Huella colonial
Diferencias entre España e Inglaterra en América
Todo proceso de conquista comporta indefectiblemente abusos, pero desde la Corona española siempre se intentó poner límites
Asistimos en los últimos tiempos a observar con cierta frialdad, distancia y hastío, hechos que ponen en tela de juicio la ingente labor efectuada por España y los españoles desde finales del siglo XV a principios del XIX en lo que fue la América española. Esta crítica no es ni mucho menos nueva, pues desde el siglo XVI, lo que Elvira Roca llama el eje anglicano-luterano-orangista, lleva desacreditando de forma secular la epopeya española. Aunque todo empezó con la crítica de Bartolomé de Las Casas y de Antonio Pérez, fue en Francia donde se concentró la animadversión contra lo español (Montaigne, Voltaire, Montesquieu y Raynal). Todas estas críticas, que pretenden provocar el oprobio español, obedecen a un fin común y compartido entre los detractores de España, que no es otro que desprestigiar tales hazañas porque sus respectivas naciones fueron incapaces de hacerlo y cuando lo intentaron, fracasaron. No todo fue crítica desde más allá de nuestras fronteras, pues autores como Lummis, Robertson o el Jesuita Nuix defendieron nuestras hazañas.
Hoy 12 de octubre, se celebra en España y América el «Día de la Hispanidad» que no pretende otra cosa que conmemorar la mayor efeméride de la historia de los últimos 500 años. Se trata de un vínculo común defendido por muchos historiadores iberoamericanos, entre los que destacaría a Vasconcelos quien llega a afirmar que México no será una gran nación mientras no celebre como fiesta nacional el aniversario de la quema de naves por Cortés en Veracruz. Todos ellos eran perfectamente conscientes de que la llegada de Cortés supuso la incorporación de la lengua española y de la civilización cristiana, sincretismo de la tradición greco-latina con la religión católica. Gracias a Cortés se acabó con la antropofagia de Moctezuma y todos los mexicas que sojuzgaban, torturaban y sacrificaban a los pueblos Tlaxaltecas y Chichimecas entre otros. La opinión pública hoy reinante califica de atroz y sangrienta la conquista por Cortés pero evita hacer referencia negativa alguna al Tatloani azteca, auténtico sátrapa, pogromo obsesivo y verdadero terror de las tribus limítrofes.
Veamos una rápida comparación entre Inglaterra y España en aspectos relacionados con su presencia en América. Todo proceso de conquista comporta indefectiblemente abusos, pero desde la Corona española siempre se intentó poner límites. Así, en 1500 la reina Isabel dictó un decreto prohibiendo la esclavitud, y al final de su vida en su último testamento disponía que no se consintiera ningún agravio a los indios ni en sus personas ni en sus bienes, y de haber algún agravio que fuera remediado. Unos años más tarde, en 1512, las Leyes de Burgos proclamaban al indio hombre libre, prohibiendo a los encomenderos castigar a los indios. En 1542 Las leyes Nuevas profundizaron en la defensa del indio frente a posibles abusos de los españoles. Ni qué decir tiene que durante la presencia inglesa en Nueva Inglaterra no hubo legislación alguna a ese respecto.
La diferencia entre el trato a indios entre España e Inglaterra era abismal. Mientras Isabel la Católica no dudaba en mandar apresar a Colón en 1499 por abusos, la Reina Isabel I de Inglaterra condecoraba un siglo después a Francis Drake, afamado pirata y traficante de esclavos, nombrándole Caballero de Su Majestad. Se ha escrito mucho sobre el exterminio de indígenas por parte de españoles y nada de lo que hicieron los ingleses. Pues bien, si la población indígena representaba el 50 % del total de México en tiempos de su independencia, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México en el censo elaborado en 2020 reconoce 12 millones de personas indígenas de un total de 128 millones, lo que apenas representa un 7 % del total. Tenga el lector por seguro que algún historiador negro legendario seguirá atribuyendo tal descenso de población indígena al genocidio «post mortem» de Cortés y compañía.
Pero también en cuanto a los matrimonios mixtos la diferencia es significativa. Una Real Cédula de 1514 dictada por Fernando el Católico permitía el matrimonio entre españoles e indios, confirmando así el carácter igualitario dado años antes por la Reina Isabel. Esta Real Cédula fue el germen del mestizaje, el cual a su vez, fue una de las piedras angulares del desarrollo de la España de ultramar. En la América Inglesa, tan progresista y permisiva, se penalizaba el matrimonio, incluso las relaciones sexuales entre los ingleses y los indios. No fue hasta 1967, digo bien, hasta hace apenas 50 años que la Corte Suprema de EE UU permitiera el matrimonio interracial, declarando inconstitucional toda ley que prohibiera el matrimonio entre personas de razas distintas. En esa fecha, todavía había dieciséis estados de la Unión que mantenían vigente tal prohibición. El último en adaptar su legislación fue Alabama que lo hizo en el año 2000. Dicho con otras palabras, España se adelantó nada menos que cuatrocientos cincuenta años a Inglaterra/Estados Unidos en esta cuestión.
España también llevó a América la educación y formación para españoles, criollos y mestizos sin discriminación alguna. Se fundaron Universidades desde el Río Grande hasta la Patagonia. Cuando en 1636 se fundó Harvard en Nueva Inglaterra, España contaba con quince universidades en América. Nótese como dice el historiador argentino Marcelo Gullo que en Gran Bretaña «modelo universal de democracia» hasta 1829 no estaba permitido a los católicos ingresar en las Universidades.
Para finalizar quisiera recordar que los tres siglos de presencia española en la América Continental dejaron la friolera de treinta y tres monumentos Patrimonio de la Humanidad. Por el contrario, de los veinticuatro lugares declarados Patrimonio de la Humanidad en EE UU si excluimos los Parques Nacionales (como Yosemite, Yellowstone o Everglades), que son la mayoría de lugares, quedarían tan solo cuatro monumentos, a saber, el Independence Hall (donde se firmó la Declaración de Independencia), la Estatua de la Libertad, las Misiones de San Antonio y la Fortaleza de San Juan de Puerto Rico (los dos últimos obra de los españoles).
España no fue sólo entonces favorecedora de la integración de mestizos y criollos sino que después, obtenida la independencia de todas aquellas naciones, tiene erigidos hoy (y no derribados o retirados en Madrid) monumentos a personajes tan enemigos de España como Moctezuma, Atahualpa, Rizal, Bolívar o Hidalgo. Pocas naciones de nuestro entorno pueden decir lo mismo.
El día de la Hispanidad representa el hermanamiento entre naciones de un lado y otro del Atlántico que comparten lengua, cultura, religión y tradiciones que constituye un acervo que todos, españoles e iberoamericanos, debemos conservar y fomentar. Tras años convulsos donde se han derribado o retirado injustamente estatuas en EE UU de figuras tan importantes como Colón o Fray Junípero Serra, es hora de recuperar el espíritu de concordia y abandonar las connotaciones cargadas de polémica que los neo defensores de la leyenda negra pretenden reavivar.
✕
Accede a tu cuenta para comentar