado en cuanto a la seguridad vial y medioambiental. Jacobo Díaz, director general de la Asociación Española de la Carretera, se vanaglorió de que ningún país del mundo pueda poner sobre la mesa los datos sobre la excepcional, e incluso anormal, evolución que ha experimentado la siniestralidad en España, pero advirtió de que las exitosas políticas aplicadas pueden sufrir un cierto parón. Díaz elogió el trabajo efectuado sobre el factor humano y señaló la importancia de incidir en las infraestructuras para reducir el número de accidentes. Lamenta que el 40% de las víctimas en carretera se produzcan por salidas de vía, y que ese porcentaje permanezca estable durante los últimos 20 años. Tampoco admite que la siniestralidad urbana no haya bajado nada comparado con la interurbana, por lo que «la seguridad vial tiene ahí dos enormes campos de actuación». Desde un punto de vista medioambiental, no existe más discurso que la actuación. La solución frente al espantoso nivel de emisiones no puede ser dejar sin coches Recoletos los domingos por la mañana. «Hay un desfase claro entre los compromisos ambientales y las decisiones estratégicas. No existe una apuesta real por el control de las emisiones».

Lejos de construir al ritmo de hace dos décadas, el director general de la Asociación Española de la Carretera apuntó el desafío de mejorar la gestión de infraestructuras, «que no son pocas, ni malas». Crítico y elocuente, defendió un modelo diferente, y explicó que hasta que no se produzca una conexión directa con la infraestructura no habrá una movilidad más inteligente y segura, que pasará inevitablemente por una limitación de la capacidad de decisión del conductor. «Hoy en día se vende una movilidad cuando no existe una infraestructura capaz de soportarla. Para garantizar una movilidad conectada, se necesita más inversión».

Gracias a las inversiones que se realizaron años atrás, no sólo se ha conseguido reducir de manera significativa la siniestralidad, sino que se permitió apostar por el I+D y situar las empresas españolas entre las más competitivas del mundo. Latinoamérica, Estados Unidos, Rusia o Canadá son algunas de las zonas geográficas donde se han cosechado «éxitos apoteósicos». No obstante, una menor inversión conlleva el riesgo de perder el glamour tecnológico. Ángel Guerra, presidente de Pemtra, la patronal de las empresas de tráfico, piensa que salir al extranjero es clave y que todo el circulante que se invierte en un desarrollo hay que amortizarlo con las ventas. «Muchas empresas con buena cuenta de resultados han tenido que cerrar por no calibrar el dinero aplicado al I+D. Desarrollaron productos magníficos, pero el mercado no estaba preparado para recibirlos».

Mientras que el tráfico urbano en España implica unas inversiones de unos 70 millones al año, las del interurbano ascienden hasta los 90 millones. Guerra informó de que el 90% del dinero que la Administración pone al servicio de la seguridad vial es para el mantenimiento del sistema, y añadió: «La red principal de carreteras está bastante bien tratada, aunque no es perfecta. En la red secundaria se están acumulando demasiados accidentes».

Además de un derecho de los ciudadanos, la movilidad es una necesidad social. Y hay que estar convencido de ello. «Si la carretera no existiera, habría que inventarla». Pablo Sáez, director gerente de ACEX –Asociación de Empresas de Conservación y Explotación de Infraestructuras–, recordó que el 91% del transporte de viajeros y el 84% del de mercancías se efectúa por estas vías. «Conservar es una obligación». Para Sáez, el mantenimiento de carreteras debería tratarse de un servicio público tan importante como la educación o la sanidad.

Dolencias físicas, cardiopatías, enfermedades respiratorias... La contaminación pasa factura en la salud de los ciudadanos y, en grandes urbes como Madrid, la solución no parece sencilla debido a factores meteorológicos. Ezequiel Domínguez, coordinador general de Planeamiento, Desarrollo Urbano y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, defendió un cambio de modelo urbano, en el que todos los medios de transporte puedan convivir, sin que unos fagociten a otros. «El cambio de modelo es un cambio de mentalidad social». Insistió en la necesidad de racionalizar el espacio para recuperar una sociedad con niños en las calles y devolver las zonas públicas a los habitantes.

Aparcamientos gratuitos en el centro de la ciudad o recargas con un coste prácticamente nulo. El modelo del coche eléctrico es perfecto, pero sobre todo está orientado a la movilidad urbana. Además de las carencias que todavía persisten en los procesos de fabricación por su baja autonomía, aún quedan años para que veamos su irrupción en las carreteras. «El vehículo eléctrico es una modalidad más. La regulación debe pensar en el futuro y en la sostenibilidad», apuntó Aguilar. No obstante, los expertos coincidieron en que el vehículo no es el enemigo y en que el espacio hay que compartirlo mediante soluciones integrales y transversales.