Los retos

2023: lucha sin cuartel PSOE-PP y Podemos-Díaz

Los partidos se preparan para mayo en un clima de alto voltaje, candidatos sin decidir y con las generales como meta

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, en el Senado
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, en el SenadoJesus G. FeriaLa razon

Es el año político por excelencia. Y también el de la democracia. Los ciudadanos decidirán en 2023 gobiernos autonómicos, municipales y, como colofón, el próximo inquilino de La Moncloa. Será un año de alto voltaje en el que la campaña electoral monopolizará todo y la actividad legislativa se verá afectada en buena parte. Es por eso que el Ejecutivo pisó el acelerador en diciembre despejando el camino con las medidas más polémicas y ha dejado para este año algunos de los compromisos sociales que pueden dejar más rédito electoral.

En la mayoría de los cuarteles generales ya trabajan sus hojas de ruta para poner los partidos a punto para el primer ring electoral que tendrá lugar en mayo, pero que viven como si fuera un plebiscito nacional. Aunque no todos llegan en las mismas condiciones. Por ejemplo, ni en Ciudadanos ni a la izquierda del PSOE está claro el liderazgo. Se espera, en general, una batalla sin cuartel sin distinción.

En la izquierda, el PSOE necesita mantener gobiernos autonómicos ante el peligro de un PP fuerte. Diferencian la batalla autonómica de las generales (dada la singularidad de muchos de los territorios y líderes autonómicos), mientras que los populares se preparan en clave nacional ya para pasar los exámenes de mayo. De fondo, Sánchez sí se prepara para ganar la primera batalla a Alberto Núñez Feijóo, lo que le haría llegar con impulso suficiente para revalidar la Moncloa junto a lo que represente Podemos y Yolanda Díaz, juntos o por separado.

Sánchez, de cara al final del ciclo electoral, buscará vender gestión frente a Feijóo, quién todavía debe demostrarla. El objetivo del presidente del Ejecutivo es evidenciar que el cambio en Génova –tras la salida de Pablo Casado– no es tal, a pesar de la moderación y estabilidad que se le otorga al líder de la oposición. Frente a la petición de convocatoria adelantada de elecciones por parte del bloque de la derecha, el PSOE quiere resistir y es que no está previsto que Sánchez renuncie a la presidencia de la UE a partir del 1 de julio. Acto seguido, España estará inmersa en la batalla electoral final.

En la derecha es la gran oportunidad del líder gallego, acostumbrado a mayorías absolutas en su tierra. Necesita que el «efecto Feijóo» que reflejan todas las encuestas sea una realidad. Vox, por su parte, espera emular Castilla y León. Las últimas elecciones, las andaluzas, les dejó como prescindibles para un gobierno de derechas y repetir ese resultado no beneficiaría en 2024, donde o son útiles para una mayoría de derechas en el Gobierno o pueden acabar transitando el camino de Ciudadanos, que ahora se juega su existencia al todo o a la nada. Lo volverán a intentar bajo el liderazgo de Inés Arrimadas o Edmundo Bal. Además, Vox todavía no se ha recuperado de su crisis tras la salida de Macarena Olona, que acecha con competir por el mismo electorado. El PP mira con atención a sus derechas, a las que necesita si no puede absorber.

De cara a las autonómicas, el presidente del Gobierno tendrá que acometer otra remodelación de gobierno, bajo la incógnita de si solo afectará a las ministras Reyes Maroto y Carolina Darias, que serán las candidatas socialistas a las alcaldías de Madrid y Las Palmas, o apostará por una crisis de gobierno más grande, en clave nacional.

El PSOE juega con las encuestas en su contra y es que 2022 dejó un escenario muy favorecedor para el PP. La aplastante victoria de Juanma Moreno en un bastión históricamente socialista, Andalucía; el primer gobierno PP y Vox en Castilla y León, unido a la mayoría absoluta de 2021 de Isabel Díaz Ayuso en Madrid. Sánchez necesita revalidar los territorios de Aragón, Extremadura, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, La Rioja y Baleares y no solo depende de los socialistas, sino que ello requiere de una izquierda que resista si quiere asegurarse los gobiernos a través de pactos de investidura o de gobierno con los morados. Y es que la coalición Podemos-IU debe resucitar en parlamentos donde desapareció en 2019, como en Castilla-La Mancha o Cantabria, y aumentar su presencia allí donde rebajó su representación, como en Aragón, Castilla y León, Asturias, Baleares, Canarias, Extremadura, Navarra, Murcia y La Rioja. El desgaste de los morados en los territorios se une al «no» de Yolanda Díaz a acelerar su proyecto y presentarse a estos comicios. En Podemos creen que ello ayudaría en los territorios para lograr gobiernos progresistas, pero la vicepresidenta se reserva para las generales cuando todavía está por ver la conformación de un acuerdo común. Todo ello sume a la izquierda en un estado de confusión permanente. La atomización de la izquierda es todavía una diatriba, pero las encuestas ya apuntan a que si no llegan a un acuerdo al PSOE le sería imposible revalidar La Moncloa. Es por ello que los socialistas observan con preocupación la pugna a su izquierda y piden a ambas partes una tregua. Batallas que deben solucionarse en un 2023 de vértigo al que se le suma la difícil situación económica.