Economía
«La CNMC actúa como si fuera el Ministerio de Transición»
Ausencia de incentivos. Expertos del sector creen que la inestabilidad regulatoria y los recortes de Competencia ponen en riesgo la «transformación» ecológica
Ausencia de incentivos. Expertos del sector creen que la inestabilidad regulatoria y los recortes de Competencia ponen en riesgo la «transformación» ecológica.
Es urgente poner coto a la contaminación y, por tanto, todas las voces que, además de reclamarlas, proponen soluciones para conseguir que el aire que respiramos sea más limpio, deberían ser bienvenidas. En este contexto, numerosos expertos, con independencia de su especialidad, están convencidos de que el gas natural y el renovable son aliados imprescindibles para avanzar hacia la descarbonización y poner límites al cambio climático.
Sin embargo, el avance tecnológico de este combustible ha generado, históricamente, recelos y escepticismos. A pesar de que la historia del gas en España es una «historia de 50 años de éxito», a día de hoy, buena parte de la población desconoce el concepto de «gas renovable». Pero «se trata de una realidad en desarrollo», según asegura Marta Margarit, secretaria general de la Asociación Española del Gas (Sedigas).
El gas renovable es una energía que se produce a partir de la captura de los gases que se emiten durante la descomposición de diversos tipos de residuos. A través de este proceso «se generan soluciones tan diversas como el biometano, el hidrógeno, el gas sintético y otras». Todas ellas pueden inyectarse directamente a la infraestructura gasista ya existente y ser utilizadas por el consumidor, pues son compatibles con el gas convencional. Es decir, que el renovable puede emplearse como combustible en los vehículos que hoy usan gas natural, reduciendo el balance de emisiones de dióxido de carbono.
Éste y otros aspectos fueron tratados en la mesa redonda sobre «La importancia del gas en la transición ecológica», celebrada en la sede madrileña de LA RAZÓN. Además de Marta Margarit, intervinieron Íñigo del Guayo, catedrático de Derecho Administrativo; Alberto Carbajo, exdirector general de Operación de Red Eléctrica España (REE); Ramón Calderón, responsable de Movilidad Sostenible de SEAT, y Valeriano Gómez, economista y exministro de Trabajo e Inmigración entre 2010 y 2011.
A lo largo del debate se fueron aportando datos que, al menos para los ajenos a la materia, sorprenderían. Por ejemplo, con el potencial de gas renovable que tiene España se podrían evitar emisiones de gases con efecto invernadero de más de 60 millones de toneladas. Aun así, «parece que existen algunas dudas sobre cuál es su papel en la transición ecológica», indicó Carbajo. «Para mí, está claro que será fundamental a lo largo de los próximos 20 o 30 años, siempre y cuando el sector sea capaz de afrontar los retos que le sobrevienen para conseguir un gas renovable».
«Nos encaminamos a un mundo en el que se primará el uso de fuentes renovables», predice el exministro Gómez. Por la «inestabilidad» de éstas, pues en su mayoría dependen del viento o del sol, en este nuevo paradigma «necesitaremos una fuente de energía que tenga la capacidad de ser almacenada y que pueda responder a la potencia que se le exige». Así, «el gas no solo es importante porque puede proporcionar energía para la movilidad terrestre y marítima, también lo es porque permitirá el sostenimiento del conjunto de la red eléctrica». Aportará, argumentó, «estabilidad» al sistema de energía ecológica del que dependeremos en el futuro. Sin embargo, no encontramos el mismo equilibro en la atención que el Estado presta hoy a la industria del gas natural.
Falta ambición reguladora
Como ya sabemos, la transición ecológica es una carrera contrarreloj. El sector gasista en su conjunto y los especialistas en energía y sostenibilidad piden, por consiguiente, una mayor colaboración público-privada. La Administración, precisan, debe despojarse de preconcepciones y abrir la mirada hacia otras tecnologías como la del gas, algo olvidada, pero que también tiene mucho que aportar tanto en la descarbonización como en la mejora de la calidad del aire, así como en el impulso de la economía circular.
Con ese fin, exigen un marco regulatorio estable que les permita actuar. Y es que «en España la regulación es prácticamente inexistente», aseguró Íñigo del Guayo. El borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) contempla la promoción de gases renovables, «pero de modo muy vago». Como consecuencia, «es necesario crear regulación y hacer que ésta sea estable y segura para que se produzca inversión en este ámbito». De la misma opinión es Ramón Calderón, responsable de Movilidad Sostenible de SEAT: «La Administración no le está dando al gas la relevancia que tiene». En este sentido propuso un «cambio de concepción» desde las administraciones, a las que señala como «miopes», pues «afectar los precios del gas o que se premie a otras tecnologías hace que esta oportunidad se pierda», advierte. El PNIEC «tiene ideas preconcebidas», coincide Carbajo, exdirector general de Operación de REE.
Invasión de competencias
Para poder aprovechar las infraestructuras preexistentes y fomentar la transformación del gas en renovable, los ponentes coincidieron en la necesidad de inversiones que la Comisión Nacional de los Mercados y para la Competencia (CNMC) está frenando. El Real Decreto 1/2019 es el marco normativo que cede competencias a la CNMC, pero Del Guayo cree que «la comisión está ejerciendo sus competencias como si fuera el Ministerio de Transición Ecológica». El catedrático en Derecho Administrativo consideró «necesario» que Competencia ejercite sus poderes de un modo «más transparente y participativo», sobre todo en lo que respecta a la anunciación de decisiones sobre la forma en que se retribuyen las inversiones en los sectores energéticos.
La secretaria general de Sedigas demandó desde el sector gasista «el aplazamiento de la aprobación de las circulares para conseguir un proceso más participativo y democrático». La transición energética, advierte Margarit, «exige de la implicación de todos, de una regulación justa y dialogada». El gas natural, muy bajo en emisiones, «ayuda no solo a la descarbonización de la economía, sino también a la mejora de la calidad del aire». Asimismo, «da un impulso esencial a la economía circular para contener el cambio climático».
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