Política

Fondos inviables con reformas podemitas

Sería una insensatez tender la mano y dar carta blanca a un presidente con el historial que presenta Pedro Sánchez

Este Gobierno ha fiado buena parte de sus opciones de agotar la legislatura en unas condiciones propicias e incluso políticamente óptimas a la recepción del maná comprometido por Bruselas. Esas partidas no sólo se nos presentan como imprescindibles para relanzar la actividad y alcanzar la velocidad de crucero que el país necesita tras la pandemia, sino también, y puede que sea lo que al presidente más lo desvela, la recuperación política y electoral de su figura. Darle la vuelta a los sondeos que reafirman una tendencia desfavorable al Gobierno costará y mucho. Los Presupuestos Generales del Estado para 2022, que fundamentalmente pivotan en torno a los dineros comunitarios y a una abusiva presión fiscal sobre los ciudadanos y las empresas, dependen en su quimérica predicción e insólito escenario de que las entregas de la Unión Europea lleguen en tiempo y forma. Pero esos 140.000 millones de euros a recibir hasta 2026 están ligados al cumplimiento de hitos y objetivos, que es donde reside el quid de la cuestión. Bruselas aprobó el pasado 16 de junio el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia español que contiene 212 reformas e inversiones para poder optar a las cantidades establecidas. La evaluación y la supervisión del avance de esas actuaciones por parte de la Comisión no será coser y cantar para Moncloa y sin el visto bueno de los «hombres de negro» el horizonte se enreda. Una mera aproximación a las intervenciones estructurales que Europa espera de España ha tensionado al extremo la coalición socialista y comunista. En esta ocasión, los grandes titulares, la filosofía demagógica tan del gusto del gabinete, no servirán, porque toca bajar a la letra pequeña por exigencia de los países contribuyentes a la solidaridad comunitaria. Los planteamientos de la izquierda más extremista de Europa, la única con miembros en un gabinete continental, son antagónicos con lo que Bruselas quiere y exige para el mercado de trabajo, las pensiones, la fiscalidad e incluso la Justicia, entre otros campos. Los objetivos de las grandes reformas son los que son, pero lo mollar reside en los medios, en el cómo, y es casi seguro que Pedro Sánchez tenga que elegir entre sus socios y los fondos. Es una opción veraz que el presidente necesite a la oposición para sacar adelante las transformaciones convenidas en el Plan de Recuperación, que, sin duda, enmendarán la actual y descabellada política expansiva, que tiene fecha de caducidad. Los números no cuadran hoy y ese desajuste no se reconducirá solo. Apelar al sentido de Estado del PP es un argumento que llega a la opinión pública, pero tiene doblez. Los populares conocen que para España esas ayudas son claves para acometer el presente y el futuro, pero sería una insensatez tender la mano y dar carta blanca a un presidente con el historial que presenta Pedro Sánchez. Todo tiene condiciones y habrá que exigirlas con rigor y contundencia si es que llega el caso en la encrucijada que se intuye como inevitable.