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Entrevista

Toni Bolaño: “En Moncloa viven bajo el ‘síndrome Redondo’. No paran de hablar de él”

Asegura que en el Gobierno “han jugado sucio” contra el que fuera jefe de Gabinete y que quienes se decían sus amigos han preferido “darle la espalda”

El periodista y escritor Toni Bolaño, que presenta su libro “Moncloa. Iván Redondo. La política o el arte de lo que no se ve”
El periodista y escritor Toni Bolaño, que presenta su libro “Moncloa. Iván Redondo. La política o el arte de lo que no se ve”Alberto R. RoldánLa Razón

Decir menos de lo necesario. Esa es la máxima de un consultor político y es curioso que sea precisamente el arranque del libro ”Moncloa. Iván Redondo. La política o el arte de lo que no se ve” (Península), que nos aproxima a la persona que movió los hilos de la política española durante los tres últimos años. Un profesional sin ligaduras políticas, “con mirada de vasco” y en la retaguardia del presidente, que guio sus pasos hasta que el 10 de julio abandonó Moncloa. Ahora, como el Fénix –título del último capítulo– busca renacer de sus cenizas. Toni Bolaño (Barcelona, 1960) se mueve como nadie entre bambalinas y, apoyado en 120 testimonios, arroja luz sobre el que fuera jefe de Gabinete de Pedro Sánchez, una figura rodeada de misterio y misticismo. “Algunos se verán retratados”, advierte.

¿Hacía falta un libro sobre Iván Redondo?

Al margen de lo que se pueda opinar sobre él, Iván Redondo ha roto los moldes de una profesión en la que yo he estado muchos años. Yo llegué a la comunicación política de la mano de un partido y me sorprendió ver que Redondo era justo lo contrario. Venía desde la independencia y había conseguido trabajar con diferentes partidos, algo que en España es impensable pero que en el mundo anglosajón es bastante habitual. Me sorprendió su forma de actuar.

¿Cómo se gestó la idea?

Fue divertido. En una reunión de trabajo, su mujer -presente en esa cena- me dice: “Tendrías que hacer un libro sobre la trayectoria política de Iván”. Yo me reí y pasé olímpicamente. Pero a finales de 2020 coinciden varias circunstancias, entre ellas, el fallecimiento de mi padre. Decidí hacer un libro en su honor y hacerlo sobre Iván Redondo me pareció la mejor opción. Me ha gustado mucho hacerlo, aunque, ya acabado, no sé si repetiría la aventura.

¿Se resistió Redondo?

No te voy a decir que se resistió, porque no es la palabra que mejor definiría la situación, pero entusiasmo no tuvo. De hecho, tengo que decirte que, durante todos estos meses, siempre que le he llamado hemos tenido muchas horas de conversación y en esas horas he sido testigo de muchas cosas que algunos ahora niegan.

¿Cómo cuáles?

Desde momentos clave en la segunda negociación de Radiotelevisión Española hasta la remodelación del Gobierno...

¿Están reflejados en el libro?

He tenido muchas dudas. He mantenido la ética y no he sacado ni una sola palabra en el periódico. Hay que ser profesional y saber que, cuando tienes información por un trabajo que estás realizando, no tiene que servir para otra finalidad. Y esto sirve para declaraciones de algunos de los que están en el libro, que antes decían una cosa y ahora dicen otra. Se verán retratados.

Dígame un dato curioso que haya descubierto de Redondo.

Es un tipo muy peculiar. El vicepresidente de la Real Sociedad, que tiene un restaurante en Donosti, se enterará por este libro de que Iván Redondo trabajó allí acarreando cajas y sirviendo chatos de vino cuando era un jovencito.

Se ha dibujado a un Sánchez marioneta, cuyos hilos movía Redondo. ¿Mito o realidad?

Iván Redondo propone ideas y estrategias, pero las decisiones las toma siempre el líder. Desde hace tres meses pareciera que el líder era Redondo y no el secretario general del PSOE, que ha descubierto que lo es a partir del 10 de julio. Algunos en Moncloa viven bajo el “síndrome Redondo”, llevan tres meses diciendo que “qué bien lo hacen ellos y qué mal lo hacía Redondo”. De momento, pruebas fehacientes de que lo están haciendo mejor no existen

No me diga que se le echa de menos en Moncloa...

Se le echa de menos, porque no paran de hablar de él.

¿Y fuera de Moncloa?

Hay unas declaraciones de Joseba Aurrekoetxea, burukide del PNV, que pondrán en su sitio a más de uno. Cuenta cómo fue la moción de censura y quién era su contacto en el Partido Socialista. A algunos, las medallas de hojalata que se les pusieron, se les van a caer como los palos del sombrajo. No lo dice Redondo, lo dice el PNV. También, el cordón umbilical entre Moncloa y ERC. Como me dijo uno de ellos, tras la salida de Redondo: “Estoy huérfano”. Al final estos contactos vuelven a salir, lo que pasa es que es diferente cuando lo llevan profesionales. El no vivir solo de la ideología y pensar continuamente en un futuro político. Redondo no quería tener futuro político, hay algunos que no se dieron ni cuenta. Y hay algunos que se aferran a la silla, aunque no tengan competencias y lo veremos en el Congreso de Valencia.

Hablando del 40º Congreso...

Ha vuelto el PSOE de 2014. Pedro Sánchez se refugia en el PSOE como si él no hubiera sido desde el 2017 secretario general de ese partido.

¿Hay colaboradores de Redondo que hayan jugado sucio?

Sí, hay algunos que han jugado sucio. En el libro hay muchos detalles que lo denotan. Algunos dentro de Moncloa que han jugado sucio y otros, que se decían amigos de Iván Redondo, han preferido darle la espalda.

¿Preocupa este libro en Moncloa?

A mí me han preguntado si tienen que preocuparse...

Y ¿tienen que preocuparse?

Están preocupados, porque no saben lo que sale en el libro y lo que va a decir Iván Redondo, que no va a contar intimidades, pero tampoco tiene que asumir culpas de otros. De la moción de censura en Murcia no sabía nada. Solo hay que recordar las primeras crónicas que apuntaban quienes fueron los adalides de la operación: José Luis Ábalos, Adriana Lastra, Félix Bolaños, Santos Cerdán... y Pedro Sánchez, que ahora encumbra a quienes fracasaron en Murcia y provocaron la catástrofe del PSOE de Madrid, que es un partido que no existe y que lleva 26 años sin ganar un partido entre solteros y casados.

Podría interpretarse que este libro busca apuntalar el “relato” de Redondo.

Iván Redondo no iba a explicar nada de la interioridad de Moncloa. Cumple la máxima de un consultor político, las cosas se quedan en el vestuario.

Redondo se expuso recientemente en una entrevista en La Sexta, ¿cree que le beneficia?

Las entrevistas que son montadas tienen muchos riesgos, son entrevistas que están al servicio del director del programa. No lo critico, me parece lógico. Si estuviera en el lugar de Évole hubiera hecho lo mismo, pero siempre son arriesgadas. Eso sí, no será la única vez que Redondo hable en estos días...

Ha recibido muchas críticas...

Hay dos clases de críticas, las que quieren atizar a Redondo para fastidiar a Sánchez, que consideran que Redondo les ha dejado con mal sabor de boca, porque no ha tirado de la manta. En su opinión, si hubiera tirado de la manta, sería un estadista de primer orden. Y los que desde Moncloa han echado basura encima de Redondo. Las entrevistas te pueden salir mejor o peor, pero que Redondo es un profesional lo saben los unos y los otros.

¿Y no va a tirar de la manta?

No va a tirar de la manta, porque la regla de oro del consultor político es que no cuentas lo que pasa en el vestuario. No lo hizo tampoco cuando salió del Gobierno de José Antonio Monago (Extremadura) y sigue siendo muy amigo de Monago.

¿Y de Sánchez? ¿Existe buena relación con el presidente?

Él no ha dicho que exista buena relación, ha dicho que está en contacto con el presidente, que no es lo mismo.

¿Hay vida “post Redondo”?

La etapa post Redondo no les está empezando a salir bien en Moncloa, no les funciona. Han tenido ya varias crisis.

De lo que sí ejerció Redondo durante este tiempo en Moncloa fue de cortafuegos del presidente. ¿Se ha quedado Sánchez desprotegido?

La gran desprotección existe porque no existe la figura de Redondo. Óscar López es un jefe de Gabinete más al uso, Redondo además coordinaba a todos los ministros. Ahora, todo el poder está en manos de Félix Bolaños y él defiende su parcela de poder, no hace el papel de coordinación.

¿En qué lugar queda Bolaños?

Era una persona clave en “el club de los Cinco” de Redondo. Al final, en el libro se verá cuál es el papel de Bolaños.

¿Y su relación actual con Redondo?

Se han visto.

Se le ha imputado como algo negativo no ser militante del PSOE. Un “mercenario de la política”, ¿eso es un mérito o un demérito para la asesoría?

Iván Redondo trabaja para las personas y no para las ideologías, para las personas y no para los partidos. Que es un demérito solo lo pueden decir quienes tienen como máxima mirada su ombligo o cortedad de miras. Es bueno tener una persona que no está dentro de las entrañas del partido intentando siempre aspirar a un puesto político. Hay algunos que no se han enterado, el presidente incluido, que entre las aspiraciones de Redondo no estaba ser ministro, estar en la Ejecutiva del PSOE o seguir de secretario de Estado. La gran mentira de Moncloa es que, si Sánchez le echa, por qué intenta retenerlo a través de dos amigos comunes la semana del 10 de julio.

¿Quiénes son esos dos amigos?

No voy a dar los nombres, pero, quien lea el libro, a poco que conozca ciertas entretelas del poder, sabrá quiénes son.

Sánchez no dedicó ni una palabra a Redondo en su despedida, ¿le sorprendió?

Es lo que suele pasar cuando tu pareja te abandona.

¿Se ha equivocado Iván Redondo?

Iván Redondo se ha equivocado en muchas cosas, no es infalible. El trabajo del consultor no es acertar, es preparar escenarios para que el peón llegue y consiga la dama. Hay algunos que son tan cortos que no entienden la historia del ajedrez. Redondo no quería ser la dama, en una batalla de peones, el peón es fundamental para conseguir la dama y poder hacer jaque mate, al contrario, no al propio.

¿La decisión de marcharse fue acertada?

En política siempre acabas cadáver, siempre acabas muerto. ¿Tiene Redondo que ligar su futuro a Sánchez? No necesariamente. Él llegó con el compromiso de hacerle presidente, ganando unas elecciones. Pasaron unas elecciones, dos, llegó una pandemia... Tomó una decisión que el presidente sabía desde el 5 mayo.