Editorial

Tiempo y necesidad de cambio político

Los populares afrontarán más pronto que tarde la misión de rescatar a España y de devolver a los ciudadanos la nación que siempre fue

Finalizó un cónclave que en su día se enlodó de manera insólita e innecesaria. De él no solo sale Isabel Díaz Ayuso como presidenta del PP de la Comunidad de Madrid, al frente de una organización territorial absolutamente renovada, sino una alternativa al Gobierno entre socialistas y comunistas, liderada por Alberto Núñez Feijóo, más robusta y capaz de poner fin a la etapa de Pedro Sánchez y sus aliados Frankenstein. El estado de ánimo de los populares, que en política cuenta y mucho, y el de la opinión pública se resume en que el cambio en España ha avanzado un trecho decisivo en el sendero que ya arrancó con la renovación en Génova 13, como han constatado todos los sondeos, incluido el del CIS. Núñez Feijóo y Díaz Ayuso han ofrecido el testimonio de cohesión, firmeza y responsabilidad que un partido de Estado serio y riguroso necesita cuando enfrente tiene a un presidente y a unos socios dispuestos a prácticamente todo para seguir en el poder un día más. Lo que se constató ayer es que, con sus estilos y sus matices comprensibles y saludables, este nuevo PP de Feijóo y Ayuso sabe lo que hace y no muestra dudas ni piensa confundirse y debilitarse en pugnas pueriles y absurdas. No más errores, especialmente de puertas para dentro. Los ciudadanos padecen un pésimo gobierno, autor de la peor gestión sanitaria y económica de Europa, como para que el principal partido de la oposición se centre en otra cosa que no sea su derrota en las urnas. Núñez Feijóo enfatizó ese mensaje en la capital de España, el que prioriza los problemas reales de la gente que sufre, medita y propone remedios, por más que Pedro Sánchez y la izquierda los desprecien. Eludir las «cortinas de humo» de un gabinete «débil» es lo adecuado, que es también laminar la propaganda y la agitación. El PP debe prepararse para cualquier escenario, sin que nada lo pille con el pie cambiado, pues está en juego el interés general, la prosperidad y el bienestar de los españoles, asfixiados y hastiados por la izquierda y su régimen. Vivimos en una democracia desactivada y famélica en la que Sánchez, como denunció Feijóo, «está rindiendo las instituciones», cuando no cercándolas o acosándolas como sucede con la Corona estos días. Por más espejismos y quimeras con que el poder pretenda embaucar a la gente, el escenario presente y futuro para el país es dramático, como constatan los informes y las previsiones de todos los organismos internacionales y nacionales independientes. Los populares afrontarán más pronto que tarde la misión de rescatar a España y de devolver a los ciudadanos la nación que siempre fue, los derechos y las libertades en plenitud, «el modo de vida que ha traído las mayores cuotas de prosperidad, entendimiento y libertad a lo largo de la historia». Para ello será indispensable plantear y dar todas las batallas, la económica, por supuesto, pero otras tan trascendentes como aquella, también. Sin regalar terreno ni la inmerecida autoridad moral a la izquierda desleal y antisistema que insulta y calumnia desde el consejo de ministros al rey que trajo la democracia a este país a sabiendas de que no puede defenderse.