Mercado bursátil
La guerra de divisas atenta contra la economía mundial
Una batalla así supone entrar en un ciclo de depreciación con consecuencias peligrosas
Vuelven a sonar los tambores de guerra y el repiqueteo se escucha a ambas orillas del Atlántico. Después de que el presidente del BCE, Mario Draghi, abriera las puertas a nuevos estímulos en caso de que siga en peligro la meta de conseguir una inflación cercana al 2%, Donald Trump, reaccionó en las redes sociales, donde vertió sus acusaciones y reproches en torno a la manipulación de la divisa comunitaria. Por su parte, la Reserva Federal, ante la encrucijada en la que se encuentra, ha dejado claro que no va a tocar este mes los tipos de interés.
Trump está agitando el miedo a una ofensiva global con una guerra de divisas, cuyas amenazas siempre se agravan cuando determinados países plantean la devaluación de sus monedas para favorecer sus exportaciones, como ocurrió recientemente con el Banco de Japón, de Suiza o de Inglaterra. Una batalla de este tipo supone entrar en un ciclo de depreciaciones entre divisas de varios países que terminarían lastrando la economía mundial, ya que si un país devalúa su divisa para favorecer sus exportaciones perjudica a otros países, donde harían lo mismo: un bucle de consecuencias peligrosas. Y es que en las guerras de divisas no hay vencedores, todos pierden, aunque unos más que otros. Los inversores esperan que la Fed baje los tipos este mismo año, sin descartar que sea a finales de julio. De hecho, los futuros de fondos federales otorgan a esta posibilidad una probabilidad próxima al 80%. Los bancos centrales a ambos lados del «charco» han consagrado la era de los tipos de interés negativos y los sonidos de percusión que piden nuevas bajadas desataron una euforia compradora.
Ismael De La Cruz, analista de mercados financieros, explica que al BCE le preocupa tanto la ralentización del crecimiento económico europeo como los bajos niveles de inflación, factores que podrían abocar a la entidad a tomar más cartas en el asunto, adentrando a los tipos de interés –por primera vez– en terreno negativo.
Las entidades bancarias serían las más perjudicadas, sufriendo un estrechamiento de sus márgenes y viéndose obligadas a tomar medidas agresivas para sobrevivir. De la Cruz advierte de que podrían subir las comisiones, incluso, por los depósitos de los ahorradores, después de que ya estén cobrando por el dinero que depositan inversores institucionales como los fondos de inversión. «La gran pregunta es si este fenómeno terminará aplicándose también a las pymes y a los pequeños ahorradores, porque las comisiones representan, de media, entre el 20% y el 30% de los ingresos netos de los bancos de la zona euro, y alrededor de dos tercios de sus ingresos totales no vinculados a intereses».
El objetivo de bajar los tipos de interés es que fluya el dinero desde los bancos hacia empresas y familias. Sin embargo, los bancos ya tienen el tipo de depósito (la remuneración que da el BCE al exceso de liquidez, en negativo, concretamente en el -0,40%, de manera que «tienen que pagar por acumular liquidez, por lo que colocar tipos en negativo no aseguraría al BCE que logre sus objetivos. Japón ha fracasado y sigue sin ver crecer su inflación», apostilla De La Cruz.
Si Draghi termina inyectando más estímulos a la economía europea ante su atonía, el impacto sobre la economía real dependerá de la capacidad de los bancos para trasladar las rebajas de tipos de interés a préstamos y depósitos. Y en este sentido, Tomás Valentín García-Purriños, responsable de Multiactivos de Morabanc Asset Management, revela que, una vez se cruza hacia abajo la línea del cero, esta capacidad se reduce y, por lo tanto, el efecto es menor. «Podría ser útil la medida de un “tiered deposit rate” para que el daño que se haga al margen de los bancos compense el impacto positivo sobre la economía. En el muy largo plazo, estas medidas pueden generar incentivos incorrectos y burbujas», destaca.
A nivel global se proyecta un escenario de bajo crecimiento, baja inflación y soporte de los bancos centrales, que sería positivo para los activos de riesgo.
De La Cruz asegura que existen cuatro formas para depreciar una divisa en este contexto:
– Rebajar tipos de interés: la finalidad es luchar contra la debilidad de los precios, evitar un escenario deflacionista, reactivar la economía e impulsar las exportaciones.
– Programa QE: programa o medida que consiste en generar dinero y ponerlo en circulación, es decir, inyectar liquidez al sistema a través de los bancos.
– Intervención del Banco Central: vendiendo su divisa y comprando las de otros países, de manera que el valor de su moneda cae.
– Mensajes: las autoridades se encargan de decir en reiteradas ocasiones que están planteándose acometer acciones para debilitar su moneda, de forma que los inversores tienden a no comprarla, sobre todo los especuladores. Sin embargo, esta medida va perdiendo sentido puesto que los inversores no tienden a creerse todo lo que se dice.
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