Tecnologías de la Información
La economía colaborativa «conquista» España
Este tipo de plataformas colaborativas obtuvieron unos ingresos brutos estimados de 28.000 millones de euros en 2015
El 6% de la población española ofrece productos o servicios en estas plataformas, que utiliza uno de cada tres internautas al menos una vez al año en nuestro país, según la CNMC.
Airbnb, BlaBlaCar, Uber, Wallapop, Nubelo... La economía colaborativa resulta imparable. De algunos estudios se desprende que el 6% de la población española ofrece productos o servicios bajo este modelo de la «sharing economy». Se trata de la cifra más alta de la UE y es un punto superior a la media. Y según un informe publicado en octubre por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), en España uno de cada tres internautas utiliza este tipo de plataformas al menos una vez al año.
El modelo está en auge, y no deja de crecer a gran velocidad en todo el mundo. Se refiere a un sistema que permite compartir todo tipo de bienes: activos tangibles y servicios, pero también tiempo y habilidades sociales, aprovechando recursos de una forma más eficiente. El único denominador común es la base tecnológica y la existencia de una comunidad.
Los datos más actualizados del Eurobarómetro, a nivel europeo, 2016 reflejan que este tipo de plataformas colaborativas obtuvieron unos ingresos brutos estimados de 28.000 millones de euros en 2015. Y, según los expertos, este sistema podría añadir entre 160.000 y 572.000 millones de euros a la economía de la UE. De hecho, se prevé que el número de partícipes en Europa supere los 150 millones en el futuro más inminente.
España está a la cabeza. Y a las fuentes consultadas no les sorprende, ya que la crudeza de la crisis que ha azotado el país durante los últimos años ha fomentado sobremanera la tendencia hacia el consumo colaborativo. Más allá de que predominen los demandantes frente a los oferentes, los usuarios recurren a estas plataformas porque obtienen un precio más ventajoso y servicios más adaptados a sus necesidades.
Los resultados del Panel de Hogares, de la CNMC, reflejan que las plataformas colaborativas más empleadas son las de compra o alquiler de productos de segunda mano, que casi un 27% de los internautas las usan al menos una vez al año; seguidas del alojamiento en casa de otro particular, con un 9,7% de uso; y de aquellas plataformas que facilitan compartir trayectos en automóvil entre ciudades, con un 6,4% de uso.
Sacar provecho
«Tenemos bienes a los que no sacamos partido. Por ello, existe una necesidad común de hacerlo. Y no sólo bienes, sino nuestro capital humano como un recurso más para obtener ingresos». Desde Spotahome –plataforma on-line de reservas de alquiler de vivienda no vacacional– recuerdan que el aumento del desempleo ha llevado a una parte de los españoles no sólo a buscar productos o servicios más económicos, sino a ofrecer los suyos propios para lograr beneficios.
Si bien la cultura española siempre ha sido colaborativa y abierta, España ha evolucionado en los últimos años hacia este modelo de economía. De ahí, las más de 500 empresas españolas que han nacido en los últimos años, abarcando todos los sectores: desde el inmobiliario hasta la compra-venta de artículos de segunda mano, pasando por el financiero e incluso el tecnológico.
Mientras que los principales beneficiados son los usuarios finales, la economía colaborativa «atenta» contra el «status quo» de sectores productivos donde esta nueva manera de generar e intercambiar valor está creando una fuerte disrupción. Albert Cañigueral, experto en Economía Colaborativa, revela que si en algunos casos podrán coexistir (hoteles y alojamientos P2P que cubren necesidades diferentes), en otros, donde el servicio ofrecido está menos diferenciado (movilidad, préstamos...), pueden suponer una verdadera amenaza de colapso. «Especialmente en estos casos hay que buscar un equilibrio normativo entre los diferentes modos de producción», agrega. Pero las empresas de economía colaborativa también generan nuevas oportunidades de negocio para los sectores más tradicionales.
Cañigueral considera que la sociedad española presenta dos ventajas interesantes para el éxito de este sector. Por un lado destaca que la penetración de smartphones y redes sociales en nuestro país es de las más altas de Europa. Por el otro, recuerda que los españoles están muy habituados a los cambios y a las grandes transformaciones. Otro estudio de PwC corrobora que los productos y servicios que más se prestan en plataformas de «sharing economy» se incluyen en sectores como los alojamientos «peer-to-peer», casas que alquilan una habitación o una casa entera a viajeros; el transporte «peer-to-peer», trayectos a cambio de un pago, compartir gastos de una trayecto, alquilar coche o estacionamiento a otros; servicios bajo demanda para el hogar, mercados de proveedores que permiten obtener ayuda en tareas del hogar; servicios bajo demanda de profesionales de la administración, la contabilidad o la consultoría, y las finanzas colaborativas, referidas a individuos y negocios que invierten, prestan o reciben dinero directamente entre ellos.
«Una revolución no se produce cuando una sociedad adopta nuevas herramientas, sino cuando la sociedad adquiere nuevos comportamientos», decía Clay Shirky. Y Cañigueral afirma que el mayor cambio se deriva del incremento de la confianza entre desconocidos mediante el uso de la tecnología y de reglas claras y transparentes. La combinación de tecnología, nuevas fuentes de confianza y nuevos derechos ciudadanos han sido los motores del cambio a nivel histórico. Y eso es lo que está ocurriendo ahora mismo con la economía colaborativa, cuya mayor oportunidad pasa por contribuir a cambiar la manera de pensar, y, en este caso, de consumir.
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