Ciencia y Tecnología
La revolución del mercado de la vigilancia: inteligente y «made in Spain»
Thales presenta «Horus», un sistema que integra en un único dispositivo las señales de diferentes sensores y radares. La compañía muestra su confianza en la industria española al centralizar su desarrollo en nuestro país.
El nuevo sistema de vigilancia es inteligente y además tiene ADN español. Se llama «Horus» y es una herramienta destinada a hacer más fácil y efectiva la labor de control y reconocimiento en campos como la protección de fronteras, la vigilancia de infraestructuras críticas, el rastreo de actividades delictivas o la seguridad en espacios públicos. Se trata de una de las últimas novedades de Thales España, presentada en el reciente Salón Internacional de Tecnologías de Seguridad (HOMSEC), al que llegaron con varios pedidos bajo el brazo, numerosas muestras de interés y la aprobación por parte de la OTAN. Pero, sobre todo, se trata de una apuesta del Grupo Thales por la industria española, pues desde el pasado mes, la filial de la compañía en nuestro país es Centro de Competencia del concepto «Smart Surveillance» (Vigilancia Inteligente), lo que implica confianza en este sector estratégico y carga de trabajo. Además de exportaciones, ya que toda la innovación y el desarrollo tienen preferencia a la hora de salir a los mercados en los que la empresa tiene presencia. Y está presente en 56 países.
La intención de Thales con este nuevo sistema es, aprovechando su experiencia, dotar de una nueva dinámica a los desarrollos de comunicaciones, mando y control, tanto en ámbitos civiles como militares. En concreto, tal y como explica Óscar Roldán, responsable de Innovación de la compañía, «Horus» es un sistema que integra en un único dispositivo todas las señales que recibe de los distintos medios dedicados a la vigilancia, como es el caso de los drones (por ejemplo el «Fulmar», también 100% español), los radares o los sensores de radio y optrónicos. Todos estos datos se coordinan entre sí permitiendo un mejor control de la situación y de todos los actores implicados al tenerlos monitorizados de forma conjunta. Es, en resumen, una especie de «ojo que todo lo ve».
Y, sobre todo, destaca su versatilidad, pues sus aplicaciones llegan tanto al mundo militar como al civil, y a entornos terrestres o marítimos. De hecho, ha sido probado recientemente con gran aceptación por la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores (Frontex).
En el ámbito más militar, «Horus» permite tener controlado el campo de batalla de una forma más coherente y centralizada. Todas las señales llegan al mismo equipo, dejando casi para el pasado las salas de mando y control en las que cada monitor mostraba una única información. Aquí no. En la misma pantalla se reciben los datos de los aviones no tripulados (UAV), de radares o de sensores desatendidos que se dejan en medio del teatro de operaciones. Pero no sólo se trata de una función de control, sino que también llega hasta el mando, ya que permite grabar vídeos, seguir una posible amenaza o controlar cada uno de los dispositivos de manera remota. De esta forma, aporta flexibilidad a las tareas de protección de las tropas o a la hora de llevar a cabo una operación real, en la que se puede tener localizado a un enemigo en todo momento. Y no sólo desde una sala alejada en una base, sino que este desarrollo español ha permitido que toda esta información pueda recibirse en tiempo real en smartphones, ordenadores portátiles o tabletas. Así, las tropas sobre el terreno estarán aún más informadas y prevenidas. Una información que puede ser procesada con la realidad aumentada.
Pero sus capacidades no se limitan únicamente a la guerra y pueden ser aprovechadas también para la seguridad civil. Desde la protección de infraestructuras críticas, fronteras, visitas de altos mandatarios, estadios de fútbol o espacios con grandes concentraciones de público. Incluso para estar protegido contra los drones, muchos de los cuales pueden utilizarse como arma. Y «Horus» consigue neutralizarlos.
«Versatilidad» es la palabra que más usan los desarrolladores de Thales para definir este sistema inteligente, la cual se completa aún más a la hora de las compatibilidades con los diferentes sensores. No sólo permite enlazar los aviones no tripulados o los radares de la compañía («Fulmar», «Gecko» o «Suricate»), sino que puede conectarse cualquier dispositivo de otro fabricante.
«Sector de excelencia»
Pero, ¿qué implica este desarrollo para la industria española? Lo primero, confianza en ella, pues como aseguran desde la compañía, la «capacidad de generación de innovación en España hacen de éste un sector de excelencia». Supone «una apuesta por el mercado español», pues implica carga de trabajo y salida al exterior para otras pequeñas y medianas empresas nacionales. Y son muchos los países que ya han mostrado interés por este nuevo sistema: Chile, Egipto Grecia... y hasta organismos nacionales como el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA).
Un empujón a la innovación nacional que llega en un momento en el que cada vez son más las voces que instan a no dejar de invertir en Seguridad y Defensa, una industria, la española, que contaba en 2015 con cerca de 55.000 empleos estables de alta cualificación (un 5,8% más que el año anterior) y que facturó 9.700 millones. Por cada euro invertido en Defensa, se generan 2,5 euros de actividad económica. Datos a tener en cuenta en un momento en el que la OTAN exige a sus aliados invertir más en Defensa y en capacidades. Y España quiere ser líder en este ámbito.
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