El Euroblog

En defensa de Reding

La Razón
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A la comisaria europea de Justicia, Derechos Fundamentales y Ciudadanía, Vivian Reding, le ha costado caro decir lo que muchos europeos pensamos sobre la deportación de gitanos búlgaros y rumanos emprendida por el Gobierno francés durante este verano. Sólo Reding ha tenido el coraje de dar un golpe sobre la mesa y recordar que este tipo de actuaciones no son propias de un país europeo. ¿Se imaginan si fuera Hungría o República Checa quienes estuvieran expulsando de su territorio a los romaníes? Pero no. Quien ha tomado una medida que estigmatiza a una comunidad concreta ha sido la Francia de la Revolución de 1789 y los derechos del hombre. Como recordó en la Eurocámara el presidente permanente del Consejo, Herman Van Rompuy, "la prohibición en todas las formas de discriminación basada en nacionalidad o etnia es uno los principios fundadores de la UE".

La imagen que dieron los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete hace una semana en Bruselas criticando la salida de tono de la comisaria luxemburguesa, que comparó, probablemente con exageración, la expulsión de gitanos con la deportación de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, es un hecho que produce lástima. ¿Acaso no es la Comisión quien debe velar por el cumplimiento de los tratados comunitarios? ¿Dónde está la solidaridad de los compañeros de Reding en la Comisión, una institución que toma sus decisiones de manera colegiada?

El enojo de Reding vino producido por la desinformación practicada por el Gobierno francés, que había asegurado al Ejecutivo comunitario que las expulusiones de inmigrantes no tenían un críterio étnico mientras en las circulares que repartía el Ministerio del Interior a los gendarmes se mencionaba con todas sus letras a los gitanos que habitan los campamentos ilegales que rodean las principales ciudades de Francia.

La integración de los gitanos (entre 500.000 y 800.000 en España) es una asignatura pendiente de la UE, especialmente en los países de Europa Central y Oriental, donde son objeto de frecuente discriminación. Sin embargo, la decisión francesa de meterlos en un avión con 300 euros es inútil. En una Europa donde rige la libertad de circluación de personas, esos rumanos y búlgaros que han regresado a sus países no tardarán mucho en regresar a Francia, Italia o España cuando se les haya acabado el dinero. ¿Acaso se marcharían si tuvieran mejores oportunidades en sus países? Sarkozy, en su eterno papel de "policía de la República"devuelve a Bucarest y Sofía la patata caliente de integrar a una comunidad problemática y marginal que no ha sido capaz de integrar.

El empeño en cumplir objetivos anuales en el número de "sin papeles"expulsados del Hexágono busca simplemente mejorar la maltrecha popularidad de un presidente francés con bajas cuotas de popularidad. Según las encuestas publicadas este verano, los socialistas Martine Aubry y Dominique Strauss-Kahn vencerían a Sarkozy si las elecciones presidenciales de 2012 se celebrasen ahora.

¿Será Reding quien page los platos rotos? Desde luego Francia ya la tiene en el punto de mira. Tarde o temprano le hará pagar su osadía de inmiscuirse en su política interna, especialmente si Bruselas abre finalmente un expediente contra París por las deportaciones. Aquel "enough is enough"que lanzó la comisaria europea, que antes de entrar en política ejerció el periodismo durante veiente años, es una excepción en una Comisión Barroso que busca por todos los medios no enfrentarse a los Estados miembros.

En su defensa, Reding, la comisaria más veterana del Ejecutivo de la UE, acierta de nuevo al detectar cierto tufillo machista en las críticas que le han llovido los últimos días: "Cuando un hombre da un golpe en la mesa, se dice que es muy viril. En cambio, cuando lo hace una mujer, es una histérica". No hay nada más que añadir.