Cine
El «Vértigo» coreano
Nicole Kidman se pone en manos del violento Park Chan-wook, uno de los cineastas asiáticos más alabados por la crítica, que en «Stoker», su debut en Hollywood, construye un homenaje al director de «Vértigo»
Capaz de ahondar en los sentimientos de víctima y verdugo en medio de un inquietante filme, Park Chan-wook pasó esta semana por el Festival de Cine Fantástico de Bilbao para presentar «Stoker». El realizador tuvo su primer éxito comercial con «JSA: Joint Security Area», un «thriller» dramático sobre las tensiones entre Corea del Norte y del Sur, pero es especialmente reconocido por su ya casi mítica trilogía de la venganza (formada por «Sympathy for Mr. Vengeance», «Old Boy» y «Sympathy for Lady Vengeance»). El cineasta ahora estrena su primera cinta rodada en Hollywood, un trabajo inquietante que lleva su sello y que protagonizan Nicole Kidman, Mia Wasikowska y Matthew Code.
-¿Qué pretende transmitir al situar la violencia en medio de escenas que impactan por su belleza artística, casi poética?
-Para mí la violencia en sí no tiene importancia. La verdad es que ni siquiera me interesa. Lo que me importa en realidad es lo que ocurre en el momento inmediatamente anterior y en el instante posterior. Me centro en las personas, en quién la ejerce y en quién la sufre, en sus emociones y en sus sentimientos. Intento reflejar lo que siente quien mata, que puede, o no, arrepentirse después, y también el terror o el miedo que sufre la víctima. Es todo este cúmulo de emociones lo que me importa. En cuanto a la belleza artística o poética de las escenas, como usted las ha descrito, puede estar relacionada con los sentimientos de los protagonistas o con el tema de la película, pero no con la propia violencia. No me gusta que la gente sienta liberación con la violencia. Mi pretensión no es excusarla ni describirla como algo bello.
-Sin embargo, algunas imágenes de «Stoker», como las flores que cambian del blanco al rojo cuando la protagonista acaba de disparar un arma, son plásticamente muy potentes.
-Esa imagen que comenta está relacionada con el tema de la película y con el papel de las personas en el mundo, que cambia según las circunstancias y de los encuentros que se crucen en su vida. Si India, la joven protagonista, no hubiera conocido a Charlie, no hubiera sido probablemente capaz de hacer lo que hace más tarde. En el prólogo, India dice que las flores no escogen sus colores. Se trata, claro, de una metáfora. Y en el epílogo ya se ve por qué esas flores poseen ese color: porque eran blancas y se han salpicado de sangre. Entonces, cuando el público compara el prólogo y el epílogo de la película, queda bastante impactado.
-La verdad es que por encima de todo podemos decir que este trabajo resulta inquietante.
-He querido que lo sea porque eso es lo que se espera de una película de género, como también el que no se pueda prever lo que va a ocurrir, algo que creo también he logrado. Las convenciones del género son importantes para mí, aunque al mismo tiempo intento liberarme de ellas. Me considero un director que se mueve dentro del mismo.
-¿Son los guiños filosóficos, como la reflexión que se hace en la película sobre la paternidad, parte de su interés en salirse de los límites que impone el género?
-Esa reflexión no es mía, sino que figura en el guión original escrito por Ted Foulker, que he adaptado, pero que deja su huella en la película como, por ejemplo, en esos diálogos de una madre, interpretada por Nicole Kidman, en los que se desmarca totalmente de la reflexión general sobre la maternidad para desear a su hija lo peor.
-¿Le ha influido haber estudiado filosofía en sus películas?
-Pienso que la filosofía más influyente es la que tiene que ver con la moral. Todos los seres humanos se enfrentan a dilemas morales bastante serios a lo largo de su vida y lo que importa es lo que cada cual y en cada ocasión elige. Cuando la elección es difícil, resulta cinematográficamente interesante. Si el dilema fuera fácil, si cualquier cosa que se escogiera fuese buena, a mí me resultaría aburrido.
-¿Y cómo ha llegado un coreano con vocación, pues, de filósofo a la meca del cine comercial, al mismísimo Hollywood?
-Creo que mi filmografía está llena de controversia en el sentido de que mis producciones son bastante exóticas para el público occidental, pero están dentro del cine de género y, en mi opinión, ése es el punto que tiene en común con las realizadas en Hollywood. Si yo no fuera director de género, me parece que los norteamericanos no habrían querido trabajar conmigo aunque les gustaran mis filmes.
-Usted ya batió hace tiempo el récord de taquilla en su propio país, Corea, con «Joint Security Area». ¿Cuál cree que es el secreto del éxito de su cine, a pesar de que nadie lo definiría precisamente como comercial?
-Quizá no se trate tanto de mi propio éxito como director como el del reparto de mis películas, los actores que trabajan en ellas. En «Joint Security Area» intervinieron las actrices más conocidas de Corea, y eso es una clave importante, tanto como el hecho de que interpretaran unos papeles muy diferentes a los que habían hecho hasta ese momento y sus trabajos creasen una sinergia que llevó luego al éxito de taquilla. También ahora «Stoker» cuenta con un reparto de lujo, con una estrella como Nicole Kidman, que se ha implicado mucho en el proyecto y respetado mis indicaciones durante todo el rodaje, así como con Mia Wasiwowska y Matthew Goode.
-Pero sus películas tienen el sello de su director, como lo tuvieron en su momento las de Alfred Hitchcock, al que parece evocar en alguna escenas de «Stoker», ¿no es así?
-Hitchcok es una referencia indiscutible para mí, en esta cinta –en la que juegan un papel destacado tanto el sonido como el silencio– y en toda mi trayectoria. Mientras haga «thriller», no puedo escaparme de la sombra de Hitchcock.
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