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Alfonso Merlos

Giro copernicano

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El cambio ha sido radical, ya indiscutiblemente en los fundamentos y a medio plazo lo será en los resultados. Es comprensible que a ciudadanos de buena fe, agobiados por la losa del paro masivo de raíz socialista, les resulte difícil entender su profundidad. Y por supuesto el PSOE y los más afilados arietes políticos anti-PP se niegan a reconocerlo en actitud casi prevaricadora, y dolosa, incluso antipatriótica. Pero se han fijado los cimientos para que el terrible problema de deuda y la incontenible maldición del déficit recuperen parámetros asumibles. Una senda distinta. Otra velocidad. España sí tenía remedio. La prima de riesgo sí podía bajar de los 300 puntos. El dineral tirado durante tanto tiempo en intereses y en vano sí podía reducirse hasta niveles menos dolorosos. Nuestros acreedores sí podían volver a creer, con matices y cautelas, en la solvencia de una potencia europea con multinacionales punteras y grandes bancos que funcionan y generan riqueza. No es verdad que en la macroeconomía estemos en una época de cambios. Estamos más bien en un cambio de época. Y, no estando el panorama para tirar fuegos artificiales, es mérito de Rajoy situar a un país con ansiedad por recuperarse en la lista de los socios fiables, y sacarlo de aquella en la que se inscribe a los gamberros. Y aún así, queda casi todo por hacer. Al Gobierno y a cada uno de los españoles.