Impuestos
Una buena señal para los mercados
Los expertos se muestran divididos sobre los efectos del esfuerzo fiscal en tiempos de crisis
Si se pudiera... estoy seguro que Rajoy bajaría los impuestos. Pero no se puede. No se puede, porque bajarlos sería una mala señal a los mercados. Una disminución de impuestos se interpretaría por parte de los inversores en deuda soberana como el relajamiento de las políticas de ajuste que prometió el Gobierno del PP. Entonces subiría la prima de riesgo y, en consecuencia, entre la disminución de ingresos fiscales y la subida del servicio de la deuda, el déficit público se dispararía. De esa manera, el Estado debería emitir más deuda soberana para cubrir sus necesidades de gasto. Eso volvería a subir la prima de riesgo, y así entraríamos sucesivamente en un círculo vicioso imparable. Además, eso supondría que las administraciones absorberían el crédito disponible para el país. En consecuencia, no dispondrían de él las pymes y no se crearían puestos de trabajo.
Los defensores de la bajada de impuestos se basan en que el dinero en manos del sector privado, ciudadanos y empresarios anima la economía y crea puestos de trabajo. Ese crecimiento aumentaría los ingresos fiscales vía impuestos de IRPF, sociedades, IVA y otros. Así se disminuye el déficit público y se evita el círculo vicioso antes descrito. Pero eso es sólo posible si la economía no está endeudada. Si lo está, y necesita recurrir a financiación en los mercados, se produce la reacción negativa de los inversores que presiona la prima de riesgo al alza.
Así que la teoría liberal que propugna la bajada de impuestos exige unas condiciones macroeconómicas de las que España carece por el momento: bajo endeudamiento y crecimiento económico. Es por eso que el presidente del Gobierno ha decidido no aumentar la carga fiscal de los ciudadanos, pero tampoco reducirla. En realidad, lo que piden los partidarios de la disminución de tipos de impuestos no es tanto que se reduzca el gravamen como que se devuelva a los niveles anteriores de la crisis. En resumen, que se anulen dos subidas: la de diciembre de 2011 del IRPF y la del IVA de septiembre del año siguiente. Algo razonable en un momento de recesión económica, si no fuera por la reacción de los mercados exteriores.
Por eso, el presidente del Gobierno ha decidido hacer un discurso firme en relación a la política fiscal. No habrá reducción de impuestos. Es el mensaje necesario para un mercado financiero mundial y unas instituciones europeas temerosas de la reacción de los inversores.
¿Habría otra solución? Sí. Si el Banco Central Europeao emitiera eurobonos para financiar a España o sustituyera a los inversores internacionales comprando los bonos soberanos españoles en el mercado secundario y en las emisiones directas, bajaría la prima de riesgo de manera automática. Entonces, disminuir impuestos no aumentaría el servicio de la deuda, ni el Estado español necesitaría emitir más deuda. Por tanto, Rajoy no puede bajar impuestos hasta que Europa cambie su política monetaria o la economía española digiera la crisis e inicie su senda de crecimiento. Lo contrario sería un suicidio fiscal.
John Keynes
Economista británico
Para Keynes, lo mejor para salir de una crisis es la subida de impuestos e intensificar el trabajo de los obreros. Así, el Estado aseguraría el incremento de la rentabilidad del capital al disminuir el salario de los empleados, reducir el tipo de interés, recurrir a la inflación, mantener una política de militarización de la economía a costa de los recursos estatales y aumentar los gastos con fines no productivos.
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