China
Tregua en la guerra comercial: ¿El primer paso para evitar otra recesión?
De persistir el conflicto, los expertos creen que la economía mundial acabará en otra recesión. El FMI estima que su coste sería de 600.000 millones de euros
De persistir el conflicto, los expertos creen que la economía mundial acabará en otra recesión. El FMI estima que su coste sería de 600.000 millones de euros.
Es solo un primer paso. Pero como dice el proverbio chino, todo gran camino empieza con un primer paso. Y el que han dado el Gobierno del gigante asiático y el de los Estados Unidos con la firma de una tregua en su enfrentamiento comercial puede ser decisivo para sortear los nubarrones de otra recesión que cada vez se ciernen más sobre la economía mundial.
De momento, en virtud del acuerdo, Estados Unidos suspende su plan de incrementar del 25% al 30% los aranceles a importaciones chinas por valor de 250.000 millones de dólares, mientras que el país asiático se compromete a adquirir entre 40.000 y 50.000 millones en productos agrícolas americanos.
El pacto no parece gran cosa desde el punto de vista económico teniendo en cuenta que la escalada de aranceles que desató Donald Trump en marzo de 2018 alcanza ya a la totalidad de lo que China vende a EE UU y a tres cuartas partes de lo que sale del país americano con destino al asiático, según los datos del Banco de España. Pero sin ser comercialmente potente, el pacto sí que tiene un gran valor político. Representa un cambio de dinámica en la escalada arancelaria que ha dominado las relaciones comerciales de ambos países en los últimos meses. Un cambio de rumbo que incrementa, y mucho, las posibilidades de que el mundo evite una nueva recesión.
Si en algo coinciden los cientos de análisis que se han hecho en el último año sobre la materia es en que es casi imposible evitar un nuevo derrumbe de la economía mundial con China y EE UU enfrentados comercialmente. Esta misma semana lo ha vuelto a poner de manifiesto el Fondo Monetario Internacional (FMI). La institución estima que, de persistir el año próximo, la guerra comercial le costará al PIB mundial un 0,6%. Traducido a euros contantes y sonantes, el recorte sería de 640.000 millones de euros. Dicho de otro modo, equivaldría a que la mitad de la riqueza española –que es de 1,2 billones de euros– se evaporase de un año para otro.
Algo más optimista era el pronóstico que hacía a finales del pasado mes el Banco de España. Según sus proyecciones, el conflicto tiene el potencial de reducir la riqueza mundial un 0,25%. En el caso de la eurozona, la contracción sería del 0,2%, mientras que los protagonistas perderían un 0,26%, en el caso de Estados Unidos, y un 0,38% China.
Goldman Sachs incluso ha puesto fecha a una posible nueva recesión si persiste la contienda. Sus expertos vaticinaron en agosto que de mantenerse la escalada de sanciones entre chinos y estadounidenses, se ocasionaría una recesión mundial en menos de tres trimestres.
Más allá del riesgo de deflagración económica global, todos los expertos están de acuerdo en que ni China ni Estados Unidos pueden ganar un enfrentamiento de este calibre. Su dependencia es tan grande que lo único a lo que conduciría una escalada arancelaria es la destrucción mutua. Y, de paso, a la del resto del mundo.
El historiador económico escocés y profesor de Harvard Niall Ferguson y su colega alemán Moritz Schularick acuñaron en 2006 el término «Chimerica» para definir la indisoluble relación que une a ambas superpotencias y que ha impulsado sus respectivos crecimientos. China, a través de la compra de deuda, proporciona a EE UU los fondos que necesita y que, a su vez, son usados por los norteamericanos para comprar los productos que le vende el gigante asiático. Y así gira la rueda de la simbiótica relación.
Que Trump haya querido meter palos en los radios del engranaje se entiende, según los expertos, desde una óptica política. El republicano llegó a la Casa Blanca con el voto de agricultores y trabajadores de la industria afectados por la falta de empleos que, según él, les habían robado mexicanos y chinos. Su solución, endurecer la política migratoria y una política proteccionista.
Pero el remedio ideado por Trump no ha dado los frutos que esperaba. En lo que va de ejercicio, el déficit comercial de Estados Unidos se ha situado en los 231.000 millones de dólares y sus importaciones desde China no se han reducido sustancialmente. Y las mismas razones políticas que llevaron a Trump a apretar al país asiático le empujarían ahora a buscar un acuerdo. Con las elecciones americanas en el horizonte –noviembre de 2020–, el presidente americano no puede permitirse que la economía se despeñe hacia otra recesión como la de 2008 de la que se le pueda acusar y que volvería a golpear a su granero de votantes.
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