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Déficit del Estado

¿Tarde para los recortes?

La Razón
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El Gobierno tendrá difícil redondear su gestión con el 6,5% de déficit que acordó con la Unión Europea para 2013. La recaudación fiscal mejora. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, cumplirá. Pero su secretario de Estado de administraciones públicas, el señor Beteta, no. La reducción de los gastos de las Administraciones Públicas va lenta. El CORA –la Comisión para la Reforma de las Administraciones Públicas– calcula que en cuatro años de legislatura las administraciones habrán reducido en 37.620 millones de euros sus gastos. Un esfuerzo racionalizador importante. Sin embargo, al haber empezado a trabajar prácticamente en septiembre de este mismo año, las medidas no tendrán el efecto deseado y puede ser que no se cumpla el objetivo de déficit previsto.

Dice el Gobierno que si el desvío es de un par de décimas (aproximadamente unos 2.000 millones de euros) la situación no será dramática y podrá convencer a los europeos de que va por el buen camino. En efecto, lo importante no es la cifra, sino la tendencia y la reducción acumulada y persistente de los gastos. Va más lento de lo deseable, pero se debe a la inercia de toda Administración. Máxime cuando se trata de un Estado descentralizado como el autonómico.

El Gobierno está recibiendo una ayuda esperable, aunque no presupuestada. La bajada de la prima de riesgo supondrá un alivio en costes financieros. Aunque el aumento de la deuda pública por encima de lo presupuestado descompensa esa ayuda. Pagamos menos intereses, pero aumentamos la deuda. En todo caso, la bajada de la prima de deuda supone una subida de la confianza en nuestra economía. El Estado se endeuda más, pero las empresas y los particulares reducen su deuda y el país recibe divisas por el aumento de las exportaciones y de la inversión extranjera. Al fin y al cabo, el déficit sólo es un dato más de la economía, que está respondiendo bien.

Profesor del IESE Business School