Guerra en Afganistán

Los militares sí están a la altura

Los españoles ven un fracaso absoluto en Afganistán que el Gobierno edulcora

El epílogo de la intervención internacional, liderada por los Estados Unidos, en Afganistán nos deja muy escasos aspectos de los que podamos extraer una lectura positiva. La dimensión militar del conflicto es penosa y la gestión política, calamitosa. Desde distintas cancillerías se afanan en armar una narrativa épica sobre lo que está resultando un espectáculo por momentos pavoroso. La estampida decretada por Washington en sintonía con la OTAN y las principales capitales de las potencias democráticas de un campo de batalla en una rendición incondicional, nunca será un capítulo glorioso para los mandatarios que la promovieron. Una derrota no es una victoria, y menos aún una con las singularidades y los planes del bando triunfante. En todo este descalabro, capítulo aparte merecen aquellos que gestionan sobre el terreno los desaguisados de los gobiernos de turno. Todos ellos son dignos no ya de respeto, sino de profunda admiración. En este caso, nuestros militares, amén de policías, así como miembros de la inteligencia y otros funcionarios, con el mínimo personal diplomático en Kabul, prestan en estas horas un servicio extraordinario y escriben, ellos sí, una página de la que todos los españoles podemos sentir orgullo. Una misión de rescate para los que estarían condenados a muerte por los talibán de permanecer en el país que se desarrolla en condiciones críticas y con circunstancias adversas como la no presencia de un contingente español ya en Afganistán o el control absoluto de un enemigo hostil que quiere las cabezas de todos los que hoy embarcan en los A400 españoles. Hombres y mujeres que representan lo mejor de este país, que unen a su alta cualificación, ese sentido del deber y la capacidad de sacrificio y el coraje que los conduce a arriesgar sus vidas para poner a salvo a los que un día decidieron ser de los nuestros en tiempos de guerra. Hasta la base de Torrejón han llegado 370 personas en 6 aviones y se esperan más en un esfuerzo logístico del Ministerio de Defensa que es también obligado ponderar. Se seguirá con la evacuación mientras se pueda. Ellos harán honor al compromiso de España. Pero el Gobierno debería evitar colgarse medallas y celebrar como un triunfo la hecatombe que sumirá en las sombras a millones de personas cuando siete de cada diez españoles creen que los aliados deberían haber mantenido las tropas y casi nueve de cada diez entienden la desbandada como un fracaso occidental.