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Impopular pero necesaria

La Razón
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La ministra Bañez avanza que el Gobierno dará otra vuelta de tuerca a la reforma laboral. Hace bien, pues el sistema laboral actual en España sigue sin ser eficiente. Prueba de ello es el 26% de paro (55% entre los menores de 25 años).

Un paro del 55% en los jóvenes refleja una clara distorsión en nuestro país y puede llevar a que suframos el drama de una generación perdida profesionalmente. Resulta absurdo que todavía se imponga un salario mínimo que expulsa del mercado de trabajo a seis millones de personas e impide que las empresas contraten trabajadores que las harían más competitivas. Se trata de una innecesaria distorsión entre la oferta y la demanda que no beneficia a nadie y perjudica a todos. Como consecuencia, los parados no son contratados y los españoles pagamos 30.000 millones de euros más en impuestos para prestaciones de desempleo.

La primera ola de reformas ha permitido que los salarios suban por debajo de la inflación por primera vez después de muchos años, ayudando a la competitividad de nuestras empresas. Ha ayudado también a que las empresas reduzcan y flexibilicen sus plantillas en proporción a la caída de sus ventas y a que sean capaces de bajar precios e incrementar su competitividad, adaptándose a la nueva realidad económica global. Como consecuencia de ello, los españoles han sorprendido al mundo con un impresionante incremento de las exportaciones, permitiendo a nuestro país alcanzar un 35% de exportaciones sobre su PIB, por encima de Francia, Reino Unido o Italia.

Esto es lo que ya algunos llaman el milagro español, pues nunca se había producido un crecimiento tan significativo de las exportaciones sin una devaluación monetaria.

Esperemos que el Gobierno sea valiente y afronte una nueva reforma impopular pero necesaria, pues seguimos compitiendo en un entorno global, con países mucho más flexible. Para ser competitivos y crear empleo necesitamos un mercado laboral más dinámico, abierto y flexible, que permita luchar contra el paro estructural.