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«La innovación no puede legislarse y tampoco se ‘‘compra’’ con subvenciones»

José Manuel Leceta, presidente y cofundador del Insight Foresight Institute (IFI)
José Manuel Leceta, presidente y cofundador del Insight Foresight Institute (IFI)larazon

«Toda empresa que sobrevive ha de innovar, pero la innovación ni está ni se la espera en la agenda política». José Manuel Leceta piensa que, quizás, frente al paradigma de la I+D haya llegado el momento de la i+e (innovación y emprendimiento). Y asegura que, hoy por hoy, la apuesta en España se caracteriza por una multiplicidad de visiones fragmentarias e intereses corporativos en ausencia de una visión de conjunto capaz de lograr una movilización social, más allá del círculo de profesionales directamente implicados.

–¿Puede trazar un mapa de la innovación en España?

–La innovación es el resultado de múltiples factores y comportamientos, de manera que los mapas han de ser necesariamente multi-dimensionales. Los rankings internacionales son aproximaciones a un fenómeno complejo. Existen polos de competencia no sólo en comunidades y sectores responsables de la mayor parte del PIB, como Madrid, Cataluña o País Vasco, sino también en otras como Valencia o Navarra, que han hecho precisamente de la innovación y el emprendimiento señas de identidad, con casos de éxito en energías renovables y en sectores tradicionales.

–¿Alguna innovación española se considera una referencia en el resto del mundo?

–A largo plazo, toda empresa que sobrevive ha de innovar en mayor o menor medida. Pero quizás existan menos de las que desearíamos en alta tecnología y menos aún de naturaleza disruptiva. Hay casos sorprendentes como Zara, en un sector que algunos podrían considerar ‘«tradicional» como el textil, y capacidades nuevas que se han desarrollado por impulso de la demanda interna, como Gamesa en energías renovables. Telefónica es un caso muy interesante de un anterior ‘monopolio natural’ dispuesto a reinventarse en corporación digital, apostando por nuevos servicios y aplicaciones.

–¿Por qué no tenemos nuestro particular Silicon Valley?

–Porque nadie se lo ha propuesto con la visión y perseverancia necesarias. Es decir, con un plan estratégico capaz de reunir apoyos y voluntades. Operaciones como las de Tres Cantos en su día o la mayor parte de las «smart cities» no van más allá de la atracción de inversiones exteriores y la dotación de infraestructuras. La clave, sin embargo, está en el talento, concentrado en lugares donde la gente no sólo quiere trabajar, sino vivir.

–¿Es la ausencia de un plan estatal el principal problema?

–La innovación no puede legislarse y tampoco se «compra» con subvenciones. Una estrategia estatal fracasará si no logra el cambio más importante, el de las conciencias y actitudes. Obviamente, las instituciones pueden y deben hacer mucho por ilusionar y alinear a los agentes y «facilitadores» en comunidades autónomas, porque la innovación «sucede» en determinados lugares y, al tiempo, la dimensión internacional de las políticas para promoverla es fundamental.

–¿Ocupa la innovación el lugar que debería en la agenda política?

–Ni está ni se la espera. Volverá cuando la sociedad tome conciencia de lo que nos jugamos. No hay nada que explique que España no esté entre los países más innovadores y dinámicos y que no seamos la «California del sur de Europa». España tiene un tamaño suficiente en términos de mercado, por lo que muchos negocios pueden sobrevivir en clave nacional.

–Los descensos de inversión en innovación, ¿frenan el desarrollo económico?

–Existe una evidencia sobre la importancia del conocimiento para el desarrollo económico desde que Robert Solow demostrara para Estados Unidos que la mayor parte del crecimiento no se explicaba por el incremento del trabajo y el capital. Es preciso aumentar el parque de empresas en sectores de media y alta tecnología, donde tanto España como Europa tienen un déficit y que no sólo resultan fuente de innovación, crecimiento y empleo, sino que a largo plazo son las que crearán nuevas fortalezas capaces de sostener y renovar el sistema.