PSOE

«A la mierda, de dos en dos»

La Razón
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Cinco de noviembre de 1992. Se celebraba el Consejo de Convergència de Barcelona. Las relaciones entre socialistas y nacionalistas atravesaban un pésimo momento. Jordi Pujol aprovechó la reunión de los suyos para expresar su enfado de forma escatológica: «A los socialistas los mandáis a la mierda de dos en dos». A pesar de este tono agrio, este episodio fue uno más en la relación de amor-odio del nacionalismo y el PSOE. El PSC apenas contaba, era el convidado de piedra. Tanto a González como a Guerra les convenía esta relación trufada de enfrenta-mientos. Los catalanes eran unos compañeros de viaje necesarios, pero prescindibles. A Pujol también. Así se construyó una suerte de equilibrio en el que el PSOE gobernaba España, CiU, Cataluña, y los socialistas catalanes, los ayuntamientos. En paralelo, el nacionalismo inició una batalla para imponer su pensamiento único. Pujol y los suyos decidían quién era buen catalán y quién no. El PSC cayó en esta treta agudizando sus contradicciones. No quería ser tildado de mal catalán y asumió parte de ese pensamiento único perdiendo parte de su propia identidad. El escenario cambió con la llegada de Maragall y Aznar. El socialismo catalán exigió al PSOE tener protagonismo. Montilla se encargó de ello y apostó por Zapatero frente a Bono. Este detalle cogió con el paso cambiado al nacionalismo, que pretendió mantener una relación privilegiada con Ferraz. No se habían enterado de que las decisiones se tomaban en la calle Nicaragua de Barcelona. Perdieron la batalla táctica pero ganaron la estratégica agudizando las contradicciones entre PSC y PSOE, que alcanzaron el punto álgido con Zapatero en el poder. El PSOE abandonó su idea federal de España superado por el neonacionalismo del PP, repudiando a un PSC que le espetaba «Zapatero te queremos mucho, pero queremos más a Cataluña». El tripartito hizo el resto y la sentencia del Constitucional sobre el Estatut destruyó todos los puentes. A la dura derrota electoral de Montilla se sumó la de Zapatero. Con los socialistas al pairo, el nacionalismo da la puntilla con su apuesta soberanista. Busca el cuerpo a cuerpo con el PP porque la tercera vía esta maltrecha, sin capacidad de reacción –ni en Madrid ni en Cataluña– y con la desconfianza en aumento. Ahora la polémica es sobre el derecho a decidir. Ni PSC ni PSOE saben siquiera qué decidir. De momento, Navarro y Rubalcaba se despellejan pero hacen carambola. Se quitan de en medio a Chacón. Lo han hecho bajo la mirada contemporizadora de Mas y Rajoy peligro. Diez años después ya no tienen necesidad de mandar a la mierda a los socialistas de dos en dos. Basta con que se saquen los ojos entre ellos y eliminen al más peligroso.