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Casado quiere abandonar Génova antes de las elecciones generales

El PP busca que el cambio de la histórica y polémica sede sea un nuevo revulsivo para el partido

Sede del Partido Popular
Sede del Partido PopularCIPRI PASTRANO DELGADOLa Razón

La auditora, ninguna de las cuatro grandes internacionales, que se encarga de la operación ya está seleccionada, y el proceso para rentabilizar de la mejor manera posible el emblemático edificio que el PP ocupa en la madrileña calle de Génova sigue en marcha. Pese a todo, y pese a todos, la operación no parece que vaya a quedar en un letargo, como si sólo hubiera sido una salida, y así quieren creerlo bastantes dentro de la organización popular, para pasar página de la debacle en Cataluña de las últimas elecciones autonómicas. En la cúpula popular tienen en la cabeza que este movimiento puede ser un buen golpe de efecto previo a las elecciones generales, y aunque no se atan las manos con los plazos, porque «todo depende de encontrar un recambio que haga rentable la operación», la intención es que Pablo Casado se presente a las próximas elecciones generales con su despacho en otro edificio, y que haya otro balcón preparado para celebrar la presunta victoria.

Desde fuera de la gestión de este movimiento son escépticos, por convicción, en algunos casos, y, en otros, por puro deseo. No sólo está el argumento de la posible ruina económica de un mal paso, también, sobre todo, la razón política, que apunta a que los ex presidentes Mariano Rajoy y José María Aznar se molestarían, especialmente este último. En sí, aunque hay un sólido motivo económico detrás, «la sede es demasiado grande y cara», lo que la convierte en un revulsivo electoral, como plantean dentro de la dirección popular, es que deshacerse de ella sería como un exorcismo total de los demonios del pasado, es decir, de todo lo que todavía puede ligar a este PP con los casos de corrupción de las etapas de Aznar y de Rajoy, y que aún se arrastra por los juzgados. Las resistencias contra la autoridad del PP de Casado fueron mayores antes que ahora porque el pulso lo ha ido ganando poco a poco el nuevo equipo, que, superada la hipoteca del aterrizaje en la dirección, apostó por esta ruptura como única salida para estar en condiciones de recuperar ese voto del centro-derecha que fueron perdiendo a costa de haber abandonado la bandera de la regeneración y de la gestión de los Gobiernos de Rajoy. «Ni somos los mismos ni se nos puede identificar con lo mismo». La frase sale del actual Comité de Dirección popular, y entre el coste del enfado de Aznar y las ventajas que ven a liberarse del peso de «Génova», en la cúpula popular no tienen duda sobre que el camino va por la segunda dirección.

Cuando anunciaron la decisión de salir de Génova ya hubo un amago de rebelión desde algunos de los referentes más históricos del PP, de los que el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, es el mayor representante y el que más poder sigue teniendo internamente. La justificación fue que no se había consultado, y que esta decisión debía pasar por el correspondiente órgano de dirección. Pero la auditora empieza a trabajar, el tanteo de edificios comenzó ya hace tiempo, y, si todo sale bien, la cúpula popular pretende que esta jugada forme parte de la precampaña electoral del nuevo PP. Sería una continuidad de todas las decisiones que han ido adoptado desde que llegaron al mando del partido para «limpiarle» la cara y levantar un nuevo organigrama más del perfil de lo que representa Casado. En sí, esto lo que quiere decir es que lo han buscado es un partido de «peones» que crezcan en esta nueva etapa, y que no vengan hipotecados por las relaciones con las anteriores direcciones. Un cuadro de cargos que representan una renovación generacional, aunque en el discurso tengan más que ver con el Aznar que dejó el Gobierno que con el Rajoy que sostuvo una actualización del giro al centro de su antecesor.

El pasado 16 de febrero, tras la debacle en las elecciones catalanas, Casado anunció que el partido abandonaría la sede para romper con el pasado. Argumentó que no podían seguir en un edificio cuya reforma se estaba investigando por los tribunales, en alusión al juicio que comenzaba entonces por el pago de esas obras con la supuesta caja b del partido. El PP abrió entonces un concurso para que una empresa les ayudara con el traslado, sin novedades hasta ahora. La Convención de Valencia no ha supuesto novedades programáticas, pero sí ha dado un empujón al liderazgo y a la autoridad de Casado dentro de sus filas. El líder nacional cuenta además con el apoyo de las estructuras provinciales, renovadas en el proceso congresual adelantado al que tiene que afectar a las comunidades autónomas. Los dirigentes provinciales deberían ser su ejército, en el caso de que tenga que ir a la batalla sin el apoyo de todos sus barones.