Impuestos
Los impuestos recrudecen la batalla electoral
Mientras que el PP rebajaría dos puntos los tramos máximos y mínimos del IRPF, desde el PSOE incrementarían la tributación de las rentas de capital
Mientras que el PP rebajaría dos puntos los tramos máximos y mínimos del IRPF, desde el PSOE incrementarían la tributación de las rentas de capital
España debe realizar un ajuste fiscal superior a los 8.000 millones de euros tras incumplir sus compromisos adquiridos con Bruselas. Mientras el PP reitera su promesa de rebajar dos puntos los tramos máximos y mínimos del IRPF, y considera que existe margen de maniobra en las cotizaciones sociales -a pesar de que el déficit de la Seguridad Social ascienda hasta el 1,1% del PIB-, desde el PSOE han anunciado que incrementarían la tributación de las rentas de capital, y que reducirían y eliminarían exenciones y bonificaciones con tal de acercar el tipo efectivo del impuesto al nominal. Los socialistas se han comprometido a aprobar una reforma fiscal en seis meses, que no incluiría una bajada de impuestos –lo ven imposible–. Unidos Podemos plantea un nuevo sablazo fiscal, y propone un IRPF del 55% para rentas superiores a los 300.000 euros. Ciudadanos, por su parte, revisará su programa por el desvío del déficit, ya que creen que la situación de las cuentas públicas impide efectuar de inmediato sus propuestas de bajar el IVA y el IRPF. Así, se quedarían como están al menos durante la primera mitad de la legislatura.
Una subida del IRPF a las rentas más altas, como proponen PSOE y Podemos, no ayudaría a cuadrar el déficit, porque apenas tendría un impacto positivo en la recaudación y, sin embargo, podría reducir el número de declarantes –con posibilidad de refugiarse en algún paraíso fiscal–. Además, las rentas superiores a los 60.000 euros apenas representan el 3% de los declarantes, por lo que tal subida terminarían soportándola las clases medias.
Los impuestos, pues, son usados como armas para recrudecer el combate electoral. Juan José Rubio afirma que para que el ciudadano pueda revelar sus preferencias fiscales, a través de un voto meditado y coherente, resulta fundamental que las propuestas formuladas sean técnicamente sensatas, realistas y creíbles. Ello exige, en primer lugar, una labor didáctica y clarificadora de los políticos sobre los fundamentos de las medidas fiscales, pero también requiere un esfuerzo de comprensión y evaluación de las alternativas por parte de los ciudadanos.
Rubio considera que el debate sobre las propuestas fiscales «ha sido francamente decepcionante», porque la formulación de medidas, por unos y otros, se ha planteado como una forma de atraer votos de cualquier manera y a cualquier precio a través de mensajes sesgados y simplistas, faltando en muchos casos a la credibilidad y el compromiso con la realidad presupuestaria, social e institucional. Se ha instalado en el imaginario colectivo del elector español que una cosa es lo que se dice en las elecciones y otra lo que se hace cuando se llega al poder, lo que diluye el impulso del votante a formarse una opinión cabal sobre las diferentes opciones fiscales.
El catedrático de Hacienda Pública de la UCLM piensa que el ciudadano español está suficientemente formado como para digerir mensajes fiscales de cierta sofisticación técnica y sabe discriminar perfectamente entre lo posible y lo utópico. Que la realidad fiscal a corto plazo venga marcada por la restricción definida por la consolidación fiscal y los compromisos ante la UE complica confiar en una bajada de impuestos a corto plazo, pero «no es coherente defender una subida impositiva generalizada para financiar programas de gasto exorbitantes, como plantean algunas fuerzas políticas como garantía del Estado del Bienestar». Rubio opina que el resultado sería el contrario, al constreñir la actividad y reducir los niveles de producción, renta y empleo, que son el sustento de las bases imponibles de los impuestos fundamentales.
Financiar un morrocotudo aumento del gasto con más impuestos, piensan los expertos consultados, conllevaría un incremento generalizado de la carga fiscal. Además, teniendo en cuenta que los tradicionales traspiés en los cálculos de ingresos fiscales son una de las principales causas para el incumplimiento del déficit, se traduciría en más endeudamiento y mayores recortes a futuro. Y es que la media de error en las estimaciones de ingresos fiscales en nuestro país ha sido de un 1% del PIB en el primer año, del 1,6% en el segundo y del 1,8% en el tercero.
«Afirmar que se van a subir los impuestos a los ricos –¿quiénes son ricos a efectos fiscales?–, que se va aplicar un impuesto sobre grandes fortunas –¿qué se entiende por grandes fortunas?–, o que se va rebajar el IRPF no deja de ser brindis al sol sin fundamento económico si no se articula dentro de una propuesta sólida, coordinada y ejecutable que suponga una revisión integral del sistema fiscal en su conjunto. Lo demás es pan para hoy (votos) y hambre para mañana (ausencia de un plan fiscal de gobierno y movimientos erráticos del sistema tributario)», apostilla Rubio.
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