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El COI, el centro del universo

La Razón
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El arrastre de votos para la ronda final, que fue un lastre para las candidaturas anteriores, juega a favor de Madrid

Los miembros del Comité Olímpico Internacional llevan unos meses estresantes. En los próximos cuatro días se deciden aspectos vitales del organismo: quién será el nuevo presidente, en sustitución de Jacques Rogge; qué ciudad albergará los Juegos de 2020 y qué deporte seguirá en el programa entre el béisbol/softbol, el squash y la lucha. El intercambio de información es mareante. «Ya estoy aburrido de e-mails de los seis candidatos y de los tres deportes. Desde julio tocó hablar de eso, la ciudad candidata quedó al margen», dijo Patxi Perurena hace una semana. El protagonismo de las sedes ha vuelto en Buenos Aires, con el ajetreo de las reuniones en el Hilton. «He llegado a desayunar hasta tres veces», desvela uno de los miembros españoles del COI. Cada vez, con un colega diferente.

El futuro de Madrid pasa por 95 personas (ver gráfico) que durante estos días se sienten el centro del universo y les gusta. En los últimos años han pasado a pedirles apoyos desde Obama a Lula da Silva, el Rey de España o ahora Don Felipe. Pero, ¿qué pasa por la cabeza de los miembros del COI? El organismo está dividido entre 15 deportistas, 15 miembros de federaciones internacionales, 15 de comités olímpicos nacionales y otros 58, incluido el presidente, que van desde ex deportistas a empresarios y 11 miembros de Casas Reales. Las motivaciones de todos ellos son difíciles de definir y pueden ir desde que les guste más una ciudad a que en ella puedan llevar a cabo sus negocios ese verano. «Entre los presidentes de las federaciones tenemos más afinidades», dice Perurena. Él y Marisol son parte de ellos, por lo que pueden tener cierta ascendencia. Samaranch lleva más tiempo en la «familia» y ahora es del Comité Ejecutivo. Otro punto a favor.

El organismo ha estado en entredicho, a veces por especulaciones y otras por escándalos palpables, como el de la compra de votos para los Juegos de Invierno de Salt Lake City en 2002. Se dice también que la televisión estadounidense compró con sus derechos los Juegos de Atlanta 1996. «Lo mismo se habló en Copenhague de Obama, que si iba era porque estaba ganado», reflexiona Blanco. «El organismo es independiente y tiene dinero», interviene Casado. «¿Comprar votos a casas reales o a otros que son multimillonarios? Quizá sucede con alguien puntual, pero con eso no se gana», continúa Perurena. «Llevo 12 años en el COI y jamás he recibido la llamada de nadie, ni de empresas ni de la política ni del poder para decirme en qué sentido votar», expone Samaranch, que también defiende la inexistencia de grupos geopolíticos: «Aquí no votan gobiernos ni millones de personas con las que se pueda hacer un estudio sociológico. Votan 100, nos conocemos por nombre y apellido, sabemos cómo son nuestras familias y qué afinidades y debilidades tenemos con el mundo olímpico».

«Al ser un grupo tan múltiple se tiene una visión más conjunta y una de las responsabilidades del presidente es mantener el equilibrio», dice Samaranch. Precisamente, como el presidente pone a muchos, se puede pensar que le sean fieles si tiene alguna apuesta, como sucedió con Río: Rogge quería los primeros Juegos en Suramérica y los logró. Con Madrid ha tenido algún guiño, pero al estar a punto de salir, la influencia puede ser menor. Estos días se ha mantenido al margen.

El mundo de los intereses también está presente. El yo te voto porque tú me votaste, como sucede con España, que apoyó a Argentina para los Juegos de la Juventud 2018, y ahora podría recibir un voto a cambio. El Rey siempre ha tenido mucha influencia sobre los árabes –y muchos votos se dan por amistad–, pero al estar Turquía en medio... De cualquier forma, de este grupo los que apuesten por Estambul tendrían a Madrid como segunda opción, lo que supone arrastrar votos, el caballo de batalla de las apuestas de 2012 y 2016, sumarlos al gran suelo que ya tiene. Pasar la primera ronda parece un seguro, ganar a la primera, complicado, de ahí la importancia de la segunda votación. De las otras candidaturas, ninguna querría una final con Madrid. La tendencia ha cambiado esta semana. Al principio se señalaba a Tokio como gran favorita, pero ha ido virando hacia España. Madrid también se ha trabajado mucho a Al-Sabah, conocido como «El Cigala», presidente de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales, que tiene influencia sobre sus compañeros mandatarios. Todo este juego de intercambio acabó. Ahora sólo falta la presentación.

En todas esas manos está el futuro del Madrid olímpico. Impredecible porque un último suceso que pase en un país lo puede cambiar todo. Eso juega en contra de Tokio y los escapes de Fukushima. Los miembros del COI no se manifiestan en público hacia un lado u otro; en privado sí, aunque pueden mentir porque al final tienen un punto a su favor: el voto es secreto.