Irak

La lección de Bruselas

Una mujer enciende una vela en recuerdo de las víctimas en la Plaza de la Bolsa de Bruselas
Una mujer enciende una vela en recuerdo de las víctimas en la Plaza de la Bolsa de Bruselaslarazon

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y eso se ha demostrado trágicamente en los atentados de París del 13 de noviembre y de Bruselas del 22 de marzo. Estos apenas cuatro meses han sido suficientes para poner en entredicho la coordinación entre los cuerpos de Policía y los Servicios Secretos europeos. Los estrechos vínculos entre los yihadistas que actuaron en ambos ataques muestran a la claras que son los terroristas quienes más parecen beneficiarse de la libre circulación de personas en la Europa sin fronteras. Asesinos como Salah Abdeslam han viajado por las carreteras de varios Estados miembros a sus anchas sin ser detectados por las autoridades nacionales, que por celo o por desidia no han informado a sus pares de la información que disponían sobre una amenaza de primer orden para la seguridad europea.

Lamentablemente, debemos afirmar que, aunque la seguridad total es imposible, los atentados contra el metro y el aeropuerto bruselenses podrían haberse evitado, así como sus 31 víctimas mortales y sus 300 heridos, si la colaboración entre las Fuerzas de Seguridad de Francia y Bélgica hubiera sido más eficaz.

Lo mismo que la solución de la crisis de refugiados pasa inexorablemente por una respuesta común europea, la lucha contra el nihilismo estadista exige una cooperación entre los Estados miembros de la UE. De otro modo, los trágicos hechos de París y Bruselas volverán a repetirse. No puede sorprendernos otro ataque sin haber puesto en práctica aquellos compromisos que se acordaron tras el primer zarpazo de París, como la puesta en marcha del retrasado fichero de viajeros aéreos u otro sobre antiguos combatientes en Siria e Irak.

pgarcia@larazon.es