Andalucía

Guardia Civil

María Gámez, la hija del farero, en el centro de la tormenta perfecta

La primera mujer en dirigir la Guardia Civil se enfrenta al reto de resolver una grave crisis en el cuerpo. Señalada por la destitución del coronel Pérez de los Cobos por no informar sobre el 8-M, se ha llegado a pedir su dimisión

El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, durante la toma de posesión de la nueva directora general de la Guardia Civil, María Gámez Gámez (i).
El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, durante la toma de posesión de la nueva directora general de la Guardia Civil, María Gámez Gámez (i).J.J. GuillénEFE

La hija del farero, la menor de 11 hermanos, a la que le ha cabido el honor de ser la primera mujer en dirigir la Guardia Civil, ha tenido su primer y duro tropiezo. Se ha encontrado, al poco de llegar al puesto, con una crisis difícil de gobernar en la que alguien, con mala intención o poca información, le puede atribuir todas las culpas, lo que sería radicalmente injusto. Y eso que ella llegó con la intención de mantener un perfil discreto, lejos de los focos. Una serie de hechos concatenados han provocado la «tormenta perfecta» en un Cuerpo capaz de soportar ésta y otras vicisitudes, como ha demostrado en sus más de 176 años de historia, ya que cuenta con un factor primordial para hallar las soluciones necesarias: la disciplina de sus miembros. Un absoluto mutismo es la respuesta que se encuentra cuando se pregunta sobre el papel jugado por María Gámez en la crisis que se inició con la destitución del coronel Diego Pérez de los Cobos como jefe de la Comandancia de Madrid.

No se trata de un guardia civil cualquiera, su trayectoria profesional le avala y prescindir de él es, a todas luces, una torpeza que, además, si las justicia así lo determina, sería un acto ilegal. Y una incógnita mayor, si cabe: ¿cómo se redactó el oficio, dirigido al secretario de Estado, en el que se venía a reconocer, en papel oficial, que al cesado se le había requerido información de unas diligencias judiciales, secretas por sí mismas, sobre la autorización de manifestaciones el 8-M? ¿Escribió ella misma este papel? ¿Se lo hicieron escribir? ¿Estuvo asesorada? Buenas preguntas, sin respuesta de momento. Lo cierto es que en medio de la tormenta perfecta añadió una ola de gigantescas proporciones, una especie de autoinculpación, que ni la luz del mejor faro habría servido para guiar a la nave del Ministerio del Interior a buen puerto. El director general de la Benemérita, en este caso la directora, siempre está bien rodeada de mandos dispuestos a ayudarla, a asesorarla.

La figura del jefe del Instituto Armado es una referencia para todos sus miembros que, diga lo que se diga, desean para él lo mejor porque va en beneficio de todos los guardias. Por ello, lo ocurrido ha sembrado el desconcierto y el enfado entre muchos. Se ha llegado a pedir su dimisión. Lo mejor sería esperar a conocer los entresijos de este monumental lío para juzgar el papel que ha jugado cada uno de sus actores. La directora; el secretario de Estado, que se ha mantenido en un segundo plano; el ministro del Interior; el DAO dimitido, Laurentino Ceña... porque lo que le ha ocurrido al perjudicado, Pérez de los Cobos, ya lo sabemos aunque Fernando Grande-Marlaska «amenazara» con grandes revelaciones que pondrían en cuestión la carrera profesional del mando cesado. Si se las oculta a la opinión pública, él sabrá por qué lo hace.

De momento, ha sido la propia Benemérita la que ha revisado el ordenador personal del coronel por si de él hubieran partido «filtraciones». Volviendo al papel, con una redacción perfectamente mejorable, ¿quería decir lo que decía o lo que quería decir? En los términos en que apareció, había pocas dudas: se requirió información a efectos de conocimiento. O tal vez ¿se quiso expresar, con una cierta torpeza en cuanto a su escritura, que el coronel Pérez de los Cobos no había dado la novedad de que la juez del 8-M ya contaba con un informe de la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ) sobre el asunto de las citadas manifestaciones feministas del 8-M?

Fuera de una manera o de la otra, la petición al mando cesado no era correcta sobre todo porque el coronel no tenía por qué conocer ese detalle; y, si lo hubiera sabido, no lo podía revelar. Además, ya había dado la novedad, hasta en dos ocasiones, sobre este asunto. La intervención de Grande-Marlaska en el Parlamento, en el que venía a descargar responsabilidades en el secretario de Estado y en María Gámez, tampoco estuvo muy afortunada. Fue el ministro el que generó el lío cuando alguien desde las alturas le afeó que se hubieran tenido que enterar de la existencia del primer informe de la Guardia Civil sobre el 8M a través de una noticia de prensa. Tranquilidad, paz y sosiego es lo que recomienda un amigo, un mando de las Fuerzas de Seguridad, cuando surgen circunstancias complejas, y es lo que parece haber faltado en esta ocasión.

Años en la administración andaluza

Pero volvamos a María Gámez. La conocí en Málaga con ocasión de la entrega del premio que LA RAZÓN concedió a la Guardia Civil por sus 175 años de servicio a España y los españoles. A riesgo de que algunos ahora, en medio de este ambiente de tensión, me critiquen (qué fácil es hacer leña del árbol caído), tengo que decir que me pareció buena gente, que llegaba a la Benemérita con ganas de trabajar, de hacer honor a ser la primera mujer en dirigir el Cuerpo. Habrá que ver si este incidente le ha quebrado esa voluntad o se la ha reforzado. Y esta abogada de formación llegó a la Guardia Civil tras muchos años en la Administración andaluza, donde su último cargo fue el de subdelegada del Gobierno en Málaga, en el que se hizo conocida por estar al frente del dispositivo de rescate de Julen, el pequeño que cayó a un pozo en el municipio malagueño de Totalán. Ahora, tiene por delante otra difícil empresa. Se ha rodeado, al designar la nueva cúpula, de excelentes profesionales como los generales Salas y Blázquez. Tiene como ayudante a un mando con tanta experiencia como Manuel Llamas, general de división: Y todos los demás mandos.

De ella depende que entre todos se consiga devolver la tranquilidad a la Benemérita y que, eso sí, se haga justicia si alguna injusticia se ha cometido. Hacer un comentario crítico de Gámez en estos momentos es lo fácil. Probablemente ha cometido errores, sólo lleva unos meses al frente de la Benemérita, y, si continúa en el puesto, no tardará en coger la experiencia que ahora le falta. Apartar ahora a la primera mujer que ha llegado a la cúpula de la Guardia Civil puede no ser la decisión más acertada, aunque si se demuestra que su papel en esta crisis la hace incompatible con el cargo, no tendría más remedio que marcharse. Tiene una ocasión de oro en los próximos días, cuando se reúna con el Consejo Superior de la Guardia Civil, integrado por todos los generales; o antes, si hay una toma de posesión de los nuevos mandos. Un discurso ajustado, en el que se cuente la verdad, sin dejar espacios opacos, sería una buena firma de empezar a cerrar esta crisis. Con todas las consecuencias. A lo mejor es mucho pedir.