Rescate a Chipre

Nerviosismo, enfado y largas colas en la entradas a los bancos

Nerviosismo, preocupación y enfado eran los sentimientos que dominaban entre las primeras personas que se acercaron hoy a las oficinas bancarias de Chipre, día de su reapertura que, con todo, transcurría en calma.

El sentimiento de crispación era entendible dado que los que acudieron a sus sucursales eran quienes más problemas podían sufrir, bien porque serán víctimas de la quita de depósitos, bien porque no disponen de tarjeta de crédito -el único medio que ha existido en estos trece días de cierre para obtener dinero del banco- o porque temen por sus fondos.

"¡Rufianes, rufianes!", se quejaba la anciana Jrisalia, que hacía calceta frente a la puerta de su banco desde dos horas antes de la apertura esperando para retirar sus primeros euros desde el inicio del cierre, puesto que no dispone de tarjetas.

En entidades como el Banco Popular (Laiki), que será liquidado, o el Banco de Chipre, que sufrirá una reestructuración, se formaron colas de entre 10 a 30 personas antes de su apertura, pero en otras como el Banco Helénico, apenas había gente.

La mayoría de las oficinas bancarias abrieron al público con puntualidad al mediodía, aunque en varias sedes del Popular se retrasaron en torno a media hora.

Especialmente en las sucursales de esta última entidad se estableció un orden de entrada para facilitar el funcionamiento en el interior de las oficinas y se repartieron hojas informativas con las medidas de controles de capital a los clientes que estaban esperando.

Pese a todo, eran muchas las preguntas que tenían que responder los empleados como, por ejemplo, la de María Fieros, una mujer que se planteaba cómo hacer frente al pago del alquiler de su tienda de antigüedades, de 1.300 euros, si solo puede sacar 300 euros al día.

Esta mujer tenía que dilucidar además cómo transferir dinero a sus dos hijas, estudiantes en Londres, para lo que se ha fijado un límite de 5.000 euros trimestrales.

"Por el momento no han tenido problemas de dinero pero están muy preocupadas por lo que les pueda pasar a ellas y a nosotros", explicó a Efe.

María expresaba una gran rabia sobre cómo se han manejado las cosas: "Muchas personas han perdido mucho dinero, pero otras se lo han llevado fuera de Chipre y ahora podrán volver y comprar todo el país".

Melpo, una empleada que acudió a depositar los cheques de su empresa, señalaba que no tenía otra alternativa que ingresarlos en ese banco, pues las medidas de restricción prohíben la apertura de nuevas cuentas.

En el caso del Popular, todos los depósitos inferiores a 100.000 euros pasarán automáticamente al Banco de Chipre, la primera entidad del país, mientras que el resto irá a un banco "malo".

Más trágica era la historia de Eduardos, un inmigrante griego residente en Chipre desde hace tres años y desempleado desde hace uno, que había acudido al Banco Popular para tratar de retirar sus ahorros, algo que no pudo hacer por las restricciones impuestas.

Durante el cierre, su tarjeta de débito no funcionaba, por lo que se vio obligado a vender su vehículo por 700 euros para tener algo de efectivo.

"Mi mujer es la única que trabaja, pero cobra en cheques y no podemos cobrarlos. Ahora, con el dinero del coche, he comprado el billete de vuelta a Grecia", lamentaba mientras sostenía en brazos a su hija de dos años.

En cambio, otras personas se mostraban más tranquilas, como un hombre que no quiso decir su nombre.

"No vine para retirar mis ahorros, no temo por ellos. He venido principalmente a pagar mis obligaciones y tengo confianza en el pueblo chipriota, que mostró muchísima paciencia ante los grandes desafíos de estos días", afirmó.

En su café, Anthi confesaba que no tiene pensado acudir a su banco, porque no está dispuesta a sufrir la espera a pesar de que tiene cuestiones urgentes que resolver.

"Hay mucha incertidumbre porque yo tengo la cuenta en el Popular y, por lo que oigo, mis empleados no podrán ingresar sus cheques del salario a menos que tengan cuenta en ese banco. No sabemos que va a pasar", explicó.

Entre las restricciones adoptadas por el Gobierno para evitar una fuga de capitales figura un límite de retirada diaria de 300 euros en los bancos, y de 5.000 euros para las empresas, a las que se permite esta cantidad para facilitar el pago de salarios.

El pago con tarjeta de crédito no está sujeto a limitaciones en el interior del país, aunque sí en el extranjero, con un tope de 5.000 euros mensuales.

Asimismo queda prohibido sacar más de 3.000 euros del país, ya sea mediante transferencia bancaria o físicamente, aunque se permitirán ciertas excepciones.

La liquidez de todos los bancos está garantizada pues a última hora de la tarde del miércoles el Banco Central Europeo envió cuatro contenedores con 5.000 millones de euros en efectivo.