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Rajoy mantendrá el diálogo con Sánchez al que ve en manos de Iglesias

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, durante su reunión con el líder del PSOE, Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, durante su reunión con el líder del PSOE, Pedro Sánchezlarazon

La reunión en Moncloa termina en fracaso. El candidato del PP no ofreció nada ante la cerrazón del líder socialista. El presidente en funciones no ve margen para hablar de las cuestiones que realmente interesan a los ciudadanos.

El frío saludo de ayer entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, antes de su reunión en La Moncloa, fue el símbolo de cómo se desarrolló la conversación. La entrevista más breve de las que han mantenido, tres cuartos de hora, que no dio ni para sentar las bases de una negociación futura por el portazo previo por parte del candidato socialista, que confirmó que va a explorar una alternativa de izquierdas. Para ser investido como presidente del Gobierno, Sánchez no sólo necesitaría los votos de Podemos, sino también de una amalgama de partidos, desde IU, ERC, Bildu, e incluso alguna formación nacionalista. Pero su opción, según el camino que avanzó, es apostar por intentar el «cambio», y la única fórmula para conseguirlo es lanzarse a la aventura llena de riesgos de una coalición rechazada incluso internamente por algunos de sus «barones» y por referentes históricos como Felipe González.

Sánchez elige, por tanto, mantener el pulso incluso con los suyos, aunque también tenga parte de escenificación. Y tan firme mantuvo en Moncloa el «no» a la investidura de Rajoy que el presidente en funciones ni siquiera le pudo ofrecer nada para empezar a negociar. Tampoco tuvieron oportunidad, según se quejaron en Moncloa, de hablar «sobre lo que realmente interesa ahora a los españoles».

Tras este primer paso, previsible, Rajoy no ve hoy margen para entrar en una negociación programática con el PSOE sobre la base de garantizar una salida estable al resultado de las elecciones del pasado domingo, en las que la lista del PP ganó en votos y en escaños, 130, frente a los 90 diputados del PSOE. El PP necesita la abstención de los socialistas, pero éstos, por su parte, tampoco tienen a su alcance conformar una alternativa de Gobierno viable que no implique un alto coste interno. Ahora bien, la estrategia de Sánchez se sostiene en jugar la baza de presentarse como el encargado de articular la alternativa del «cambio», bajo la presión del liderazgo de Pablo Iglesias, que compite de «tú a tú» con el secretario general socialista después de los resultados del domingo. En su análisis, en Moncloa y en la dirección del partido ven pocas posibilidades al entendimiento con el PSOE, pero no cierran del todo la puerta a esa hipótesis. En el escenario actual, advierten de que no hay nada que puedan ofrecer al PSOE para que cambie de opinión porque no hay disposición en la otra parte a buscar puntos programáticos en común para superar la situación de bloqueo. «Sánchez está manejando la situación con criterios estrictamente de partido. En función de lo que más le interesa desde el punto de vista político en su batalla por mantener el liderazgo socialista y por frenar la fuga de votos a Podemos. Y a partir de ahí, Rajoy ha ofrecido una negociación ‘‘generosa’’ y ha mostrado su disposición al acuerdo, pero nada más puede hacer», sostiene un alto cargo de Moncloa.

No obstante, el proceso acaba de empezar y en la dirección popular no descartan que en el futuro el líder socialista cambie de opinión y termine absteniéndose en la investidura de Rajoy si ve que no hay otra alternativa inmediata que la de convocar elecciones. «Aquí se ha puesto en marcha un juego de faroles en el que los movimientos en el terreno público enmascaran lo que se persigue realmente en el terreno privado», sostienen en el PP. Así, en el entorno de Rajoy aseguran que al PSOE no le interesa que haya de nuevo elecciones generales, pero sí a Podemos. Y afirman también que es muy difícil que al final Pablo Iglesias acabe invistiendo a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Al mismo tiempo, y aunque el objetivo sea intentar tejer los apoyos necesarios para que pueda haber un Gobierno del PP y se desbloquee la situación, fuera del discurso oficial en medios populares se escucha que unas nuevas elecciones favorecerían sus intereses y perjudicarían a Ciudadanos, por el voto útil y la constatación de que la fragmentación ha llevado a un escenario imposible de gestionar. O elecciones o legislatura muy corta.

Realmente, más allá de la investidura y de que haya un Gobierno en minoría, la situación política es absolutamente «ingestionable». «No es problema de dialogar, sino de que hay bloques incompatibles e insuficientes, que van a hacer muy difícil continuar con las reformas sin que por encima de todo se impongan las luchas de partido», precisa un veterano diputado del PP con altas responsabilidades durante la pasada legislatura. El Congreso va a ser una muestra de ello. Es muy posible que en la constitución de las Cortes Generales, el nuevo reparto deje al PP, lista más votada, sólo con un vicepresidente y un secretario en una Mesa de 9. La Mesa es el órgano de Gobierno de la Cámara Baja y del que depende el calendario y la organización del trabajo parlamentario. Puede parecer anecdótico, pero es decisivo tener el control de ese órgano para que el Gobierno pueda cumplir su programa y avanzar en su agenda legislativa. La idea inicial de Rajoy era ofrecer al PSOE buscar un perfil de consenso, no ideologizado, para presidir la Cámara Baja. Pero la exigencia socialista de asumir ese cargo invalida de antemano el gesto y confirma la negativa de Ferraz a buscar un terreno neutral para acercar alguna posición con la lista más votada. El presidente del Congreso es elegido en una votación del Plenario. Cada grupo presenta su candidato. Si en primera votación ninguno sale por mayoría absoluta, la segunda se hará entre los dos candidatos más votados. Y sin pacto, la propuesta del PP tiene pocas posibilidades de salir adelante en esta coyuntura. No obstante, Rajoy, en su condición de candidato de la lista más votada, seguirá explorando el acuerdo y para ello va a hablar con todos los grupos, salvo con Bildu. El lunes ha citado en La Moncloa al líder de Podemos y a Albert Rivera. Ya sabe lo que le van a decir. El primero solemnizará su «no» a su investidura, y Rivera ya ha adelantado su disposición a abstenerse. Rajoy mantendrá abierto el diálogo con el PSOE y con C’s para un acuerdo sobre la base de los principios que vertebran la convivencia.