Editorial

Otra parodia en la Justicia europea

El fugaz arresto de Puigdemont tensa el separatismo y presiona a Sánchez

Es casi imposible encontrar un país de nuestro entorno en el que se suscitara un debate sobre la suerte de un prófugo de la justicia, acusado de delitos tan graves como encabezar un golpe contra la legalidad constitucional. Cualquier democracia consolidada da por supuesto que las reglas obligan a todos los ciudadanos, que nadie está por encima de la ley, y que no hay excepciones cuando un tribunal toma una decisión al respecto que no sea utilizar el sistema de recursos para lograr la razón en otra instancia. Carles Puigdemont escapó en el maletero de un coche y permanece huido desde hace cuatro años, en los que Europa demostró las carencias de su ordenamiento para perseguir algunos delitos, y los gobiernos y las autoridades comunitarias resultaron escandalosamente ineficientes y ladinas en su voluntad de reformar un instrumento imperfecto como la euroorden. Al expresidente de la Generalitat, que vive como un magnate bajo la protección belga, lo han arrestado en Cerdeña. Las autoridades italianas actuaron en virtud de una orden del Tribunal Supremo, como era su deber y el de cualquier instancia judicial en el espacio europeo. Horas después, fue puesto en libertad a la espera de si el Tribunal de Luxemburgo le devuelve la inmunidad como europarlamentario mientras comparece el cuatro de octubre ante la Corte de Apelación italiana. Que pueda regresar a Bruselas es una bufonada más de la Justicia en la Unión que relaja el lío. En todo caso, el laberinto jurídico es de una complejidad tal que los pronósticos sobre el porvenir son elucubraciones, aunque con Puigdemont libre el futuro parece está a su favor. No lo es la exhibición ordinaria de las instituciones catalanas, que representan a todos los ciudadanos, agitando las calles, el victimismo y el discurso del odio contra España, que retrata una deriva enfermiza, absurda y mendaz. El arresto de Puigdemont podría enturbiar la mesa de diálogo, los Presupuestos y la legislatura, especialmente porque Junts no desaprovechará la oportunidad de tensionar el tablero contra ERC para minar su imagen y sus apoyos. Los grandes derrotados son como siempre los ciudadanos, desatendidos y despreciados en sus urgencias que son muchas. La detención de un prófugo de la Ley siempre debe ser bienvenida como virtud del Estado de Derecho por mucho que Europa no pierda la oportunidad de dar la espalda al Supremo y aliviar al delincuente al rebufo del gobierno de Sánchez, que indulta a los colaboradores de Puigdemont en el procés e incluso de alía con ellos.