Cargando...

Sistema educativo

José Elías, influencer: "El sistema educativo te enseña a ser pobre y te convence de que eres clase media"

Estudiar una carrera ya no garantiza una vida mejor, sino que prepara para un sueldo de por vida que el propio convenio cataloga como pobre, mientras las aspiraciones se reducen a compartir piso en lugar de comprarlo

Educación financiera para niños y adolescentes Mira Kireeva - Unsplash

Nueve de cada diez titulados universitarios están abocados a un salario que apenas les permitirá subsistir. Este es el crudo diagnóstico que desmonta una de las promesas fundamentales de nuestra sociedad: que una carrera es sinónimo de prosperidad. La realidad es que el sistema educativo actual parece haberse convertido en una cadena de montaje de trabajadores altamente cualificados pero con un futuro de precariedad económica prácticamente garantizado por convenio colectivo. Este panorama se ensombrece aún más ante proyecciones que alertan de que, debido a la inflación, ganar 2.000 euros podría significar ser pobre en un futuro no muy lejano.

De hecho, la brecha entre las expectativas generadas en las aulas y el panorama laboral real es cada vez más profunda. Aquel contrato social implícito, por el que el esfuerzo académico se veía recompensado con una vida estable, se ha roto. Para las generaciones pasadas, la universidad era la puerta de entrada a la clase media; para los jóvenes de hoy, a menudo no es más que el inicio de un camino lleno de frustración en el que el ascensor social se ha averiado.

Por si fuera poco, esta decepción tiene un reflejo palpable en las aspiraciones más básicas, como la vivienda. El objetivo de adquirir un piso en propiedad, una meta realista para muchos trabajadores hace décadas, se ha transformado en una fantasía. El nuevo baremo del éxito juvenil, tal y como expone Jose Elías en X, se ha reducido drásticamente a conseguir alquilar una simple habitación en un piso compartido, una prueba irrefutable del retroceso social.

Un modelo educativo anclado en el pasado

En este sentido, la crítica no se dirige al valor del conocimiento en sí mismo, sino a un engranaje formativo que ha quedado obsoleto. El problema fundamental se basa en la creación de falsas esperanzas y en un profundo desajuste entre lo que se enseña y lo que de verdad demanda un mercado laboral inestable y en constante cambio.

Asimismo, el modelo insiste en una metodología basada en la memorización de contenidos que rara vez tienen una aplicación práctica real. Se dejan de lado competencias transversales que hoy son cruciales, como la inteligencia financiera, la capacidad de adaptación o el fomento de la iniciativa personal, limitando así el verdadero potencial de los estudiantes.

En definitiva, el sistema educativo, lejos de funcionar como un trampolín hacia un futuro mejor, actúa como una trampa que perpetúa la inestabilidad. En lugar de empoderar a los individuos para que alcancen su independencia económica, parece diseñado para encauzarlos hacia un destino predefinido de bajos ingresos y dependencia.