FMI

España encabezará el crecimiento de las grandes economías este año

Sólo EE UU y China, con un 2,9% y un 6,6%, crecerán más que España en el presente ejercicio, según la institución.

La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde
La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagardelarazon

Sólo EE UU y China, con un 2,9% y un 6,6%, crecerán más que España en el presente ejercicio, según la institución.

La economía española crecerá incluso más de lo esperado. Concretamente un 2,8% en 2018. Palabra del Fondo Monetario Internacional, que prevé que el nuestro sea uno de los países desarrollados que más crezca durante este año. Sólo superado por EE UU, (2,9%) y China (6,6%). La apuesta añade cuatro décimas de crecimiento a las estimaciones que el propio FMI auguraba a principios de año. Además, calcula que la inflación se situará en el 1,7% y que la tasa de paro decrecerá hasta el 15,5%.

En el plano negativo encontramos la inestabilidad derivada del conflicto en Cataluña, todavía enquistada, aunque parece que, de momento, se habrían solventado los mayores riesgos. También la alta tasa de paro, muy por encima de la media europea. Y la escalada de precios en el sector inmobiliario. Ciertamente España se sitúa por encima incluso de las grandes locomotoras de Europa, incluida Alemania. Pero mantiene el fardo de interrogantes y debilidades que arrastra desde el estallido de la burbuja del ladrillo. Entre otras cosas, por la dramática evidencia de una deuda pública situada en el 98% del PIB, alimentada por el endeudamiento de muchas administraciones locales.

Todo esto se enmarca en un informe previo, publicado hace dos semanas, en el que el FMI alertaba de los peligros para la economía española en el largo plazo. Derivados, en buena medida, del tremendo bajón de la natalidad y las supremas dificultades para mantener la tasa de ciudadanos en edad de trabajar. Una sociedad envejecida, en suma, y con el sistema de pensiones sometido a grandes tensiones. Aunque, de momento, los problemas más inmediatos no parecen de índole estructural.

En su informe de Perspectivas de la Economía Mundial, España puede presumir de encabezar el crecimiento en Europa y haber dejado atrás, bien que con un alta tasa de paro y un aumento de la precarización, lo peor de la crisis. ¿Qué hacer? ¿Cómo seguir creciendo? Para el FMI, la receta tiene dos ejes. Fiscal y laboral. Hay que profundizar en ciertos ajustes fiscales, que todavía considera imprescindibles. Hay que fomentar la formación de los jóvenes. Y, por supuesto, hay que tratar de corregir la bronca dualidad de un sistema donde contrasta la situación de los fijos con la inestabilidad y volatilidad de los nuevos contratos. Un mercado de trabajo a dos velocidades.

El espectacular crecimiento de la economía española, y sus muy específicas e inevitables sombras, encaja en un contexto internacional que los expertos consideran muy positivo. Con fuertes incrementos de la inversión y un alza sostenida del comercio que cifran en 5,1 puntos. El crecimiento global podría superar el 3,9%, la mayor subida desde el principio de la década. En el plano internacional el FMI considera que el gran peligro al crecimiento vendrá de la posible guerra comercial que podría desatarse entre unos EE UU cada día más volcados al proteccionismo y su gran rival, y al mismo tiempo aliado, China. En rueda de prensa, Maurice Obstfeld, economista jefe de la institución, explicó que el FMI ha desarrollado modelos computacionales que tienen en cuenta las posibles subidas de las tarifas y aranceles en EE UU y China. Los resultados podrían ser catastróficos. Aun así, impresiona la previsión para China, que se sitúa en un crecimiento del 6,6% en 2018. Y por supuesto para India, que alcanzaría el 7,4%.

Aunque Obstfeld es, de momento, optimista, advierte de que la situación podría deteriorarse a gran velocidad. En su opinión, asistimos más a un simulacro de guerra comercial, a una exhibición de amenazas ritualizadas, que al principio de un conflicto entre las dos grandes economías mundiales. Es decir, que si bien «se han escuchado algunos disparos de advertencia, es más una guerra falsa. Creo que aún hay espacio –añadió–, «para que los países participen en un conjunto de discusiones multilaterales que aprovechen los mecanismos de resolución de disputas».