Rescate a Chipre

Lagarde ejerció de Merkel para salvar de nuevo al euro

La Razón
La RazónLa Razón

Aunque ya son varias las noches que se recuerdan en Bruselas en las que el euro ha estado pendiente de un hilo sobre el abismo, la del domingo fue sin duda la última. El ambiente generado durante la semana en Chipre, con la pifia aún reciente del Eurogrupo de imponer un impuesto del 6,75% a los depósitos inferiores a los 100.000 euros, y el ultimátum lanzado por el Banco Central Europeo de que cortaría el grifo de liquidez si no había acuerdo, mantenía al límite la expectación. Sin embargo, otros elementos contribuyeron a que las cosas no se produjeran en un ambiente «amable». El presidente chipriota, Nikos Anastasiadis, se ha presentado ante los ojos de sus socios europeos como un político de artes más que dudosas, que maniobró a espaldas de sus socios europeos cuando vio la oportunidad de tumbar, el martes 19 de marzo las condiciones del rescate pactado horas antes en Bruselas. Además, a los europeos no les gustó nada que Anastasiadis se resistiera a gravar más a los grandes depósitos, obligando a ampliar la tasa a los inferiores de 100.000 euros para alcanzar los 5.800 millones de contribución nacional, poniendo así en un verdadero aprieto a la credibilidad de la zona euro. Por otra parte, esta crisis ha vuelto a destapar el importante enfrentamiento existente entre el Fondo Monetario Internacional (FMI), cada vez más inmiscuido en los problemas de la zona euro, y la Comisión, cada vez más ninguneada por los estados miembros. El gran punto de fricción fue de hecho entre Nicosia y la presidenta del FMI, Christine Lagarde, puesto que ésta quería incluir al Banco de Chipre en la reestructuración bancaria, de modo que se desmantelase la entidad que acumula un tercio de las cuentas de las empresas de la isla. Algunos países, encabezados por Alemania, se situaron junto a ella, con la excusa de que era necesaria la participación del FMI para sumar los fondos prometidos a Nicosia. Aunque todavía no se conocen las cifras definitivas, la contribución del FMI será sin embargo sólo de mil millones.