El personaje

Félix Bolaños: El «deshollinador» de Sánchez

Por las manos del ministro de la Presidencia han pasado desde la exhumación de Franco a los indultos o los Presupuestos

Félix Bolaños
Félix BolañosPlatón

Se le conoce como el arquitecto jurídico del Gobierno, el auténtico «fontanero» en La Moncloa de Pedro Sánchez. Por sus manos han pasado todos los grandes asuntos de la Legislatura: exhumación del cadáver de Franco, la coalición con Unidas Podemos, renovación con el PP del Poder Judicial, los indultos del «procés», las conversaciones con Cataluña, el estado de alarma y ahora los Presupuestos Generales del Estado. Con un perfil muy discreto, serio y perseverante, Félix Bolaños es un hábil negociador que hace de la cautela su norma de conducta. Antítesis de su antiguo amigo, el otro «gurú» defenestrado Iván Redondo, el titular de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática no es locuaz, como lo era su antecesora Carmen Calvo, ni presume de buenas relaciones con los poderes económicos, como alardeaba Redondo. Su objetivo es actuar en la sombra, con absoluta lealtad a Sánchez, y engrasar la «fontanería» monclovita con mucha disciplina y poco ruido. Prueba de su carácter es la frase que pronunció el día de su toma de posesión: «Ser ministro ni se puede pedir, ni se puede rechazar». Sutil aviso a navegantes.

«Félix apuñalará a Iván, pero este no lo sabe». La frase corresponde a un ministro y circulaba por La Moncloa en los días en que Bolaños y Redondo eran todavía íntimos amigos y estrechos colaboradores. «Son como Pili y Mili, dos gotas de agua», comentaban en sus equipos ante la buena sintonía entre ambos. Pero los celos y suspicacias comenzaron a aflorar durante las negociaciones con el PP para la renovación del Consejo General del Poder Judicial, que Bolaños tenía prácticamente cerradas. Según algunas fuentes, la filtración por parte de Iván Redondo de dos nombres inadmisibles para el PP, los jueces José Ricardo de Prada y Victoria Rosell, dieron al traste con todo. Nadie sabe en verdad que pasó entre ellos, pero lo cierto es que los dos influyentes asesores del presidente alejaron posturas y libraron una sórdida batalla que acabó con la salida aún algo confusa de Redondoy el ascenso fulgurante a ministro de la Presidencia de Bolaños. «Dos gallos de pelea no pueden seguir en el mismo corral», dijo entonces con gran ironía otro ministro hoy ya fuera del Ejecutivo.

Muñidor en la sombra

Félix Bolaños García nació en Madrid hijo de dos emigrantes que se habían conocido en Munich, donde trabajaban como operarios en una fábrica. A su regreso de la ciudad alemana abrieron en Móstoles una pajarería y Félix se educó siempre en centros públicos. Era un chico muy callado, introvertido, que se licenció en Derecho por la Universidad Complutense, sacó el primer puesto en los cursos generales de la Abogacía y Derecho Laboral y en el año 2005 ingresó por oposición como letrado asesor en el Banco de España.

A pesar de no ser un rostro conocido, es militante desde hace años en el PSM y desempeñó varios cargos en el socialismo madrileño, secretario de la Comisión Federal de Ética y Garantías, de la Fundación Pablo Iglesias, miembro del Consejo de redacción de la revista Temas y Patrono de la Fundación Sistema, en aquel tiempo vinculadas a Alfonso Guerra dentro del partido.

Conoció a Pedro Sánchez en su calidad de militante del PSM y en 2018 llegó a La Moncloa como Secretario General de la Presidencia del Gobierno. Desde entonces, participó en la sombra en todos los grandes pactos del Gobierno, desde la exhumación de Franco hasta las conversaciones para renovar el CGPJ, el consejo de RTVE, la coalición con Unidas Podemos, la pandemia y las cuentas públicas.

Clave en Cataluña

Ha sido y es figura clave en el conflicto con Cataluña y dio estructura jurídica a los indultos del «procés». Ahora, tiene el encargo del presidente de batutar la mesa de diálogo y el pasado viernes abrió una doble agenda en tierras catalanas: una pública en la Escuela de Otoño del PSC, y otra privada en reuniones muy discretas con empresarios y representantes de la sociedad civil catalana.

Bolaños reivindica el diálogo para que Cataluña sea «más habitable», articula los contactos con La Generalitat y los partidos del bloque independentista, y convence a Esquerra Republicana para aprobar los Presupuestos del Estado, en los que ha tenido un papel predominante.

Junto al nuevo Jefe de Gabinete presidencial, Óscar López, un hombre de partido en contraposición a lo que era Iván Redondo, ha dado un giro a la «fontanería» de Moncloa. En prueba de confianza, Pedro Sánchez la ha designado miembro de la Ponencia Marco del 40 Congreso Federal del PSOE, máximo órgano del partido, que se reunirá en Valencia el próximo fin de semana bajo el lema «PSOE 2030, un partido de futuro», que fijará el diseño de su organización política con una dirección más reducida a la total imagen y semejanza de Sánchez como todopoderoso Secretario General.

En su vida personal está casado con Fátima Rodríguez, a quien conoció muy joven por ser ella del mismo pueblo que su padre, Villafranca de los Caballeros, en Toledo. Ambos son padres de un hijo y, según su entorno, el hombre fuerte de la Presidencia gubernamental lleva una vida casi ascética, dedicado por completo al trabajo y a la lectura de decretos e informes jurídicos. Durante la terrible crisis de la pandemia negoció los estados de alarma y el apoyo de los grupos parlamentarios en el Congreso, la desescalada, el plan para una nueva normalidad y el primer homenaje de Estado aconfesional a las víctimas de la Covid-19 en el Palacio Real de Madrid. También ha tomado en sus manos las relaciones con la Iglesia española y la cúpula de la Conferencia Episcopal. Entre algunos ministros le llaman «el deshollinador» de Pedro Sánchez. Es decir, el encargado de limpiar y desinfectar las chimeneas del Gobierno pero, sobre todo, sin que nadie se entere.