Londres
44 años de cárcel al etarra Manex Castro por el asesinato de Uria
La Audiencia Nacional ha condenado a 44 años de cárcel al etarra Manex Castro Zabaleta por el asesinato del empresario vasco Ignacio Uria cometido en la localidad guipuzcoana de Azpeitia el 3 de diciembre de 2008. Además, ha absuelto a Iraitz Santa Cruz Ugalde de un delito de colaboración terrorista porque prestó a un amigo de la infancia un vehículo utilizado en el atentado, sin tener conocimiento de que era militante de ETA y de que utilizaría el automóvil en el ataque.
La Sección Primera de la Sala de lo Penal considera a Castro culpable de un delito de asesinato terrorista, otro de detención ilegal, un robo de vehículo de motor con fines terroristas y un delito de daños terroristas. Le condena a pagar un total de 400.000 euros a la viuda y a los cinco hijos en concepto de indemnización, mientras que le prohíbe acercarse a ellos y acudir a Azpeitia durante un plazo de diez años una vez cumplida la condena.
Los magistrados han tenido en cuenta el tráfico de llamadas del teléfono móvil que Manex Castro arrojó a la basura junto a restos de explosivos. Los investigadores encontraron las huellas genéticas del acusado en el aparato que fue empleado para comunicarse con otros miembros del comando durante la preparación y ejecución del atentado contra Uria.
Descartan el alcance exculpatorio de los testimonios de dos empleados y el jefe de la empresa de jardinería en la que Castro trabajaba. El acusado y los testigos aseguraron durante el juicio haberse enterado "a través de la radio"del ataque contra el empresario vasco.
El hecho de que dieran esta información por primera vez en la vista oral y no la recordaran hasta pasados dos años del atentado y la detención de Castro, genera "dudas sobre su verosimilitud"y hace pensar en la probabilidad de que "los testigos estén confundidos con respecto a las fechas o las horas"e incluso que Castro trabajase ese día algunas horas y también participase en los hechos.
En el caso de Iraitz Santa Cruz Ugalde, el tribunal admite que prestó el vehículo utilizado en la preparación del atentado, pero discute la concurrencia del elemento "intencional"de querer colaborar con ETA. A este respecto, precisa que el acusado es ingeniero, realiza un trabajo remunerado y no existe ningún dato que permita apreciar cercanía o simpatía con los postulados de la banda terrorista.
La sentencia condenatoria, de la que ha sido ponente el magistrado Javier Martínez Lázaro, ha valorado las huellas biológicas de los miembros del comando localizadas en el vehículo en el que se desplazaron para perpetrar su acción, así como las grabaciones de la cámara de seguridad de una empresa de Deba (Guipúzcoa) que recogió sus movimientos.
El tribunal encuadra el atentado contra el propietario de la empresa Altuna y Uria en la campaña de "intimidación y terror"que ETA llevaba a cabo contra la construcción en el País Vasco del tren de alta velocidad.
Para llevar a cabo el asesinato del consejero delegado de una empresa adjudicataria de las obras, Santa Cruz prestó un vehículo marca Volvo 460 propiedad de su padre a un amigo de la infancia, sin tener conocimiento de que integraba el 'comando Ezuste' y de que el coche sería utilizado en actividades terroristas.
El 3 de diciembre de 2008, el comando se dirigió a bordo de ese turismo a un aparcamiento de Deba (Guipúzcoa), donde secuestraron al propietario de un vehículo Alfa Romeo, a quien maniataron y retuvieron durante varias horas a punta de pistola.
Manex Castro y otro miembro del comando custodiaron a este hombre en todo momento, mientras que al menos otros dos terroristas se desplazaron en el Alfa Romeo hasta Azpeitia, donde avistaron a Uria en el momento en que se introducía en su vehículo en las inmediaciones de su empresa. Sobre las 13.04 horas, uno de los etarras se acercó a la víctima y le descerrajó tres disparos a bocajarro que acabaron con su vida.
Tras ello, los etarras regresaron a la localidad guipuzcoana de Deba donde permanecía Castro custodiando al propietario del vehículo robado, quien consiguió desatarse las piernas y quitarse las gafas que le impedían ver cuando los terroristas ya habían abandonado el lugar e incendiado su Alfa Romeo para no dejar huellas. El tribunal condena a Castro a pagar 8.000 euros al testigo protegido. El asesinato de Uria fue reivindicado en el diario Gara el 21 de enero de 2009.
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