Rescate a Grecia

«Si hay corralito defenderé mi tienda con uñas y dientes»

Los griegos ante su semana crucial. El sector privado griego, con una economía basada en el «metálico», tiembla ante un control de capitales

Miltos Beazer. Propietario de una tienda de reparación de aparatos electrónicos (45 años)
Miltos Beazer. Propietario de una tienda de reparación de aparatos electrónicos (45 años)larazon

El temido control de capitales ha teñido la vida cotidiana de los griegos esta última semana. Aunque algunos tienen más que perder que otros, pocos dan todavía la espalda a esa posibilidad, especialmente entre los comercios. «¿Qué dinero voy a sacar del cajero, si lo poco que tengo está en casa?», reconoce Miltos Beazer, dueño de una tienda de reparación de cámaras y ordenadores.

Como Miltos, muchos pequeños empresarios guardan su dinero en efectivo y realizan los pagos a proveedores en metálico. También la mayoría de clientes prefiere esa forma de pago. Desde 2008 se han desactivado 4,5 millones de tarjetas de crédito en Grecia, hasta dejar en circulación apenas 2,5 millones, según datos del Banco Central Europeo (BCE). Las transacciones en tarjeta también han caído de los 7.700 millones anuales a los 4.000.

Por ese motivo, el director del «think tank» Open Europe, Raoul Ruparel, considera que los efectos de un control de capitales pueden ser «muy dolorosos» para la economía griega, pues ésta «se basa en el dinero en metálico». Para el economista, «será muy difícil contener una fuga de depósitos masiva y el consecuente control de capitales» si no se cierra un pacto en la eurocumbre de mañana, pese a que haya una perspectiva clara de acuerdo para finales de semana.

Ante esa incertidumbre, algunos negocios han optado por retrasar los pagos a los proveedores una semana. Es el caso de Papachristou Argiris, propietario de una ferretería, quien ha decidido pagar más tarde sus facturas. «Es la primera vez que aplazo pagos, a la espera de lo que suceda el lunes. Es una situación delicada y más vale prevenir», cuenta el hombre, de 52 años. Para él, una alternativa al corralito sería emitir pagarés. Esa opción fue barajada por varios analistas y representantes políticos, pero sólo serviría si las oficinas bancarias no cierran. Algo muy probable ante el peligro de incidentes debido al previsible enfurecimiento de la población por no poder retirar sus ahorros.

La masiva fuga de depósitos ha obligado al BCE a elevar el techo del ELA en más de 24.000 millones de euros desde finales de enero, cuando se abrió esta línea de crédito de urgencia, y que ya supera los 84.100 millones. El último aumento se produjo in extremis el viernes, a petición de la banca helena, con el objetivo de evitar un corralito este mismo lunes.

No obstante, la creciente asfixia financiera del país ha causado ya graves estragos en la economía. No sólo para los pequeños comercios –cierran una media de 60 al día–, sino también para las grandes compañías, que han sucumbido al estancamiento del país. Desde diciembre pasado, cuando se convocaron las elecciones anticipadas, el Estado dejó de pagar a los proveedores.

Es el caso de las grandes farmacéuticas, que llevan siete meses sin cobrar por los medicamentos que dispensan. Así lo confirma el CEO de un laboratorio extranjero que opera en Grecia. También lo corrobora un artículo publicado por el diario «Kathimerini», en el que el director de un hospital público ateniense reconocía que con los pocos fondos que recibe el centro apenas alcanza para transferir algo de dinero a los laboratorios y evitar quedarse sin medicamentos.

Desde mediados de abril, tanto sanitarios como farmacéuticos han convocado varias protestas para exigir una reacción del Gobierno. El presidente del sindicato de farmacias, Constantinos Lourantos, resumía el problema con esta frase: «Entendemos las dificultades que afronta el país, pero la salud de los griegos no se negocia». A pesar de la gravedad de la situación, los laboratorios extranjeros no se plantean todavía abandonar Grecia, según indica a este diario el representante de la compañía farmacéutica, quien prefiere mantener el anonimato. La misma fuente explica, sin embargo, que algunas multinacionales han iniciado planes para trasladarse a otro país, como por ejemplo Sony, que se ubicará en Rumanía.

Los pequeños comercios no gozan de esa escapatoria. «Si mañana hay un corralito voy a defender esta tienda con uñas y dientes. Saldré a la calle para exigir la salida del euro», asegura Yannis Theodoritsis, de 30 años y propietario de una tintorería, negocio familiar que abrió su padre hace cuatro décadas. Yannis, como gran parte de los jóvenes, ha perdido miedo a volver al dracma, «sin importar las consecuencias».

El asesor económico de la Federación Griega de Empresas, Yannos Mitsos, no duda de que un control de capitales sería un «desastre», que «acabaría con las pymes». El representante de los empresarios cuenta a LA RAZÓN que «todo el mundo está preocupado» en el sector privado y apunta que las grandes compañías «llevan días preparándose para el peor escenario, sacando el dinero al extranjero». El tejido empresarial heleno, sin embargo, se vertebra en los pequeños comercios (un 97% del total). Así que, según Mitsos, «se formaría un gran lío si un día Grecia amanece con los bancos cerrados».

Todo pende del resultado de la reunión de mañana por la tarde entre los máximos mandatarios de la eurozona, quienes tendrán que decidir sobre el futuro de Grecia, de la moneda única y muy probablemente del proyecto europeo. Esa decisiva cita y las tensiones de los últimos días han quebrado la calma de la población en estos cinco meses. Ahora aflora un nerviosismo que, si no se pone freno con un acuerdo, puede derivar en consecuencias desastrosas (control de capitales). De la reacción de los griegos dependerá, entonces, el tiempo que tarde en llegar el temido Grexit.

Miltos Beazer

Propietario de una tienda de reparación de aparatos electrónicos (45 años)

Llevaba dos años en paro, pese a ser ingeniero. Hace ocho meses abrió su propio negocio con un dinero prestado por su hermano. «Cada día a media noche me doy una vuelta y me siento en el parque a meditar adónde va este país», relata sobre su preocupación respecto al futuro de Grecia. «Por suerte, no tengo familia».

Yannis Theodoritsis

Propietario de una tintorería (30 años)

Desde pequeño aprendió a llevar el negocio familiar. «Luego tampoco tuve más opción, con el 60% de paro juvenil es complicado dedicarse a otra cosa», se lamenta. El peligro ahora es que «cada vez hay más gente con menos que perder». Por eso salió escogido Syriza y por eso un corralito puede ser devastador. Eso no le preocupa, «pero sí que el Gobierno sucumba ante la troika».

Yannos Mitsos

Asesor económico para grandes empresas (44 años)

Estudió Económicas de Londres. Su teoría es que «no vendrán inversores extranjeros cuando los de aquí se van fuera». Ante el dilema entre más austeridad o ruptura, Mitsos avisa: «Será peor el remedio que la enfermedad». Conocedor del sector privado, afirma que «no hay gran empresario sensato que no haya transferido dinero fuera del país».

La varita, en manos de Draghi

El economista Raoul Ruparel apunta que el control de capitales sólo funciona si hay un claro final del juego. «No veo el sentido de imponer tan dolorosa medida para la economía y la ciudadanía si no existe una perspectiva de acuerdo cercano», afirma. Por otro lado, Ruparel opina que «si no hay trato el lunes, será complicado que el Banco Central Europeo siga aumentando la línea de emergencia a la liquidez (ELA) para los bancos griegos, ya que dañaría su credibilidad».