España
Inquieta Navidad
Esta identificación del mal como un ente abstracto, sin una realidad concreta, recuerda a gestos propios de los líderes totalitarios
A buena parte de la izquierda le ha venido de perlas la decisión del TC. No hay nada mejor que ser una víctima en el santoral de los agraviados por los de siempre. Además le sirve de argumento ramplón, una vez más, para tomar posiciones de cara a los últimos meses antes de las elecciones generales. ¿Quedan un poco lejos aún?, mucho mejor para todos porque da tiempo a construir una “narrativa”, un “discurso” para montar la película de los buenos y malos políticos. Ya ha dicho, una vez más, Sánchez que la reacción de los magistrados del Constitucional responde a una maniobra de las fuerzas oscuras, que nadie sabe qué es, pero que parece tener un poder extraordinario. Esta identificación del mal como un ente abstracto, sin una realidad concreta, recuerda a gestos propios de los líderes totalitarios.
No se trata del imperio de la Ley, de la legitimidad de las instituciones; no, al presidente y sus amigos les cuesta entender que no viven en su cortijito y que la democracia se defiende utilizando sus propios mecanismos. Desbloquearlos, convertirlos en un instrumento del poder, desnaturalizalos hasta hacerlos inservibles; ahí reside la estrategia de regímenes como los de Venezuela, Hungría y Polonia. Países donde la oposición queda relegada a la inexistencia y la manipulación de la Justicia es integral. Lo acabamos de ver. Piensen en la estrategia: cambiar las leyes para beneficiar a los responsables de la falsa proclamación de la inexistente república catalana con el fin de comenzar a amañar los posibles pactos para mantenerse otra legislatura más en la Moncloa y modificar el control del TC. Es verdaderamente acojonante asistir al desprecio con el que el PSOE, un partido que se ha vanagloriado durante décadas de ser constitucional, ha tratado en estos últimos días al estado de derecho y a una ciudadanía a la que entiende únicamente como un rehén en su propio beneficio. Dicen que ahora las dictaduras presidencialistas son muy atractivas para un pueblo desinteresado por su libertad, que observa tangais como éste como si nada le fuera en ello, anestesiados en su felicidad boba, mientras a los jueces que hacen su trabajo les llaman golpistas y fascistas, olvidando que el equilibro de poderes es la base de nuestra democracia. Acojona, ¿no?
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