PSOE

Díaz sale a rescatar a Sánchez para no perder el PSOE

La presidente de Andalucia, Susana Díaz, ayer, con los vecinos de Camas, Sevilla
La presidente de Andalucia, Susana Díaz, ayer, con los vecinos de Camas, Sevillalarazon

La encuesta del CIS ha confirmado, en la exigua medida en la que demoscopia puede confirmar nada, que el PSOE no tiene garantizada su victoria en Andalucía, su principal granero de votos del país y la palanca con la que Susana Díaz pretende asaltar el liderazgo del socialismo nacional. Pero la noticia no ha sorprendido a la presidenta andaluza, que hizo de su confrontación con Podemos el «leit-motiv» de su campaña ya en las elecciones de diciembre. Sin embargo, la mala situación en la que los sondeos dejan a su partido propició que hace unas semanas firmase con Pedro Sánchez una tregua de campaña: el enemigo común es ahora la formación de Pablo Iglesias y el 27 de junio, volverá la lid interna.

La confrontación de Díaz con Teresa Rodríguez, líder populista andaluza, está alcanzando rangos sísmicos, tanto en las redes sociales como en el parlamento regional. Es la manera que tiene de marcar territorio ante el menoscabo de votos que Unidos Podemos, gracias a la presencia de IU en la Andalucía rural, le infligirá en su territorio. El CIS advierte de que PP y PSOE empatarán a veinte escaños en la comunidad autónoma más poblada de España y la debacle que ese resultado supondría para los socialistas a escala nacional sólo lo impedirá Susana si logra detener la sangría de apoyos que sufre en su flanco izquierdo, pues tantos los populares como Ciudadanos conservan su electorado de diciembre.

Esta acertada detección del enemigo del PSOE fue el primer punto de fricción entre Susana Díaz y Ferraz la noche misma del 20 de diciembre, cuando Pedro Sánchez eligió como socio a quienes no lo querían más que como felpudo. Por eso, no por su simpatía al PP, los socialistas andaluces intentaron que cundiese su tesis de permitir que Mariano Rajoy gobernase en minoría en lo que calculaban que sería una legislatura corta para rearmarse en la oposición y, según dijo entonces un asesor de la presidenta, «esperar a que se pase el sarampión de Podemos». Siempre se le reprochó al secretario general anteponer su deseo personal de permanencia a los intereses del partido: le advirtieron que pasaría lo que está pasando aunque ahora, con el incendio de «sorpasso» quemando la puerta de la casa, «a nadie le hace gracia haber acertado porque el PSOE se está jugando la supervivencia como alternativa de gobierno». Son palabras apesadumbradas que ayer se atrevía a musitar un alto cargo de la Junta.

En la federación socialista andaluza, preocupa que Sánchez insista en su enroque, como insinuó el martes pasado en Sevilla en presencia de Susana Díaz. Pues así se percibe su anuncio de que las bases volverán a pronunciarse sobre la estrategia de pactos poselectorales. El PSOE-A volverá a marcar en el Comité Federal la línea roja del referéndum de autodeterminación catalán y volverá a intentar forzar la abstención de su grupo parlamentario para desbloquear la investidura del candidato de la lista más votada. Aunque los escasos portavoces que ayer se avenían a hablar interpretan que el CIS «ha inflado a Podemos en la cocina para desmoralizar a los socialistas», advierten por si acaso que «si un pacto con Iglesias de socio minoritario es incómodo, yendo como comparsa ya sería un verdadero infierno». Extraoficialmente, eso sí, hace semanas que se decretó el estado de pánico.