España

El éxodo de los doscientos de Navarra

Los agentes de la guardia civil de Tráfico afrontan con incertidumbre el acuerdo entre PSOE y PNV por el que transfieren sus competencias a la policía foral. Obligados a hacer las maletas, se quejan: «Lo que no consiguió ETA ni el Ospa Eguna lo van a hacer los políticos: echarnos»

«El honor consiste en hacer hermoso aquello que uno está obligado a realizar». La cita, del novelista francés Alfred Victor de Vigny, representa uno de los principios que caracteriza a la Guardia Civil, pero se puede decir que la Agrupación de Tráfico lleva esos férreos valores a la práctica cada día, en la carretera y en las condiciones más adversas. No se trata de una cuestión económica. Tráfico es la institución española con más muertos por peligrosidad. Llevan unos 360 fallecidos en acto de servicio desde su creación en 1958, a una media de cinco muertos por año. Un memorial con los nombres de todos esos caídos trata de rendirles homenaje en la Academia de Mérida, donde se forman los agentes que eligen esta especialidad tan benemérita. No es nada fácil entrar. Tras varios exámenes que incluyen toda la materia existente en Seguridad Vial y supuestos prácticos para saber actuar, por ejemplo, en caso de accidentes con mercancías peligrosas, hay que superar un complicado curso de motorista de tres meses. Es la parte más complicada del proceso porque, no solo deben demostrar el dominio absoluto de diferentes motos, sino tener la destreza de hacer auténticos malabares como ponerse de pie sobre el asiento. «Es la parte de circo que tenemos que pasar», dice entre bromas Juan (nombre ficticio). En su promoción solo superaron el curso 64 de 110 que lo empezaron: lo exigente de las pruebas dejó a la mitad en el camino. Por esa dificultad para acceder a esta Unidad, por el prestigio que tienen (sus dos equipos de reconstrucción de accidentes son la élite en España) y por ese labor de servicio tan directo al ciudadano cuando realmente está en apuros, es un gran orgullo para los guardias ser «uno de Tráfico». Juan lo consiguió en 2008 y, como es lógico, le supuso «una satisfacción enorme». Después de estar ocho años en un pueblo de Burgos, decidió solicitar como destino una capital de provincia para que a su pareja le fuera más sencillo encontrar trabajo. Eligió Pamplona, se lo concedieron y allí se trasladaron. Ya han pasado cuatro años de aquello. Aunque parezca increíble, aún siguen tendiendo la ropa del trabajo en el tendedero de dentro de casa y aguanta ciertas hostilidades en algunos bares de carretera donde paran a tomar un café y les invitan («muy amablemente, eso sí») a irse. Pero eso no le importa. Ahora conoce a la perfección las carreteras navarras, su chica tiene un contrato indefinido, han creado un círculo de amigos y, en definitiva, Pamplona se ha convertido en su hogar. De hecho, estaban pensando en tener familia. Sin embargo, un acuerdo político ha dejado todos esos planes de futuro «aparcados», según explica a LA RAZÓN. El motivo es un acuerdo entre PSOE y PNV para lograr sacar adelante la investidura de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno. Uno de los puntos de ese documento repercute directamente en la vida de Juan hasta el punto de que tendría que cambiar de provincia si quiere seguir manteniendo esa plaza que tanto sacrificio le costó sacar. Y es que, el tercer punto del polémico acuerdo habla de la transferencia de las competencias de Tráfico de forma íntegra a la Policía Foral, que hasta ahora trabajaba junto a la Guardia Civil en esta materia de forma coordinada sin problemas. Este pacto ha abierto un horizonte de incertidumbre y angustia para los más de 200 hombres y sus respectivas familias que prestan servicio en alguno de los destacamentos de Tráfico de Navarra: Elizondo, Alsasua, Estella, Tafalla, Tudela y Pamplona, cuya base está en el polígono de Noáin. ¿Lo peor de todo? «Quizá enterarnos por la Prensa», asegura, por lo humillante de la situación. Fue el pasado 30 de diciembre y los grupos de WhatsApp de estos agentes comenzaron a arder. «Estaba solo en casa viendo la tele y fue un jarro de agua fría enorme. Cuando llegó mi chica y se le conté se llevó un disgusto tremendo. Ya estábamos pensando tener familia porque la intención era quedarnos aquí. Ahora, no sabemos qué va a pasar y no sé qué hacer con mi vida. Desde luego, todos esos planes de futuro quedan aparcados», explica. Juan no daba crédito a lo que escuchaba por la tele porque un par de meses antes se habían aprobado 14 vacantes en Pamplona que deberán incorporarse a final de este mes. «¿Qué va a pasar con esa gente ahora? ¿Y con nosotros?». Lo peor de la falta de información oficial (nadie les ha comunicado por ningún canal oficial lo que está ocurriendo) es que ahora todo son conjeturas.

La mentira de Marlaska

Ellos entienden que les plantearán tres opciones: continuar en Tráfico en otra comunidad autónoma (esperan que respeten preferencia al elegir destino), pasar a Seguridad Ciudadana o una «pasarela» para entrar en la Policía Foral de Navarra y continuar haciendo labores de tráfico. Juan, no ve factible ninguno de los tres escenarios pero, si tiene que elegir, no le quedará otra que hacer las maletas. «Estoy bien orgulloso de haber conseguido plaza en Tráfico y ahora no la quiero perder». Para muchos agentes reciclarse en Seguridad Ciudadana es como «volver a la casilla de inicio» por la especialización y los conocimientos que ya tienen y, el que es guardia civil, no quiere convertirse en Policía Foral. «Y eso que ganaríamos más y tendríamos mejor jubilación», apunta Juan. Los agentes tienen serias dudas de que los compañeros de la policía autonómica tengan la capacidad para asumir ese vacío que dejarían ellos, algo que acabará pagando el ciudadano. «No es solo el trastorno que nos hacen a nosotros, que te ponen la vida patas arriba, es que afectará a la seguridad de los conductores. Pero eso le debe dar igual al ministro». Se refieren al titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, que ha perdido su credibilidad entre estos agentes. El 16 de septiembre visitó la Agrupación en Pamplona y les había prometido que Tráfico no se iría de Navarra. Poco después hizo lo propio el director del Cuerpo, Félix Azón. Los guardias se sienten engañados por el ministro y a quienes les tocó vivir los años duros de ETA le dedican una dura afirmación: «Ha logrado lo que no consiguió ETA a tiros en muchos años ni el Ospa Eguna (movimiento para pedir la expulsión de la Guardia Civil y la Policía Nacional de País Vasco y Navarra): echarnos». Uno de esos agentes que sufrió en sus carnes un camión bomba (el primero que usaba ETA) es Pedro (nombre ficticio). Ocurrió en el 91 mientras hacía labores de vigilancia en la refinería de Petronor de Somorrostro (Vizcaya). Después de aquello se fue a Tráfico, donde ya lleva 26 años y ha logrado ascender a Cabo Primero. Pasó por Elizondo, Tudela, Estella y ahora es responsable en Pamplona de Transportes. Él vivió los años en los que se juntaban 15 o 20 a comer y uno se tenía que quedar fuera vigilando. «Eso ya no pasa. La gente aquí nos quiere aunque hay zonas más conflictivas».

«Quieren la recaudación de las multas»

Pedro conoció en el 95 a su mujer. Se casaron en 2001 y ahora tiene dos niñas de 12 y 16 años. Aunque se separó, tiene la custodia compartida y su arraigo en la tierra es más que evidente. «Yo no puedo moverme», dice resignado. Pedro dice que la Guardia Civil «le ha dado mucho», no quiere salir del Cuerpo porque «es un orgullo» pero desconoce qué opciones le quedan por lo que espera alguna comunicación oficial. Eso sí, como muchos, se siente ninguneado por sus responsables políticos. «Yo fui uno de los que recibió un apretón de manos de Marlaska de 15 segundos y, mirándome a la cara, me dijo: ‘‘No te preocupes, que mientras yo sea ministro, de aquí no os movéis’’». Pedro dice que «se escucha» otra posibilidad una vez se haga efectivo el acuerdo: que ellos continúen haciendo las mismas funciones (pero que la recaudación de las sanciones pasen al Gobierno de Navarra «porque en realidad todo esto lo hacen porque quieren la pasta». «Date cuenta de que las recaudaciones por Transporte van desde los 301 a los 4.600 euros por una manipulación de tacógrafo». Las asociaciones de la Guardia Civil ya han anunciado movilizaciones. Desde PGC (Profesionales de Guardia Civil) aseguran que están hartos de ser «los parias» de las Fuerzas de Seguridad porque «siempre nos dan los golpes a nosotros». Su portavoz, José Manuel Manrique, critica que «se juegue con el destino y el futuro de 200 guardias y sus familias. Sería una aberración que tengan que coger las maletas y exiliarse». Además de pedir la dimisión de Marlaska y Azón, aseguran que existe «una gran incertidumbre» y piden a los responsables políticos que den «explicaciones» para que los afectados sepan qué opciones tienen y puedan, al menos, ir pensando en qué pueden hacer con su vida partir de ahora.

Todos con la Guardia Civil
Todos con la Guardia CivillarazonLa Razón

«Solo somos los primeros, pero la lista es larga»

La oleada de solidaridad que han sentido los de Tráfico por parte de sus compañeros ha sido inmensa. Por los grupos de WhatsApp de toda la Guardia Civil circulan imágenes como la de arriba, muy representativa de lo que ocurrirá con los agentes que prestan servicio en Navarra. «Nosotros solo somos los primeros: luego vendrán los del Seprona y los de Rescate de Montaña», advierten. Los agentes lamentan que sean precisamente las unidades que gozan de más prestigio entre la ciudadanía las que consideren prescindibles. «Cuando alguien quede atrapado en la nieve a ver quién va a buscarles. Dios quiera que a nadie le toque pagar el pato», dice otro.